El aprendizaje es el proceso de adquirir información nueva y el resultado son las memorias en forma de engramas. Después de codificar la información recibida y crear engramas, nuestro cerebro selecciona qué información debe consolidarse y almacenarse como memoria a largo plazo. Los cambios en el cerebro, que estabilizan nuestros recuerdos, ocurren durante días, meses o años. Cuanto más utilizamos estos recuerdos, más fuerte su consolidación. La memoria a largo plazo se almacena en redes neuronales con potentes sinapsis, las espinas dendríticas que mencionamos en los módulos anteriores. Estas redes están localizados por toda la corteza cerebral, conectadas al hipocampo, a los hipocampos y la corteza prefrontal. Los hipocampos sirven como almacén transitorio de la memoria a corto plazo que se archivará en el neocórtex como memoria a largo plazo o se perderá, dependiendo del interés que tengamos a lo largo de nuestra vida por conservar esos conceptos. Además, mantiene conexiones con engramas archivados, de nuevo, también a lo largo de la vida. El córtex prefrontal dirige la atención a los procesos actuales que se están desarrollando en los hipocampos. En realidad, nuestros hipocampos prácticamente no descansan nunca cuando estamos despiertos, pero también a las memorias archivadas difusamente por toda la corteza cerebral. Por lo tanto, los hipocampos y la corteza prefrontal intervienen en el almacenamiento y también en la recuperación de nuestra memoria a largo plazo. Cuando tenemos una necesidad consciente de recordar algo, esas estructuras lo obtienen de nuestros archivos en el neocórtex, lo traen a nuestra atención. Pero además, utilizamos de manera casi inconsciente o de forma implícita una gran cantidad de conocimientos que hemos aprendido a lo largo de la vida y que están integrados en otro tipo de memoria. Una memoria que llamamos "memoria de procedimientos o memoria procedimental". La memoria de procedimientos contiene conocimientos a los que accedemos sin pensar en ello, de forma rápida y automática. Al usarlos, no nos damos cuenta de que los estamos utilizando y no sabemos cuándo los aprendimos. Nuestra memoria de procedimientos incluye una gran cantidad de conceptos, datos, métodos, como por ejemplo, aplicar una fórmula matemática, escribir una ecuación química, manejar un programa ordenador, teclear un número secreto o caminar a la oficina sin tener que pensar detenidamente el camino y analizar una frase. También se incluyen habilidades más generales como aprender a solucionar problemas, analizar con lógica, resolver con diligencia los problemas habituales en el trabajo. Bien, como ya ha explicado Teresa, la repetición metódica y programada dentro de la práctica deliberada nos permite reforzar la codificación de nuestro aprendizaje y convertir nuestro conocimiento en parte de nuestra memoria de procedimientos y, de esa forma, hacerla sólida y muy disponible. Este tipo de aprendizaje consigue que otras partes del cerebro, no solo el córtex, intervengan en la memorización. Son regiones donde los procedimientos se automatizan, de tal forma que el acceso a estas memorias y actividades tiene lugar sin pensar en ello de forma automática. Estas zonas de nuestro cerebro forman parte, de lo que a veces se ha llamado, el "cerebro reptiliano", que funciona sin que seamos conscientes de ello, y es similar en la mayoría de los animales vertebrados. Se conocen las estructuras que participan en la memoria de procedimientos motores. Son los ganglios basales, el sistema estriado y el cerebelo. Aunque no se conocen bien las regiones del cerebro que participan en el aprendizaje no motor, pensamos que las mismas estructuras son necesarias en ambos casos, puesto que cuando se alteran también se afecta la memoria de procedimientos no motores. Esto ocurre, por ejemplo, a personas que tienen lesiones en los ganglios de la base del sistema estriado y el cerebelo, por ejemplo, personas con ictus o enfermedad de Parkinson. Además de presentar las alteraciones del movimiento que todos conocemos, también presentan dificultades cognitivas, especialmente en su proceso de memorización y aprendizaje. En su obra "En busca del tiempo perdido", Marcel Proust describe cómo el sabor de una taza de té le evoca el olor de una magdalena, y esto le lleva a recordar una estancia familiar y experiencias de su infancia. Aquí el escritor describe cómo los recuerdos se encadenan. Un engrama llama a otros engramas para evocar una memoria o lo que hemos aprendido después de largas horas de estudio. ¿Cómo ocurre esto? Bueno, ahora ya hemos acumulado unas memorias o engramas que nuestro cerebro contiene y tenemos que acceder a ellas. Ponemos en marcha nuestra memoria de recuperación. De nuevo, nuestros hipocampos dirigen el proceso. Las neuronas del hipocampo se activan ante el estímulo o pensamiento específico que están relacionadas con esas experiencias, que los activaron al establecer aquella memoria inicial en el pasado. Cuando uno de estos estímulos aparece, las neuronas del hipocampo, las neuronas correspondientes del hipocampo activan la red o grupos de neuronas del córtex cerebral relacionados con esa vivencia, con esa experiencia, y traen a nuestra conciencia esos fragmentos de memoria o engramas. Un engrama llama a otro engrama, y de forma natural el conocimiento almacenado fluye gracias a la activación ordenada de las neuronas que los almacenan. Además, las neuronas del córtex pueden participar en varios engramas, es decir, una neurona participa en varios recuerdos a través de diferentes redes neuronales y, de esta forma, se hace casi ilimitada la capacidad de almacenamiento y de memorizar de nuestro cerebro. ¿Cómo se mantienen estos recuerdos? En gran parte, mediante la repetición de la acción. De esta forma, se potencian las dendritas, aumentan las conexiones y las neuronas relacionadas con este recuerdo, se incorpora más actividad neural. La evocación también genera nuevos elementos o modifica los existentes. De hecho, cada vez que repetimos una experiencia o sencillamente la recordamos, damos lugar a un cambio en nuestro cerebro. Por lo tanto, nuestros recuerdos no son estáticos, sino que cambian constantemente. Las memorias son dinámicas y generalmente cambian a lo largo del tiempo, porque nuestro cerebro está constantemente podando y potenciando las dendritas que las establecen. Soy Antonio Gil-Nagel. Feliz aprendizaje.