[SOUND] ¿Podrán las máquinas ser creativas? Bueno, pues la respuesta depende de qué definición tomemos como creatividad. Si consideramos todas las ideas que platicamos en la primera lección, entonces lo más probable es que lo veamos como algo muy difícil y nos inclinaríamos a pensar que incluso es imposible. Sin embargo, si nos limitamos a decir que para que algo pueda considerarse creativo por lo menos debe de ser novedoso y valioso. Entonces comienza a parecer más viable el poder construir sistemas computacionales que sean capaces de generar artefactos con estas dos características, novedoso y valioso. Pero cuidado, recuerda que éstas son sólo dos características de la creatividad en las que todos parecemos estar de acuerdo. Pero no son todas, ni son suficientes. [MUSIC] ¿Podrán las máquinas ser creativas? Margaret Boden identificó tres variantes de esta pregunta. Primero, ¿las computadoras podrán, ahora o en el futuro, hacer cosas que por lo menos parezcan ser creativas? Dos, ¿las computadoras podrán, ahora o en el futuro, por lo menos aparentar que reconocen cuando algo es creativo? Por ejemplo, reconocer la creatividad de poemas creados por manos. Y tres, ¿las computadoras podrán, ahora o en el futuro, ser realmente creativas por sí mismas? Es decir, que la creatividad no se la podamos atribuir al programador ni a ningún otro agente externo. En su opinión, ¿you existen programas computacionales que son capaces de crear ideas, o artefactos que muchos de nosotros podríamos argumentar que son creativos? Y más adelante veremos varios ejemplos de éstos. Por lo tanto, para Margaret Boden, sí es posible que las computadoras puedan parecer creativas. Aunque también reconoce que siempre habrá alguien que pueda presentar un argumento en contra. Por ejemplo, alguien podría argumentar que la computadora siempre hará lo que su programador le instruyó hacer. Y, actualmente, no existe ni un solo programa computacional que indiscutiblemente parezca creativo. Con respecto a la segunda pregunta, podemos hacer dos distinciones. La primera consiste en poder reconocer la creatividad en las obras producidas por otros. Y la segunda consiste en poder reconocerla en sus propias creaciones. En ambos casos, para que una computadora pueda aparentar que reconoce cuando algo es creativo, éste debe de tener la capacidad de realizar evaluaciones críticas. Por ejemplo, de manera equivalente a lo que haría un crítico literario, lo cual suena muy complicado. Sin embargo, si consideramos que Boden contestó que sí es posible que las computadoras puedan aparentar ser creativas, entonces, éstas deben de tener mecanismos que les permitan evaluar algunos aspectos de sus propias creaciones. Por lo tanto, para Boden, las computadoras sí pueden aparentar que reconocen cuando algo es creativo. Al menos en sus propias creaciones y con ciertas limitaciones. La tercera pregunta es más complicada de contestar. En el sentido de que éste involucra debates controversiales acerca de la metafísica y moralidad. Si respondiéramos que no, entonces querría decir que no importa qué tan impresionantes pudieran ser sus creaciones. Aun así, no les otorgaríamos la cualidad de ser creativas. Y, de hecho, de ser realmente inteligentes. Boden detectó cuatro argumentos comúnmente usados para decir que no, que no pueden ni podrán nunca ser creativas las computadoras. Uno, el argumento de la materia de la que está compuesto el cerebro. Dos, el argumento del programa vacío de significado. Tres, el argumento de la consciencia, y cuatro, el argumento de que no es humana. El primer argumento se basa en la hipótesis de que la neuroproteína es un tipo de materia que puede soportar la inteligencia. Mientras que el metal y el silicón, no. Esto implica que las computadoras hechas de materiales inorgánicos, jamás podrán ser creativas. Por lo tanto, sólo aquellas computadoras hechas de materiales biológicos podrían alguna vez considerarse como verdaderos pensadores. En pocas palabras, si no hay bioquímica, no hay creatividad. Sin embargo, la ciencia acepta que puede ser posible que existan seres inteligentes extraterrestres cuya inteligencia no esté basada en neuroproteínas. Entonces, ¿por qué no pueden estar basadas en metal y en silicón? Además, lo que sabemos acerca de cómo funciona la creatividad humana, a nivel bioquímico y otros niveles, es muy poco. De hecho, no se ha probado que exista una dependencia entre materia y mente. Entonces, ¿por qué no podría darse con metal y silicón? Por lo tanto, este argumento es aún inconcluso. Dejando abierta la posibilidad de que, en un futuro conforme la ciencia avance, pueda tener sentido que el metal y el silicón sean capaces de formar una mente. El segundo argumento se basa en hacer la siguiente afirmación filosófica. Todos los símbolos que maneja un programa por computadora no tienen ningún significado para ésta. Esta idea se ejemplifica muy bien con la historia del cuarto chino descrita por John Searl, del cual you se habló en el primer curso de esta especialidad. De acuerdo a este argumento, un programa computacional jamás podrá comprender realmente