[MUSIC] Hola amigos. En esta segunda lección de la cuarta semana del curso proseguiremos analizando las diferencias de estilo en El Guardián entre el centeno. Recomendamos la lectura de los apuntes previamente a la visualización de esta presentación, para llevar a cabo un mejor aprovechamiento de la misma. Como decÃamos, vamos a seguir analizando estas dos obras, estas dos traducciones al español realizadas por Carmen Criado. La primera, como decÃamos, del año 1978, la versión a. Y en segundo lugar la versión de 2007, que serÃa la versión b. En concreto, los aspectos que vamos a trabajar en esta segunda lección son los siguientes. El léxico en primer lugar, en segundo lugar, una parcela del léxico, como es el léxico despreciativo, y finalizaremos esta lección abordando algunas cuestiones relacionadas con la negación. Queremos mencionar respecto a los dos primeros puntos, al léxico y el léxico despreciativo, que se trata de un rasgo muy caracterÃstico de la obra de El Guardián entre el centeno, porque, a partir del léxico se realiza una caracterización del protagonista de la obra y también de su entorno. Por tanto, empezaremos esta segunda lección trabajando sobre esta cuestión como es la del léxico. En las oraciones de 1 y de 10 se ponen de manifiesto distintas alternativas en el uso del léxico. Obsérvese, por ejemplo, en la oración 1a, Estaba nada menos que a unas ciento cincuenta yardas de distancia, pero le vi claramente. Frente a la oración de 1b, Pude verle allà sentado como a ciento cincuenta metros de distancia mirando cómo jugaba. Del mismo modo, tenemos soluciones distintas en las oraciones de 10. En 10a tenemos, ¡Déjese de historias! ¡Vamos, largue la pasta! Y en la oración de 10b, ¡No me vengas con puñetas!, ¡Vamos, suelta la tela! En estas oraciones y en otras que vamos a trabajar a continuación, vemos cómo existen distintas opciones de léxico entre las dos versiones, la versión a y la versión b. Y vamos a intentar justificar lo que motiva el cambio de una a otra. Pues bien, en el primer caso que hemos observado en las oraciones de 1 y en otras, como las que aparecen en 2 y en 3, lo que tenemos es que el léxico que cambia refiere a las unidades de medida. you hemos visto el ejemplo de 1, y podemos observar los otros dos ejemplos. El ejemplo 2a serÃa, Y por otra, porque el año pasado crecà seis pulgadas y media. Frente a la versión b que se señala, Y por otra, porque el año pasado crecà diecisiete centÃmetros. En la oración de 3 se realiza una sustitución muy semejante. Obsérvese, por ejemplo, en 3a, Era un tÃo de esos muy altos, media como seis pies y cuatro pulgadas. Frente a la versión de 3b, Era un tÃo de esos muy, muy altos, medÃa como uno noventa. Como se puede observar, en la versión a, se mantiene el sistema de medida anglosajona, y por tanto se adecuarÃa a la cultura en la que se inserta esta obra, que es la cultura americana. En cambio, en la versión b, se sustituye esas unidades de medida de este sistema anglosajón por las unidades de medida del sistema métrico decimal. Por tanto, consideramos que este cambio en la versión b, ayuda al lector a interpretar la medida que se quiere señalar en el contexto. Y, por tanto, por ejemplo, en el caso de 2b, cuando decimos que crecà 17 centÃmetros, al aparecer la medida en centÃmetros nos hacemos una idea mucho más real de la cantidad que ha crecido este individuo. Por tanto, aunque se respete en la versión a, el sistema de la cultura en la que aparece, pues se inserta la obra, en la versión b, nos parece, quizás, más adecuada para que el lector comprenda mejor el sistema de medida, y por tanto las implicaciones que tiene en el relato. Pero, en ambos casos estarÃa totalmente justificado el uso de las dos unidades de medida, una para respetar el ámbito cultural, y la otra para hacer más fácil al lector su comprensión. Otras cuestiones que atañen al léxico, más de carácter general, no tanto especifico, de las unidades de medida, pues se ponen de manifiesto en ejemplos como el de 6. Y nos parece muy interesante estos ejemplos, porque, de alguna manera, constituyen un hallazgo importante de cara a