Hola, mi nombre es Fernando Vallespin, y me gustaría hablar sobre un tema que creo que es importante, que es el valor que hoy tiene lo político en unos momentos en los cuales, se está reconfigurando completamente el poder. Por eso cuando hablamos de política y políticas, yo creo que es muy importante tener ese trasfondo, saber cuál es ese trasfondo para, poder analizar con mayor conocimiento de causa lo que está ocurriendo, desde la perspectiva política, exclusivamente. Y a este respecto, me parece muy didáctica, una distinción que hace Simund Bouman, cuando distingue entre, por un lado, el poder, que para él es la capacidad para hacer cosas, la capacidad para conseguir, conseguir fines sociales, Y por otra parte sería, la política, que es la capacidad para decidir cómo queremos hacer las cosas. Por tanto, tradicionalmente las dos ideas iban unidas, el poder se encuadraba dentro de lo político, dentro del Estado, dentro de las instituciones, que nos encontramos con que se ha producido una clara escisión. El poder va por un lado, y la política va por otro. Esto lo sabemos fundamentalmente cuando analizamos la globalización, que es además el caso que permitió a Bouman introducir esta distinción. Pero también, yo creo que se puede incorporar a otro tipo de reflexión, que es cuáles son los límites de lo político cuando tiene que enfrentarse a un mundo tan complejo, como el mundo en el que vivimos. Y cuando hablo de complejidad aquí, me estoy refiriendo a que la política you no es la sede de las decisiones fundamentales que se adoptan en una sociedad, sino que en muchos casos la política tiene que actuar en rescate de esa sociedad. La política no decide cómo debe vivir esa sociedad, sino cómo puede defenderse esa sociedad, frente a poderes que you no controla. Esta complejidad también tiene que ver con que cada vez se nos reduce menos el ámbito de la acción, aunque parezca una paradoja. Aquí, me estoy refiriendo, específicamente ahora a la incapacidad creciente que tienen los organismos políticos para regular sectores, que, digamos, cuyo control se escapa a su capacidad política efectiva. Es decir you se escapan a un control político, y evidentemente al escaparse de un control político, se escapan también por parte de los ciudadanos a un control democrático de esos procesos políticos. Nuestro mundo es un mundo crecientemente tecnificado, es un mundo donde la mayoría de las, donde la mayoría de las decisiones son adoptadas por personas, grupos, instituciones, empresas, que están en posesión de un conocimiento experto. Esas personas, esas instituciones, esas empresas, al final, tienen la capacidad de imponer ese conocimiento como una necesidad en sí misma, sin cuestionar si, caben otro tipo de alternativas para resolver problemas. Un ejemplo puede ser, digamos las políticas energéticas, cuales, digamos la reconciliación entre democracia y tecnocracia, que en el fondo es lo que subyace a esta disyuntiva que yo estoy presentando aquí, lo dice, o se puede ver muy claramente. O sea, desde la perspectiva de la teoría democratica obviamente el conocimiento experto lo que hace es ofrecernos alternativas, que después los ciudadanos compramos o no. Compramos una, y no compramos otra. Optamos por una, mayoritariamente. Y en teoría esa es la alternativa que tenemos que aplicar. Lo que ocurre es que muchas veces, el conocimiento experto, lo que hace es invadir esa capacidad de decisión del ciudadano presentando una de las opciones, como la única posible. Lo hemos vivido muy recientemente, lo vemos siempre, casi siempre en las disputas sobre políticas energéticas, pero lo hemos vivido muy recientemente en Europa en todo lo que se refiere a la gestión de la crisis. Sólo ha habido una opción que realmente se ha tomado en serio, como la única posibilidad, que es precisamente esta de las políticas de austeridad y las reformas en la dirección precisamente, que se impuso desde Berlín y desde Frankfurt. ¿Qué es lo que... ? ¿Cuál es la conclusión a lo que podemos llegar en esa primera impresión? Pues la conclusión a lo que podemos llegar es que la política no solamente tiene que ver con la elección de una opción para una sociedad en un campo determinado, sino que la política, lo que hace muchas veces, es adaptarse a los códigos, las lógicas, el poder fáctico que existe y que penetra activamente dentro de cada uno de esos ámbitos. Pero no entendemos nada de la política, si no somos conscientes de que hay un papel para la acción pero que ese papel de la acción siempre, inevitablemente, tiene que adaptarse, tiene que estar inmerso entre todo un conjunto de sistemas que lo afectan y lo afectan muy directamente. Una de las grandes decepciones a la que nos tiene acostumbrada la democracia, deriva precisamente de esto. La democracia parte de la base de que los ciudadanos tienen capacidad de acción para transformar el mundo en el que viven. ¿Cómo se traduce esa energía ciudadana despues en decisiones políticas concretas? Ahí es dónde entra, entramos you, salimos del ámbito de la política y entramos en el ámbito de las políticas. Y una vez que entramos en el ámbito de las políticas, entramos, para poner una metáfora, en un ámbito en el que esa energía, digamos, ese agua, ¿no?, que fluye sobre el sistema político, de abajo a arriba, desde los ciudadanos hacia el propio sistema, ese agua, pues aparece dentro de todo un conjunto de canalizaciones donde, digamos, al final las propias canalizaciones van dispersando el agua de tal manera que cuando llega a su destino, pues, en vez de caer torrentes, pues acaban cayendo gotitas. Se que es una metáfora torpe pero no se me ocurre otra, para describir lo que muchas veces ocurre sobre todo para describir esa relación entre lo que es la política de la democracia montada sobre una idea casi prometéica, de que los ciudadanos son actores que dotan a otros actores, los políticos de la capacidad para la acción. Luego los políticos encuentran con que se introducen en un laberinto, en el que esa acción, al final, aparece condicionada por cada uno de los recobecos que se van encontrando en el mismo. Cómo organizar este caos es algo que es objeto de estudio por parte de mis colegas expertos en políticas públicas, porque es a ellos a quienes les compete la difícil tarea de hacer posible, digamos que la canalización entre la energía ciudadana y el destino que los ciudadanos quieren que se vea esa energía, sea lo más eficaz posible. Es decir, la canalización sea directa, que no se pierda en otras canalizaciones que, al final, no acaban conduciendo a ninguna parte.