Tal y como veníamos advirtiendo los actores públicos no son los únicos que juegan un papel relevante en las políticas públicas. También hay actores privados que influyen y mucho, en esas políticas. Entre los actores privados podemos distinguir entre aquellos que persiguen un interés privado, particular, por ejemplo, grupos de interés o lobbies, que presionan a los gobiernos para beneficiarse de las políticas públicas, y otros actores que persiguen intereses de carácter público, de carácter colectivo. Por ejemplo, organizaciones sociales, que quieren provocar cambio social, movimientos sociales que reivindican determinadas mejoras, o organizaciones del tercer sector, que implementan servicios de carácter colectivo. En cualquier política pública además de las instituciones públicas, de las autoridades tenemos otros grupos. Hablamos de los grupos objetivo, de los beneficiarios finales y de los grupos tercero. Los grupos objetivos son aquellos que causan el problema. Sobre ellos la política pública, la Administración, acaba determinando obligaciones o otorgando derechos. Por ejemplo, determinadas empresas que contaminan. La Administración decide prohibir esas empresas o prohibir esa contaminación. Quien origina el problema es la empresa, la Administración actúa prohibiendo. Por ejemplo, constructores que quieren urbanizar en un determinado espacio. La Administración puede actuar autorizando esa construcción. O agricultores que la Administración quiere promover, pues la Administración actúa subvencionando a esos agricultores. Todos ellos son grupos objetivo porque están en el origen del problema que se quiere resolver. Luego tenemos los beneficiarios finales. Son aquellos afectados directamente por el problema. Por lo tanto, también son aquellos que se benefician de la solución del problema. Por eso los llamamos beneficiarios finales. Muchas veces son difusos, son un conjunto de población que no se organiza y por lo tanto que tampoco actúa. En otras ocasiones sin embargo, sí que se organizan y se movilizan reivindicando esas mejoras. Por último tendríamos los grupos terceros. Las políticas públicas no van dirigidas a ellos, no van dirigidas a los grupos tercero, sin embargo, son grupos que pueden beneficiarse o verse afectados por el resultado de esa política, es decir, su comportamiento se va a ver afectado por la política en positivo o en negativo. Vamos a poner un ejemplo para verlo más claro. Decíamos antes, una empresa que contamina, la empresa es el grupo objetivo, es quien genera el problema. ¿Quién se va a beneficiar de la solución del problema que puede ser, por ejemplo, la instalación de unos filtros para evitar la contaminación? Los beneficiarios van a ser aquella población que reside alrededor de la empresa. Si se resuelve el problema de contaminación ellos se van a beneficiar, son los beneficiarios finales. Pero luego tenemos grupos tercero. Por ejemplo, aquellas empresas que van a suministrar los filtros para evitar la contaminación, van a beneficiarse de la política sin que la política esté dirigida específicamente a ellos. Luego tendremos otros grupos que pueden verse perjudicados. Por ejemplo los consumidores de los productos que produce esa empresa, que quizá van a ver cómo el precio de esos productos incrementa. Esos consumidores van a ser afectados como grupos terceros. Este es el triángulo base de las políticas públicas. Autoridades, grupos objetivos y beneficiarios finales con además, beneficiarios y afectados terceros. Detengámonos ahora en las organizaciones sociales. Se trata de actores privados que representan una forma de participación en la social, distinta a las formas de participación que promueven las instituciones, participación a través de la autoorganización, queriendo incidir en la cosa pública, en la esfera pública. Han existido históricamente, tenemos por ejemplo, las asociaciones de carácter más tradicional como pueden ser los sindicatos, o las asociaciones de vecinos. Luego tenemos también organizaciones del tercer sector, que prestan servicios de carácter colectivo. Y tenemos también los movimientos sociales, un término que you se acuñó a finales del siglo XIX, para hacer referencia a organizaciones no formales, que quieren influir sobre el Estado, sobre las políticas. De hecho inicialmente querían apropiarse del Estado con la finalidad de provocar un cambio social con estrategias no convencionales. Un gran ejemplo de ello son, es el movimiento obrero, por ejemplo. Más recientemente a finales del siglo XX empezamos a hablar de los nuevos movimientos sociales. ¿En qué se distinguían de los anteriores? Básicamente eran más asamblearios, una organización más horizontal, se focalizaban en determinados temas, en determinadas reivindicaciones más concretas, el ecologismo, el feminismo, el pacifismo, el movimiento ocupa, por ejemplo. Utilizaban también formas de