Remontémonos a principios del siglo XIX en Europa. En esa época, las máquinas que existían eran mecánicas, compuestas, por ejemplo, de una serie de ruedas con diez dientes en las que cada uno de éstos representaba un dígito del cero al nueve. En ese entonces, las máquinas servían exclusivamente para realizar operaciones matemáticas, como sumar y multiplicar, y las más avanzadas podían generar tablas logarítmicas o funciones polinomiales. Durante estos años, el matemático e inventor británico Charles Babbage estaba muy interesado en no tener que crear una máquina por cada tipo de operación matemática que quisiéramos hacer, sino que quería construir un nuevo artefacto al que pudiéramos programar para hacer cualquier tipo de cálculo. A la máquina que diseñó se le conoce como la máquina calculadora mecánica de uso general de Babbage o, simplemente, la máquina analítica, y muchos consideran que ésta fue la primera computadora del mundo a pesar de que no pudo ser construida durante la vida de Babbage, por razones de índole financiera, política y legal. En esa época, la condesa de Lovelace, conocida simplemente como Ada Lovelace, quien se dedicaba a hacer matemática y escritora, colaboró con Charles Babbage ayudándolo a traducir un artículo de un ingeniero militar italiano en donde se hablaba de la máquina analítica. Pero, siendo una mujer tan brillante, no se dedicó únicamente a realizar la traducción del artículo, sino que lo complementó con una serie de notas propias. En estas notas se encuentra lo que se conoce actualmente como el primer algoritmo destinado a ser procesado por una máquina. Más aún, junto con la descripción de su algoritmo, realizó notas en donde visualizaba la capacidad de estos artefactos para ir más allá de los simples cálculos de números. Por ejemplo, ella escribió, "la máquina analítica podría componer piezas musicales de cualquier grado de complejidad", la cual era una opinión bastante visionaria para la época. Ella también escribió en sus notas que sólo hasta que las máquinas originaran cosas, éstas deberían de ser consideradas como que tienen mentes. De esta manera, desde los inicios de la computadora se ha visualizado la idea de que éstas no sólo se utilicen para realizar cálculos matemáticos, sino que también puedan ser capaces de crear nuevos productos y, con esto, se abre la puerta a la posibilidad de construir máquinas creativas. Poco más de un siglo después, Alan Turing y colaboradores construyeron, a manera de broma, un programa computacional que creaba cartas de amor. Un ejemplo de tales cartas decía, [inaudible] En 1956, durante la escuela de verano de Dartmouth, se identificó a la creatividad como una de las principales metas a perseguir en la nueva área de investigación llamada Inteligencia Artificial. Sin embargo, en el documento generado durante ese verano no se estableció la creatividad computacional como un proyecto de investigación. Probablemente, esta es una de las razones por las cuales el tema de la creatividad fue ampliamente ignorado durante los '60s, '70s, '80s y partes de los '90s, incluso por la propia gente que la había declarado como una de las metas principales de la inteligencia artificial. Sin embargo, si consideramos que la solución de problemas involucra el pensamiento creativo, entonces podemos encontrar algunos investigadores de la inteligencia artificial que trabajaron en crear los primeros programas que pudieran considerarse creativos. Por ejemplo, Gelernter creó un programa que, aparentemente, encontró una nueva y muy interesante demostración referente a los triángulos isósceles. Aunque, después de analizarlo, se vio que el logro era mucho menos notable de lo que parecía originalmente. En los años '70s, el equipo dirigido por Simon trabajó en modelar el descubrimiento científico. También en esa época, algunos matemáticos y artistas intentaron crear programas escritores de narrativas, músicos y pintores, aunque la mayoría con resultados poco sorprendentes. Entre los más destacados se encuentran los trabajos de Harold Cohen en pintura y los de David Cope en música. Estas son algunas de las pinturas que creaba el pintor Harold Cohen, llamado AARON, las cuales se presentaron en las principales galerías alrededor del mundo. En el caso de David Cope, él construyó un programa llamado EMI, el cual es capaz de componer nuevas piezas musicales en diferentes estilos, por ejemplo, de jazz moderno o de Bach. EMI también es capaz de producir nuevos estilos al mezclar los conocidos. Escucha las siguientes dos melodías tocadas a piano por un humano, pero una fue compuesta por Bach y la otra por EMI. ¿Cuál crees que fue creada por Bach y cuál por EMI? Este tipo de trabajo continuó hasta mediados de los '90s, cuando volvió a surgir el interés hacia la creatividad computacional por parte de las personas dedicadas a la inteligencia artificial. Como consecuencia de este creciente interés, en 1997 se eligió a la creatividad como el tema de una de las pláticas centrales de una de las principales conferencias internacionales en inteligencia artificial llamada IJCAI. Esta plática fue dada por la Doctora en psicología cognitiva Margaret Boden. El interés continuó creciendo durante los años siguientes, sumándose nuevos investigadores interesados en estudiar a la creatividad desde una perspectiva computacional. Después de más de una década, en el año 2010, se consideró que la comunidad ya había crecido y madurado lo suficiente como para establecer una conferencia internacional dedicada exclusivamente a la creatividad computacional. Desde entonces, año con año, se reúnen los expertos en esta área para compartir y debatir sus últimos avances en esta apasionante área de la inteligencia artificial llamada creatividad computacional.