Históricamente, el negocio bancario estuvo basado en la red de distribución de los bancos y en sus capacidades de análisis de información. Más sucursales permiten una mayor alcance a la hora de gestionar pagos, de captar ahorros y de dar créditos. Un buen equipo de analistas permiten decidir mejor a quién dar financiamiento. En los últimos años, el software empezó a invadir el negocio de los bancos. "Startups" de Fintech irrumpieron en el mercado con formas más rápidas o baratas de captar, prestar y mover dinero. Empresas como Revolut, NuBank o MercadoPago representan el nuevo modelo digital. El Banco del futuro no tiene sucursales, la sucursal es el móvil que llevamos en el bolsillo. El "blockchain" irrumpe en un contexto en que la banca tradicional ya estaba sometida a las presiones competitivas del mundo digital. Por un lado, para los bancos, el "blockchain" es una oportunidad de modernizar sus procesos para adaptarlos al nuevo escenario. Nacido en 2012, el "blockchain" de Ripple fue creado para reducir los costos en las transferencias bancarias internacionales. El sistema es más rápido y económico que el viejo método Swift. En 2014, varios de los principales bancos del mundo formaron el consorcio R3 para explorar la aplicación del "blockchain" al sistema financiero. Entre otros, participaron Goldman Sachs, J. P. Morgan, HSBC y el Deutsche Bank. En 2016 lanzaron Corda, un "blockchain" privado para compartir datos de transacciones entre los miembros. Un objetivo es modernizar el sistema de transferencias internacionales, otro es simplificar la auditoría gracias a un registro más transparente de los pagos. Sin embargo, al cabo de un tiempo algunos bancos se volvieron escépticos de R3 y abandonaron el consorcio para desarrollar sus propias tecnologías. Uno de ellos fue J. P. Morgan, que en 2019 lanzó su propia moneda, la JPMorgan Coin, para realizar pagos dentro de su ecosistema. Tanto Ripple, R3 y JPMorgan Coin apuntan a transformar las viejas tecnologías que subyacen a los procesos bancarios. Según una estimación del Banco Santander, hacia 2022, el "blockchain" podría ahorrar a los bancos unos 20.000 millones de dólares por año en costos de infraestructura. En junio de 2019, una gran noticia sacudió el mercado. Facebook anunció el lanzamiento de su criptomoneda Libra, que será respaldada por una canasta de monedas tradicionales. La moneda funcionará dentro de una "blockchain" permisionada, que tendrá como nodos validadores a una serie de empresas tecnológicas importantes como eBay, MercadoLibre, Uber y Coinbase, entre otras. Los usuarios podrán usar Libra para realizar pagos dentro de todo el ecosistema Facebook, incluyendo WhatsApp e Instagram. Esto puede ser un gran paso para la inclusión financiera. Para muchas personas de países emergentes, su cuenta de Facebook podría convertirse en su primera cuenta bancaria. Sin embargo, otros ven con preocupación a esta iniciativa. Reguladores de mercados financieros de países como Francia, Inglaterra y Estados Unidos plantearon sus objeciones. Para algunos se trata de una amenaza sobre el monopolio estatal de la emisión de dinero. Otros plantean los riesgos de que una empresa privada, que ya tiene gran cantidad de datos de sus usuarios, también concentre información de los pagos que realizamos. Y, ¿qué significa para los bancos? ¿Podrán competir contra un nuevo banco que ya tiene una sucursal en el bolsillo de 2.000 millones de personas? Saben quiénes somos, dónde vivimos, dónde viajamos, con quiénes hablamos. Cuando también sepan los pagos que realizamos, van a poder realizar perfiles de riesgo muy precisos sobre cada uno de sus usuarios. ¿Pueden los bancos competir contra esto? Para bien o para mal, Libra refleja una nueva etapa en el funcionamiento del sistema bancario. En la era de Internet, las industrias que intermedian entre productores y consumidores de bienes digitales corren el riesgo de ser desintermediadas y los bancos son los grandes intermediarios de bits en un mundo donde el dinero se ha transformado en un registro, en una base de datos. El "blockchain" potencia un fenómeno que comenzó hace años con la revolución de las Fintech. Las criptomonedas forman un mercado global de pagos y crédito con el potencial de asignar capital con asombrosa velocidad y precisión. Desde el punto de vista de los bancos, esto puede parecer la tormenta perfecta. ¿Pueden los bancos sobrevivir? Algunos creen que su mayor valor estará en brindar un trato personalizado y una atención a los clientes que los algoritmos no pueden realizar, al menos por ahora. Está por verse si la revolución digital y el "blockchain" han venido para hacer a los bancos más eficientes o para disrumpirlos.