[AUDIO_EN_BLANCO] [MÚSICA] ¿Cómo podemos abordar desde el punto de vista más normativo, más de valores, el debate sobre una buena o mala gestión del espacio público? Lógicamente, esto tiene una carga normativa que no tiene por qué ser, digamos, compartida por todos. Desde mi punto de vista, el debate sobre cuidadanía hoy tiene que ver con tres valores que creo que son bastante básicos. Por un lado, la idea de autonomía personal, es decir, si queremos espacios públicos que respondan a un cierto ideal de ciudadanía, esos espacios públicos deberían ser capaces de albergar esa autonomía personal de cada uno. Entendiendo que eso lo que hace es incorporar un valor cada vez más significativo también en las sociedades contemporáneas, que es el valor de la diversidad, del reconocimiento de que las personas son distintas entre sí, y que tienen una igual dignidad. Y el tercer factor es de que todo esto se debería hacer, se debería poder hacer, sin que implicara exclusiones de ese espacio público de personas. Evidentemente, no es fácil trabajar con esos tres polos de la idea de ciudadanía, pero se puede hacer un parámetro a la hora de analizar dinámicas de mejora de la gobernanza de los espacios públicos. Si esto lo queremos trasladar a un cuadro en el cual nos permita ver las distintas alternativas, podríamos construir un cuadro de doble entrada en el cual trabajáramos con la idea de acceso y también de diversidad. Más acceso, menos acceso; más diversidad, menos diversidad. Es decir, las dos variables, los dos parámetros que trabajaríamos son, hasta qué punto el espacio público permite el máximo acceso posible a todo mundo, y el otro sería el grado de diversidad que ese espacio es capaz de contener. Entendiendo que esos son dos valores positivos desde el punto de vista de los valores de la ciudadanía, la idea de libertad de acceso y la idea de incorporación del máximo de diversidad. En el ámbito de mayor acceso y de más diversidad, encontraríamos el Ágora ateniense, el ideal del Ágora ateniense. Sabemos que los esclavos no tenían acceso al Ágora, que tampoco las mujeres, pero entendiendo que está hablando de los ciudadanos, en ese ámbito todas las personas tenían acceso a ese Ágora y no se distinguía entre esos ciudadanos, por ejemplo, por su nivel de renta. En el otro extremo tendríamos el Oikos. Estoy utilizando un esquema de Zygmunt Bauman sobre este tema. El Oikos sería la casa familiar, es decir, el acceso es muy limitado, solamente pueden tener acceso aquellos que viven en la casa, la diversidad es baja porque, en general, las familias se acostumbran a ser muy homogéneas o iguales entre sí. Y en los otros dos ámbitos, tendríamos lo que Bauman habla de Ecclesia, las iglesias, que las iglesias serían, Ecclesia A y Ecclesia B, serían espacios que de alguna manera limitan sea la diversidad, sea el acceso. Por ejemplo, pues espacios donde la diversidad es alta, pero el acceso se limita porque tienes que ser socio de este espacio, porque tienes que cumplir ciertas reglas, etcétera. O en el otro caso, el acceso es alto, pero la diversidad es baja por la razón que sea, porque hay niveles de renta o tienes que pagar la entrada, es decir, son distintas alteraciones de las posibilidades de acceso. Bien. Esto nos marca una cierta idea de qué tipo de espacio público puede ser el que más incorpore un ideal de ciudadanía que contemple esos valores. Es decir, nos deberíamos acercar más, seguramente, al Ágora que a las Ecclesia, entendiendo que el Oikos es un espacio específicamente privado. [MÚSICA] [AUDIO_EN_BLANCO]