Muhammad Yunus ganó el Premio Nobel de la Paz 2006 por su contribución al desarrollo de los microcréditos. En la década del 70, Yunus advirtió que la falta de acceso a servicios financieros básicos era una causa importante de pobreza en economías emergentes. Un crédito de unos pocos dólares podía hacer una enorme diferencia si permitía a una persona de bajos recursos comprar una máquina de coser o una herramienta de labranza. Las criptomonedas pueden realizar una gran contribución a la inclusión financiera. Gestionar pagos es una función central del sistema financiero. En un mundo que en 2015 envió casi 600.000 millones de dólares en remesas, el "blockchain" puede ayudar a personas de bajos recursos a ahorrar mucho dinero en comisiones por transferencias. Carmen vive en un pueblo del interior de Perú, su ingreso principal son las remesas que le envía su hijo Salvador desde Canadá. Carmen habitualmente paga un 10 por ciento de comisión por un servicio de transferencias internacionales y el dinero tarda varios días en llegar. Las transferencias internacionales, basadas en un viejo sistema de bancos corresponsales, pasan por hasta siete intermediarios, cada uno introduce costos y demoras en el proceso. Hace un tiempo, Salvador empezó a usar el servicio de una empresa de "blockchain" llamada Abra. Transfiere dinero de su cuenta bancaria del Canadá a Abra y esta empresa lo envía en forma de "bitcoin" a un usuario cercano a Carmen en Perú. El usuario recibe el pago y entrega dinero en efectivo a Carmen en moneda local, y todo con una comisión de apenas dos por ciento. Carmen no tiene cuenta bancaria, ni siquiera sabe qué es un "bitcoin". Gracias a las criptomonedas, la empresa Coins bajó de ocho a tres por ciento las comisiones en Filipinas, un país que recibe 26.000 millones de dólares anuales en remesas. Los usuarios pueden operar a través de una red de 22.000 "retailers" y bancos en todo el país. Bill Gates dijo sobre el "bitcoin": "es excitante porque nos muestra cuán baratas pueden ser las transacciones". Los pagos de bajo costo permiten integrar a millones en la economía mundial. Además de facilitar pagos, el "blockchain" puede ayudar con otra función importante del dinero, la reserva de valor. En su historia, Argentina sufrió repetidas crisis monetarias y bancarias, en 2001, los bancos confiscaron el dinero de los ahorristas. En 2008, Zimbabue llegó a tener una tasa de inflación de 500.000 millones por ciento, sí, 500.000 millones. En estos países, la población se acostumbró a ahorrar en billetes físicos y en monedas fuertes, también a usar monedas extranjeras como unidad de cuenta. En Argentina, por ejemplo, los valores de los inmuebles típicamente están denominados en dólares. En medio de una hiperinflación y una severa crisis económica, miles de personas de Venezuela empezaron a utilizar el "bitcoin" como reserva de valor y también para evitar los controles del gobierno sobre los movimientos de divisas. El valor de las criptomonedas es todavía demasiado volátil para que sean usadas masivamente como reserva de valor o unidad de cuenta, pero su valor se ha ido estabilizando en los últimos años y también han ido surgiendo criptomonedas conocida como "stablecoins", que mantienen una paridad estable contra algún activo tradicional. La más popular es Dai, producida por Maker DAO, que mantiene una paridad de uno a uno contra el dólar. Pero, tal vez, en un futuro no muy lejano, el valor se estabilizará y un vendedor callejero de Indonesia podrá fijar sus precios en criptomonedas. En lugar de guardar sus ahorros en dólares norteamericanos dentro de una caja de zapatos, podría tenerlos en "bitcoin". Ese dinero gozará de la seguridad de la red de "bitcoin", no de la jurisdicción legal del usuario. En Indonesia, Zimbabue o Suiza, un "bitcoin" es un "bitcoin", y ese vendedor callejero hasta obtendrá un rendimiento por los ahorros. El economista peruano Hernando de Soto estima que en el mundo hay diez billones de dólares en capital muerto. Son activos, propiedad de personas pobres o de clase media, de economías emergentes. Gracias al "blockchain", este dinero podría entrar en los circuitos de crédito y contribuir a la economía mundial. En los 70, cuando empezó a trabajar con microcréditos, Yunus probablemente no imaginó una tecnología con el potencial de inclusión del "blockchain". En un mundo donde unas 2.000 millones de personas carecen de una cuenta bancaria básica, el "blockchain" llega con la promesa de crear un sistema global de pagos y crédito. Un sistema que permita al capital circular a un costo cercano a cero, un sistema al que cualquiera puede acceder desde su teléfono móvil desde cualquier lugar del mundo. Una verdadera democratización de las finanzas.