La retroalimentación es una herramienta realmente efectiva. Primero, porque está fundamentada en uno de los procesos sociales mejor probados de la historia, que es la comunicación. Además, cualquier persona la puede ocupar y se puede ocupar prácticamente en cualquier momento. Estoy seguro que no es la primera vez que escuchas esta palabra, ya que definitivamente no es absolutamente nada nuevo. Y es más, seguramente ya ha sido parte de estos procesos. Lo que revisaremos en este bit es cómo llevar el proceso de retroalimentación de la mejor manera. Antes de entrar en detalle, me gustaría retomar el tema de los estímulos que vimos en el primer bit. Recordarás que hay tres tipos de estímulos: positivos, negativos y cero. Seguramente ya te habrás dado cuenta que la retroalimentación está directamente relacionada con la administración de estos estímulos. De entrada, el simple hecho de dar algún tipo de retroalimentación implica no caer en el estímulo cero, es decir, la indiferencia. Que como lo platicamos en los bits anteriores, es el que más daño causa. También es importante que por alguna razón, por temas culturales y de costumbres, la palabra retroalimentación está ya relacionada con una llamada de atención, con un castigo. Esto seguramente por lo que también hablamos de la tendencia a ver lo negativo antes de lo positivo. ¿Te acuerdas del ejercicio de las sumas? Entonces, el primer desafío que tienes es poder quitar esa connotación negativa. Es decir, la retroalimentación puede servir para corregir y llamar la atención, pero también de la misma manera, puede ser utilizada para reconocer y motivar. Y eso solo depende de nuestra buena administración de los estímulos. Hay muchas teorías de cómo dar una retroalimentación correcta. A continuación yo te voy a compartir los puntos que en mi experiencia son indispensables, sobre todo cuando la retroalimentación es para dar un estímulo negativo. Uno, y la premisa más importante, la premisa de la retroalimentación es: mantener o incrementar la autoestima. A partir de ahí vienen estos puntos. Tener un control emocional. Es indispensable estar en control de nuestras emociones, ya que el no estarlo puede significar en decir o hacer cosas de las cuales te puedas arrepentir después. Dar la retroalimentación inmediatamente. Es importante que esta sea lo más cercana a la conducta, tanto positiva como negativa. Entre más tiempo pase, menos impacto habrá en ambos sentidos. Para este punto hay una excepción que se relaciona directamente con el punto número dos. Si por alguna razón no estás en control emocional, espera un par de horas e incluso días. Mi sugerencia es: anótalo en una hoja de papel y guárdalo. Cuando estés en ese control emocional regresa a leer lo que escribiste para que tú puedas tener certeza de la conducta, que quieres dar retroalimentación, pero ya en total control de tus emociones. Nunca en presencia de terceras personas. Esto aplica sobre todo para la retroalimentación negativa, aunque puede ser muy práctico un regaño grupal es altamente probable que esto impacte en nuestra premisa principal, que es mantener la autoestima. Sé específico. Menciona qué es lo que se reconoce o qué es lo que se corrige de manera puntual. Explica las consecuencias. En la retroalimentación negativa hay que tener claro: si no hay consecuencia o posible consecuencia, no hay castigo. No menciones errores pasados. Acordémonos de los puntos de ser específico y en tiempo. Lo que pasó, pasó. Hay que ser claros y en el momento. Evalúa la conducta y no a la persona. Es muy común que cuando demos retroalimentación juzgamos a la persona. Nosotros no somos nadie para juzgar. Lo que sí podemos hacer es evaluar conductas. Por ejemplo, hay una gran diferencia en decir "eres una persona injusta" a "lo que cometiste fue un acto injusto". Utiliza información que te conste personalmente. Lo ideal es que tú hayas sido testigo de la conducta. Si hay terceros en medio, hay que revisar el caso. Hay que llegar a un acuerdo de los pasos a seguir. Particularmente, en la retroalimentación negativa hay que llegar o hacer un plan de acción para que la conducta se mejore y no se repita.