participación, de reivindicación no convencionales, algunas incluso de carácter lúdico, y presentaban una menor relación, una poca relación con la política de las instituciones, planteando incluso espacios alternativos, espacios de autonomía. Más recientemente incluso, con los cambios que estamos viviendo con la crisis actual vemos también nuevos activismos de carácter quizá más urbano, son lo que llamamos los nuevos activismos urbanos. En el escenario actual tenemos una sociedad más compleja, con nuevas generaciones que están en situación de extremada precariedad de desempleo, pero que además son generaciones altamente formadas, con un background cultural muy elevado. Ello ha dado lugar a nuevas formas de organización, a nuevos activismos, mucho más heterogéneos, mucho más diversos, no tan autoreferenciales, que buscan aliarse entre ellos. Con formas de organización seguramente más débiles, que además utilizan Internet, utilizan las redes, por tanto que no necesitan tanto de esa estructura, organización de intermediación porque lo hacen a través de las redes sociales. Que utilizan canales alternativos, hasta el punto de llegar a generar discursos alternativos a los grandes medios de comunicación de masas a través de canales de televisión por internet o de otros mecanismos que han situado su discurso, sus debates en medio de la agenda política sin necesidad de tener que utilizar los medios de comunicación de masas. Muchos de ellos centrados en proyectos a lo mejor más locales y que utilizan prácticas de lo que llamamos innovación social. Es decir, prácticas de implementación de soluciones a los problemas colectivos. Implementación de soluciones desde la sociedad, al margen del Estado, a veces colaborando con el Estado, pero a veces de forma totalmente disidente. Por lo tanto, servicios, bienes, productos que son producidos fuera del Estado para solucionar problemas colectivos. A eso le llamamos innovación social y es hacia donde está avanzando actualmente la participación de la ciudadanía en lo colectivo. Estas nuevas formas de actuación, de organización, de movilización social tiende a actuar con una triple estrategia. Hablamos en primer de una estrategia de incidencia, es decir, por un lado quieren incidir en la esfera pública, quieren incidir en la toma de decisiones e incluso quieren cambiar el sistema, cambiar las leyes. En segundo caso cuando es necesario actúan con lógicas de resistencia, de protesta, se movilizan protestando también. En tercer lugar, como decíamos ahora complementan esa doble actuación con una tercera pata que es la disidencia, la implementación de soluciones al margen del Estado. Un ejemplo de ello es la plataforma de afectados por la hipoteca en España. Actúan con esa triple lógica de incidencia, resistencia y disidencia. Por un lado quieren incidir en la ley, quieren cambiar la ley. Por ello impulsaron una iniciativa legislativa popular, recogiendo firmas para proponer una ley que llevaron al Congreso de los diputados, que no prosperó, pero que tenía esa intención de modificar la Ley hipotecaria. Al mismo tiempo actúan con lógicas de resistencia, se movilizan, protestan. Cada vez que hay un desahucio van delante de la casa que va a ser desahuciada y protestan, intentan frenarlo a través de la resistencia. Y en tercer lugar utilizan también prácticas de disidencia. Dos ejemplos muy claros, uno es cuando van a las entidades financieras a intentar mediar frente a los desahucios, una cosa que no ha hecho el Estado, no han hecho los ayuntamientos, no han hecho los gobiernos regionales y no han hecho el gobierno central. Nadie empezó a negociar con las entidades financieras para frenar desahucios. Lo hizo la plataforma de afectados por la hipoteca. Y consiguieron frenar muchos desahucios. Y consiguieron la dación en pago, en muchos casos. Por lo tanto, implementan una solución cuando el Estado no está respondiendo frente al problema. Otro ejemplo es lo que llaman la obra social de la plataforma de afectados por la hipoteca. Consiste en ocupar viviendas desocupadas propiedad de los bancos y ofrecer esas viviendas a las familias desahuciadas. Muchas veces intentado lograr un acuerdo con el banco y implementar un alquiler social, pero en cualquier caso es una solución para dar respuesta a aquellas familias que se están quedando sin vivienda. Por lo tanto, esta triple lógica de actuación, resistencia, disidencia pero también incidencia porque la plataforma de afectados por la hipoteca ha conseguido frenar más de 1000 desahucios. Pero en España tenemos más de 60000 desahucios al año. Por lo tanto las estrategias, las prácticas de disidencia no son suficientes. Hay que cambiar la ley si se quiere tener una incidencia real, hay que lograr influir en las instituciones porque es allí donde se elaboran las políticas públicas, donde se toman las decisiones y donde se implementan esas soluciones.