la traducción. Los dos ejemplos ponen de manifiesto el uso del verbo ojear sin h y con h. Como es bien sabido, el verbo ojear sin h significa, pues, echar un vistazo a algo, frente al verbo hojear con h, que significa, pues, pasar las hojas de un libro sin detenerse en observar detenidamente el texto, ¿no? Pues bien, si observamos el contexto de esta oración, nos parece muy preciso el cambio del verbo ojear sin h, al verbo hojear con h que se produce en la versión b. Veamos el ejemplo, por ejemplo, en 6a, Dudo que hayas abierto el libro en todo el semestre. ¿Lo has abierto? Dime la verdad, muchacho. Y le contesta, Verá, le eché una ojeada un par de veces, le dije. No querÃa herirle. Le volvÃa loco la historia. Y le contesta, Conque lo ojeaste, ¿eh?, dijo, y con un tono sarcástico. Es decir, toda esa contextualización hace, quizás, más preciso cambiar el verbo ojear sin h, por el verbo hojear con h, porque a tenor de lo señalado en el contexto, parece más preciso el sentido de pasar las hojas del libro sin prestarle demasiada atención. Por tanto, como decÃamos, nos parece muy acertado ese cambio, y realmente resulta ser una brillante sustitución, y en la tarea de traducción de Carmen Criado. Por tanto, aunque ambos hojear, el de h y el sin h son válidos, más preciso es cuando, por el contexto en el que aparece, el uso de este verbo con h. Otros casos de léxico general serÃan los que plantean las oraciones de 7 y 8. Y en este caso se emplea también, pues unas unidades de medida, pero en este caso para indicar precisamente, no la precisión en la medida, sino todo lo contrario, es decir, la indefinitud de la medición, ¿no? Por ejemplo, el caso de 7a, Venga, dime, ¿por qué os peleabais?, me preguntó por centésima vez. Es decir, you no sabemos cuántas veces me lo ha preguntado, ¿no? Es algo indefinido, es algo que se hacÃa muchas veces, ¿no? O el caso de 8a, Me quité la gorra y la miré por milésima vez. Es exactamente el mismo valor que tiene centésima en el contexto anterior. En el caso de las oraciones de b, por ejemplo, también se utilizan estas unidades de medida de forma indefinida, ¿no?. Pero bueno, ¿por qué demonios os habéis peleado?, dijo Ackley por enésima vez. O en la oración de 8b, Me quité la gorra y la miré por centésima vez. Aunque todos estos elementos que aparecen marcados en azul son válidos en ese contexto, quizás el único que presenta ese valor de indefinido además, sin ser o presentar otro tipo de valor, como por ejemplo el partitivo, es el caso de enésimo. Enésimo solo se utiliza para dar cuenta de ese valor de muchas veces, de muchas ocasiones, de indefinitud, como señalábamos. Por tanto, quizás serÃa el más adecuado en todos los contextos presentados, sin embargo, el resto serÃa totalmente válidos. Pero como presentan a parte de ese valor de indefinitud, el valor partitivo, quizás el más preciso sea enésimo o enésima, frente a los otros que aparecen en los otros contextos. Otra cuestión del léxico general, y esta sà es muy interesante porque presenta una diferencia muy, muy, muy importante entre las dos versiones, es el caso de los sustantivos carácter y personalidad. Como se puede observar en los ejemplos, la versión a, opta siempre por utilizar el sustantivo carácter, que sistemáticamente es sustituido en la versión b, por personalidad. Para ello vamos a consultar el diccionario, en este caso el Diccionario de uso del español, el MarÃa Moliner. Y vamos a ver qué dice este diccionario respecto a estos dos sustantivos. En el caso de carácter, en la sexta acepción, y queremos remarcar claramente que es en la sexta acepción, el diccionario señala que, carácter hace referencia, conjunto de cualidades o circunstancias propias de una cosa, de una persona o de una colectividad, que las distingue por su modo de ser u obrar, de las demás. Y los ejemplos que expone son, el carácter español, el carácter insufrible de fulano. Respecto a personalidad, tenemos dos acepciones, la primera y la segunda, en la que quizás la segunda sea la que más casa con el contexto que estamos analizando. Señala que personalidad es el conjunto de caracterÃsticas o