Post experiencia empírica de los que hemos estado en el gobierno para
poder haber alcanzado algunas conclusiones sobre estas cuestiones, porque yo,
por ejemplo, es la primera vez que se me plantea de esta forma.
Y en cambio existe una abundante base de datos para que los
académicos podáis trabajar sobre ella, ¿no?
Y empezar a desgranar las cosas, a ver cuales de estos modelos responden más a la
realidad de nuestra propia experiencia.
Y yo diría que ahí, hay dos grandes cuestiones para mí, desde mi
punto de vista, que en parte condicionan mucho la respuesta a esto que me plantea.
Una primera es cuando uno accede al gobierno y después cuando está gobernando,
tiene un proyecto político en la cabeza, es decir, llega alguien con un proyecto,
un proyecto quiere decir con unos objetivos, de qué hay que hacer,
a qué ritmos, con qué medios.
O no.
O llega allí simplemente a gestionar de la mejor forma posible la realidad.
¡Cuidado!
Esto no quiere decir que si llega con un proyecto uno tiene que
acabar gestionando de la mejor forma posible la realidad.
Pero no es lo mismo,
porque tener un proyecto y tener unos objetivos te ayuda mucho, claro.
Si no es muy difícil saber si los pasos que das van en la buena dirección.
Cuando no sabes hacia dónde quieres ir.
Ahora, esta es una primera cuestión bastante importante.
Y mi experiencia es que,
en mi caso, al menos, en el caso del gobierno que yo formo mi parte,
presedido primero por Pasqual Maragall y luego por el presidente Montilla.
A veces se llega con un capital acumulado, una tarea previa hecha con ilusión,
contando con gente muy buena, se han hecho equipos que han aportado mucho.
O sea, con un capital acumulado y este capital se va amortizando sin reponerlo.
Esto sí que suele ocurrir.
De manera que tiene que haber una exigencia constante para ir primero,
poniendo al día con la prueba de la realidad este proyecto.
Claro, el proyecto es un proyecto hecho desde la alternativa, desde la oposición,
en el cual puede haber muchísimas aportaciones del mundo académico.
Pero, pero luego viene la realidad y hay que adaptarlo, ¿no?
Y luego reponerlo.
A medida que vas alcanzando algunos de estos objetivos,
algunos a veces alcanzan, saber que, o los vas reponiendo o llegará un
momento en que te limitarás a gestionar sin saber muy bien porqué la realidad.
Y, y esto no es fácil.
Que cuando uno llega, muchas veces ocurre,
sobre todo cuando en momentos de cambio de fondo, ¿no?
Que existe una gran ilusión colectiva, que ésta se transmite socialmente.
Por ejemplo, el presidente Maragall fue capaz de hacerlo, esto.
Y que existe un, una gran aportación del mundo académico, de expertos,
de gente que ayuda, de grupos de trabajo.
Y curiosamente, cuando se llega al gobierno,
esto se va perdiendo, en lugar de irse enriqueciendo.
De manera que es un primer tema muy importante.
Luego está la realidad que es un segundo aspecto.
Es decir, las restricciones quien pone la realidad, hacer cualquier cosa.
Y esto vale para, para todos los objetivos políticos,
para todos los departamentos, no solo para el,
el que tiene la responsabilidad de gestionar el presupuesto.
Aunque ahí, son todavía más evidentes.
Y es verdad que muchas veces el margen de maniobra es reducido.
Aquí en estos casos,
siempre he sido partidario de ser muy ambicioso en la fijación de los objetivos.
En parte por esto es importante el proyecto.
Y luego, muy realista, muy gradual,
muy pragmático en el ritmo al que se van a alcanzar.
Porque este ritmo viene impuesto por un conjunto de restricciones muy fuertes.
Las presupuestarias, es evidente.
Las, las resistencias enormes de la administración ante cualquier cambio,
que son muy grandes.
Cualquier cambio suscita siempre resistencias al cambio, ¿no?
Y todo esto hay que acompasarlo.
Pero sí, el peso de la inercia es muy grande.
La administración es muy grande y hay que estar permanentemente en tensión con
espíritu de permanente, yo digo, la resistencia al cambio es muy
grande y por lo tanto, sin una voluntad de cambio,
muy, muy, muy, muy, muy permanente, muy si se quiere decir,
no se tira de la, de la cuerda, el carro no sube ¿verdad?
Cuando la cuerda queda.
Incluso para que el carro, estamos ante,
normalmente ante la situación en la que hay una cuesta, ¿verdad?
Y hay que tirar del carro.
Y hay que tirar más de la inercia que tiene el carro para irse para abajo,
porque si tiras a donde se va a caer, simplemente se queda donde está.
