Vamos a hablar de el pensamiento que no es directo, el pensamiento al que le damos la vuelta para poder abrir todo un caudal de posibilidades de solución. Imagínate que te preguntas como, ¿me debo casar con esta persona? Oye, es para el resto de mi vida. El futuro depende de la universidad a la que voy a entrar. ¿Qué voy a hacer? ¿Cómo hago el platillo que sea el ganador de este certamen? Son preguntas tan fuertes. tan centradas que pueden paralizarnos porque van directo hacia el objetivo. Y a veces eso resulta muy amenazante. En contraposición con esto, vamos a ver una opción diferente. Vamos a entrar por la cocina, por la puerta de atrás. Y de esa manera vamos a estar saltando las barreras racionales que nos imponemos a nosotros mismos cuando la importancia de ese problema es enorme. Esto implica pensar de manera analógica en otro contexto que no es amenazante e incluso puede ser muy agradable. Y vamos a ver dos tipos de estrategias, una tiene que ver con contar historias. Las historias se han usado en otros contextos de manera muy exitosa, por ejemplo Judson y Egan en el campo educativo sugieren el uso de historias para dar los contenidos educativos en los diferentes niveles escolares. Esto implica mayor probabilidad de éxito en el recuerdo de estos contenidos escolares. Vamos a ver un ejemplo concreto. Imaginemos a un joven que está en el dilema de, ¿debo renunciar a mi sueño de viajar por todo el mundo por mi necesidad de trabajar? A la mejor va y se lo platica a su comadre o a su amigo, y ellos podrían contestarle sí renuncia o ¡no, debes trabajar! o ¡sí! vete a viajar. Pero eso como tal no hace que el participe en esa decisión. Entonces a la mejor una tercera persona de sus amistades le dice te voy a contar una historia. Se trata de este señor que yo conocía que tenía mucho sobrepeso. Realmente estaba muy, muy molesto con tener este sobrepeso pero por otro lado le encantaba comer rico. Entonces fue con un terapeuta y este terapeuta le dijo, yo creo que para usted es muy importante la comida y disfruta enormemente pensar en ella, prepararla y comerla. Así es que le voy a pedir que dedique dos horas cada mañana a planear qué es lo que va a comer ese día. Todos los detalles, ¿cuáles son los ingredientes? ¿Cómo lo va a hacer? ¿Cómo lo va a preparar? ¿En qué platón? ¿Con qué servilletas lo va a lucir? Y después de eso se va usted a ir a trabajar un poco hacia esa consecución de un platillo delicioso caminando tres kilómetros hasta la tienda donde va a comprar todos los ingredientes. Durante el trayecto debe ir pensando cómo perfeccionar ese platillo, igual de vuelta. Cuando llegue a casa hará la preparación y finalmente disfrutará de ese manjar. ¿Qué crees que paso? Pues claro que enflaco muchísimo porque todo ese ejercicio adicional contribuyó que enflacara y además a que disfrutara porciones a la mejor más pequeñas. ¿Cómo se relaciona esta historia con el problema de este muchacho que dice, debo renunciar a mi sueño de viajar porque tengo que trabajar? A la mejor después de esto concluye que puede conseguirse un trabajo que implique muchos viajes.