cualidades originales que destacan algunas personas. Andrés es un escritor con personalidad. Si recordamos los contextos, podemos observar que ambos sustantivos serÃan totalmente válidos, sin embargo, si lo que queremos es ser precisos en ese contexto, quizás personalidad sea un sustantivo más preciso que carácter en ese contexto. Porque, como se puede apreciar, el significado que casa con ese contexto en el caso de carácter se halla en la sexta acepción. Mientras que en el caso de personalidad lo tenemos en la segunda. Por tanto, quizás por ese motivo debamos, pues, preferir personalidad frente a carácter, pero, en cualquier caso, queremos hacer énfasis en que ambos son válidos y correctos, pero más preciso personalidad frente a carácter en ese contexto concreto. En cuanto al léxico coloquial, es un rasgo que es básico en la obra de El Guardián entre el centeno. Porque de alguna manera ese léxico coloquial es un rasgo caracterÃstico del protagonista. Una de las cosas que se puede observar cuando se contrastan las dos versiones, es que, en la versión b, se potencia ese léxico coloquial, frente a la versión a. No significa esto que en la versión a no aparezca léxico coloquial, pero aparece potenciado, como decÃamos, en la versión b. Tal y como se puede apreciar en los ejemplos de 9, de 10 y de 11. Obsérvese que está subrayado en azul los cambios que se producen respecto al léxico coloquial de una versión a otra. FÃjense como en la 9, se sustituye dólares por pavos, pavos serÃa un sustantivo marcadamente coloquial. O, por ejemplo, en el caso de, ¡Déjese de historias! ¡Vamos, largue la pasta! Pues se sustituye historias por déjese de puñetas, ¿no? Y, pasta por tela, aquà sà que la sustitución quizás no serÃa, tanto pasta como tela son sustantivos coloquiales, pero quizás, ¿no?, el término tela serÃa más actual, más del español actual, que pasta. Y, en la oración de 11, sustituimos el meterle cuentos por enrollarme. Por tanto, vemos cómo en el caso de la versión b, pues se potencia, ¿no?, este léxico coloquial, también para darle más énfasis como rasgo caracterÃstico del protagonista. También se potencia el léxico malsonante, pero en este caso nos parece que parece más resaltado en la versión a, que no en la versión b. Y, sobre todo, a veces la sustitución que se hace en b, de ese léxico malsonante, puede motivar pues errores de interpretación en los pasajes de la obra. Por ejemplo, en las oraciones de 12 y 13, tenemos en 12a, ¡No jorobes, Holden!, dijo Stradlater. Que se sustituye en la versión de b, ese jorobes, ¿no?, ese léxico malsonante, por estate quieto, Holden, ¿no? AquÃ, bueno, pues no habrÃa ningún problema, lo único simplemente que se eliminarÃa ese léxico malsonante de este fragmento. Pero en la oración 13 sà que provoca problemas de interpretación. Obsérvese por ejemplo la oración de 13a, ¡Venga mujer! ¡No jorobes! Tengo doce años, pero you sé que represento un poco más. Y contesta, Oye. you te lo he dicho antes. No me gusta esa forma de hablar. Si sigues diciendo palabrotas, voy a sentarme con mis amigas y asunto concluido. Ese, palabrotas, se refiere, pues, al verbo jorobar que aparece previamente. Pues si analizamos la versión b, podemos ver cómo se ha sustituido el léxico malsonante, ningún problema, ¡cielo santo! No lo estropees. Tengo doce años, por Dios vivo. Pero soy muy alto para mi edad. Y contesta, oye. you te lo he dicho. No me gusta esa forma de hablar, dijo. Si vas a seguir hablando asÃ, iré a sentarme con mis amigas. Conque you lo sabes. Ese, si vas a seguir hablando asÃ, o no me gusta esa forma de hablar, se refiere al uso de palabrotas, al uso del léxico malsonante, que como ha desaparecido de la traducción, no se puede interpretar lo que se quiere decir. Por tanto, aunque el léxico malsonante se haya sustituido en la versión b, hay que prestar atención a que muchas veces la interpretación, luego, del sentido de la oración, tiene que ver con la sustitución de ese léxico malsonante. Y por tanto conviene de tener en cuenta que estas sustituciones hay que hacerlas en el contexto, siempre teniendo en cuenta lo que se quiere significar.