Y muchas veces si se tira menos,
si la inercia es muy forzosa, el carro va descendiendo, ¿no?
Cuesta abajo.
No, la realidad no es que interfiera, cuando interfiere mal, no
quiere decir que se ha ido el gobierno con un proyecto que está fuera de la realidad.
Y dice, hombre, pero si existe la realidad, ¿no?
La realidad es que es la base sobre la que se ha quedado la política.
Yo recuerdo que hace muchos y muchos años, una vez leyendo una entrevista,
o viéndole, viéndole, viéndole por tele en un documental, me sorprendió una frase
del presidente de Gaulle que decía, es que la política se basa en la realidad.
Y yo, ingenuamente, era muy joven, pensé, hombre, pero esto es una obviedad,
¿sobre qué se va a basar la política?
No se puede imaginar cuantas veces en mi figura política he tenido que recordar,
he tenido que recordar pensando, qué razón que tenía aquel hombre,
esta frase, porque muchísimos de los problemas que tenemos en la
vida política es por ignorar este principio tan obvio.
La política se basa en la realidad.
El problema es que se debe basar en la realidad desde
mi pensamiento político para transformarla, no para dejarla donde está.
O sea, el liderazgo político,
la política no se puede hacer sin liderazgo y sin proyecto.
Es decir, sin capacidad de decir hacia dónde queremos ir.
Proyecto.
Y capacidad para conseguir que una mayoría social,
pues respalde el avance hacia este objetivo.
Cuando avanzar hacia este objetivo impone sacrificios,
impone esfuerzos, es decir, cuando no es claro,
cuando no es un viaje pagado a bordo de, del mejor crucero del mundo ¿no?
Es decir, cuando existe esta confianza invisible entre el dirigente y
una mayoría social para hacer cambios, para avanzar.
Todo cambio es complicado porque los perdedores se manifiestan siempre,
o los que piensan que van a perder, porque a lo mejor no lo son, si piensan que
van a perder se manifiestan de una forma activa porque son perdedores reales.
Y los ganadores son ganadores potenciales, y por lo tanto no se manifiestan de una
forma muy activa, muchas veces desconfían hasta de las promesas de los políticos.
De forma que conseguir que haya una mayoría social que se de cuenta de que
aquel cambio va a ser beneficioso para esta mayoría y que apoye los cambios,
a pesar de las resistencias de algunos, es siempre muy complicado.
Si estos algunos además tienen una capacidad de influencia muy grande ¿no?
you no digamos, porque son muy poderosos económicamente, por ejemplo,
y son capaces de movilizar la opinión pública, todavía es más complicado.
El que está al frente del gobierno, representa a la
institución y ésta no es un actor más del conjunto.
Esta es la institución que representa al conjunto,
de manera que su tarea es tratar de, de representar el interés público,
el interés de la mayoría social para avanzar hacia ella y hacer lo posible.
Lo cual quiere decir, hacer posible que exista este soporte social,
que muchas veces nos alcanza sin pactos, sin concesiones mutuas,
sin que nadie pueda alcanzar el 100 por 100 de aquello que quería.
Hay erosión democrática si el gobierno cede a intereses personales sin pensar el
interés personal, naturalmente, y esto es lo que debe evitar.
Un gobierno, un gobierno debe, tiene
la obligación de intentar de hacer posible políticamente aquello que es necesario
según su punto de vista y que, y que, y que corresponde al interés general, ¿no?
Y naturalmente, el interés personal puede ser presentado de distintas maneras,
y a su proyecto político, porque todos los que se presentan a las elecciones piensan,
bueno, no todos, algunos you saben que tienen una vocación testimonial, ¿no?
Representan solo una parte de la sociedad.
Pero como mínimo, suele haber más de una fuerza política,
un par de fuerzas políticas, que piensan que representan el interés general.
Y su obligación es tratar de establecer las complicidades necesarias para
hacer lo posible.
Pero una cosa es complicidad y otra promiscuidad.
Complicidad sí, promiscuidad no.
Complicidad quiere decir haciendo cada uno su papel.
Sin mezclar los papeles de unos y de otros.
En Catatán decimos sin barrejant llibretes, sin mezclar libretas.
Que no tiene traducción muy fácil, en su significado.
Eso es lo que hay que hacer,
claro que hay que establecer complicidad y hablar con los actores sociales, pero
sabiendo que hablando de poder económico que los empresarios no tienen que
decidir lo que va en el boletín oficial ni el político tiene que decidir quién tiene
que estar en un consejo de administración o dónde tiene que invertir un banco.
Pero hay complicidades, claro que las hay.
Para alcanzar estos objetivos, no?