un poema, ni podrá apreciar realmente una pieza musical, y en consecuencia, jamás podría ser creativo. Sin embargo, Boden considera que debido a que Searl asume que los programas computacionales carecen de significado, él hace la analogía equivocada. Es decir, ella cree que un programa computacional debería de compararse contigo en el cuarto, comprendiendo las reglas del libro escrito en español. Y no contigo manipulando los garabatos escritos en chino. Una consecuencia importante de hacer este cambio de analogía consiste en que la analogía de Searl, un carácter chino, es un garabato sin sentido que no nos causa nada en nuestra mente más allá de apreciarlo por sus formas. En cambio, en la analogía de Boden, vemos a un garabato como algo que representa a una palabra en español y que comprendemos, haciendo que se disparen ciertos procesos en nuestras mentes. Tales como el detectar ciertas estructuras gramaticales, recordar ciertas ideas relacionadas, provocar ciertas emociones, e incluso puede causar acciones corporales como pasar la hoja de papel por la ranura del cuarto chino. Y esta es una gran diferencia you que entonces podemos ver a una palabra en un lenguaje que uno entiende Como si fuera un mini programa que causa que ciertos procesos ejecuten nuestras mentes. Y lo mismo aplica para un programa computacional, you que éste debe de conocer el lenguaje en el cual está escrito el libro de reglas y cuando entiende una palabra de una cierta regla, se ejecutan ciertas acciones. Por supuesto, su nivel de entendimiento es muy básico. Lo cual nos lleva a pensar que la pregunta importante a hacernos no es qué es lo que las máquinas pueden comprender y qué no. Sino más bien, ¿qué cosas necesitaría ser capáz de hacer una máquina biológica o no, para poder comprender? La respuesta no incluye sólo el responder y actuar en nuestro ambiente, sino también construir estructuras internas de muchos tipos diferentes. Las computadoras actuales pueden hacer algunas de estas cosas, pero carecen de maneras de situarse ellas mismas en un ambiente externo significativo que incluso los insectos pueden hacer. Los robots con sensores eficientes y órganos motores podrían ser más como los insectos. Pero para hablar de creatividad, necesitarían también ser capaces de construir diferentes tipos de conceptos, así como de contar con mecanismos para combinarlos, explorarlos, y transformarlos. El tercer argumento afirma que la creatividad requiere de consciencia, y que ninguna computadora podrá nunca ser consciente realmente. Por lo tanto, nunca podrán ser creativas. Pero, un momento, la palabra consciencia es una palabra con varios significados, y de acuerdo a Boden, el tipo de consciencia que es esencial para la creatividad, Es aquella relacionada con la evaluación autorreflexiva. Es decir, un sistema creativo debe de ser capaz de preguntarse y contestarse preguntas acerca de sus propias ideas. Por ejemplo, ¿la idea que acabo de tener es interesante? ¿Por qué? ¿En qué difiere de las que you conozco?, etcétera. Y este tipo de preguntas you las pueden realizar programas computacionales. Por ejemplo, un matemático artificial llamado AM, puede preguntarse si sus nuevas categorías generadas son matemáticamente interesantes. Y si lo son, entonces las explora más profundamente y las reporta como salida del programa. Este tipo de sistemas nos permite concebir la posibilidad de que los programas computacionales del futuro serán capaces de representar y de reflexionar acerca de la novedad y valor de sus ideas de manera más profundas. En este sentido del término conciencia, Boden no ve ningún motivo por el cual en principio las computadoras no puedan ser concientes. Por supuesto, hay otro sentidos más del término, pero es tan poco lo que sabemos acerca de la conciencia, que cuando decimos con tanta confianza que nosotros somos conscientes, difícilmente sabemos cómo explicar a qué nos referimos. Por lo tanto, realmente no estamos en posición de poder afirmar que las computadoras no son y nunca podrán ser conscientes. El cuarto y último argumento que suele usarse para afirmar que las computadoras no pueden ser creativas es aquél en el que simplemente decimos que no pueden serlo porque no son humanas. Este argumento no es una hipótesis científica, es más bien una actitud que tomamos hacía las computadoras. En la que simplemente porque sí, no le otorgamos la capacidad creativa. Porque, de otro modo, si una computadora hubiera propuesto, por ejemplo, el arte impresionista, la hubiéramos considerado impertinente. Es decir, podemos tolerar que algunos humanos reten nuestras convenciones estéticas, pero otra cosa sería tolerarla de computadoras. Y si lo hicieran, tendríamos que otorgarles el derecho de ser escuchadas. De poder persuadir a otros, y el derecho de perseguir sus propios intereses de la misma manera en la que todos nosotros tenemos ese derecho por el simple hecho de ser miembros de la comunidad humana. Es así que para Boden y para muchos de nosotros, la pregunta ¿una computadora puede o podrá ser realmente creativa? Es aún una pregunta sin respuesta. [MUSIC]