[MÚSICA] [MÚSICA] [MÚSICA] La industria más caliente del siglo XVI era la exploración oceánica. Colón había demostrado que quedaba mucho mundo para explorar. Para un emprendedor de la época, era una gran oportunidad de amasar fortunas. Pero el colonialismo era un negocio de alto riesgo, los barcos podían hundirse o ser capturados por piratas, la expedición podía ser aniquilada por una tribu salvaje. En 1599, se formó la compañía británica de las Indias Orientales, con la misión de financiar la colonización de Asia. Su objetivo era distribuir entre más personas los riesgos de la aventura. En 1602, nació su equivalente de Holanda, la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales, fueron las primeras empresas en ofrecer sus acciones al público. Comenzaba la era de las corporaciones. A medida que los mercados bursátiles se ampliaban y sofisticaban, más empresas podían conseguir capital para financiar su expansión a todos los rincones del planeta. Como dice Gordon Gekko en su famoso alegato de la película Wall Street, en el siglo XIX, magnates como Andrew Carnegie eran dueños de las empresas y se aseguraban de que estuviesen bien manejadas. Sin embargo, durante el siglo XX, la progresiva separación entre el control y la propiedad de las corporaciones incrementó los problemas de gobierno y los riesgos de fraude. Como los ejecutivos tenían poca parte de la compañía, se lamentaba Gekko, sus incentivos no estaban alineados con los accionistas. En el módulo anterior, vimos que los Smart Contract son reglas de código con la lógica, Si X, entonces Y. Si encadenamos un Smart Contract tras otro, podemos construir una organización que funcione de manera automática. Una corporación donde los directivos no puedan apartarse ni un milímetro de las órdenes de los accionistas. Un gobierno donde los representantes no puedan apartarse de las instrucciones de los ciudadanos. El Blockchain de Bitcoin es la primera muestra de una organización descentralizada. Funciona exactamente como lo dice el código, sin que nadie pueda detenerlo ni modificarlo. En 2016, se desarrolló el primer experimento a gran escala de crear una organización descentralizada con una lógica de negocio. Fue un fondo de inversión construido sobre la red Etherum, al que se conoció como el DAO. Unas 11.000 personas de todo el mundo aportaron casi 170 millones de dólares. A cambio, recibieron tokens que les daban el derecho a votar qué proyectos financiar con el dinero del fondo. A diferencia de un fondo tradicional, no había directivos que evaluaran los proyectos y decidieran dónde invertir. La comunidad misma tomaba las decisiones a través de reglas preestablecidas. El dinero era automáticamente transferido a los proyectos que reunían una cantidad suficiente de votos. El DAO era la desintermediación del capital de riesgo. El experimento no terminó bien, una vulnerabilidad en el código permitió a un hacker robar ethers por un valor de unos 50 millones de dólares. Tras muchos debates, la comunidad de Etherum decidió desmantelar el DAO y devolver los fondos a los inversores. Incluso, los que había robado el hacker. Más allá del final amargo, el DAO fue una muestra de lo que viene. Una muestra de cómo millones de personas de todo el mundo pueden colaborar en la propiedad y el control de una organización descentralizada. Un nuevo modelo que promete cambiar el funcionamiento de gobiernos y corporaciones. [MÚSICA] [MÚSICA]