[MÚSICA] [MÚSICA] [MÚSICA] Hasta el momento en el desarrollo del curso, nos hemos enfocado en aprender sobre los derechos humanos. Hemos discutido su historia, ciertos aspectos conceptuales y hemos escuchado entrevistas con algunos funcionarios encargados de su protección. En este punto quisiéramos conectar esa discusión con la idea de democracia y explorar algunos de los desafíos que esta relación genera. Así en primer lugar aprenderemos por qué la democracia y los derechos humanos son complementos necesarios. La democracia es el contexto ideal para la protección de los derechos y los derechos humanos son necesarios para la construcción de una democracia vibrante. Pero esta relación genera también en ocasiones algunas fricciones. Hacia el final de este vídeo, hablaremos un poco de esas tensiones y la forma en que, de hecho, fortalecen tanto la democracia como la protección de los derechos humanos. Pero comencemos por el principio, por el concepto de democracia. Como habrás escuchado en algún momento, este es un sistema de gobierno en el que el pueblo decide los asuntos más importantes. Por eso se llama democracia, porque demos quiere decir gente del común en griego. Hace muchos años con sociedades menos complejas, era posible que todo el pueblo se reuniera para tomar decisiones, aunque en verdad nunca fue verdaderamente todo el pueblo. Se excluían usualmente a las mujeres, a los esclavos y a los extranjeros. Sin embargo, en el mundo actual esa participación directa es más difícil, por lo que la democracia actualmente implica elecciones. De tal forma que el pueblo pueda elegir a sus representantes, quiénes a su vez toman las decisiones. Y es allí donde se da la conexión de complementariedad más evidente entre democracia y derechos humanos. Los derechos humanos garantizan elecciones libres y genuinas en condiciones de igualdad política. ¿Cómo lo hacen? Es útil pensarlo como si estuviéramos construyendo una casa. Primero que todo los derechos humanos cientan los cimientos de la democracia, a través del derecho al voto y a la participación política igualitaria. En segundo lugar, los derechos humanos también fijan las paredes de la casa, pues crean las condiciones básicas para que el debate democrático ocurra. Y finalmente, los derechos humanos también abren las puertas para que todos podamos participar efectivamente de la democracia particularmente a través de la protección de las minorías. Entonces primero, los cimientos. El derecho al voto y a la participación política igualitaria permite a todos tomar parte del proceso político, sea presentándonos como candidatos o candidatas a los cargos de elección popular o también las elecciones. Sin una garantía básica de participación, es imposible tener una democracia real, así tengamos elecciones periódicas y formalmente libres. Piensa por ejemplo en el caso de Sudáfrica, de 1948 a 1994 el gobierno blanco de ese país mantuvo vigente un sistema de segregación racial llamado Apartheid, en el que las personas de color no podían votar ni ser elegidos en la mayoría de los cargos públicos. Ante una violación de la igualdad de esas proporciones una democracia es en realidad imposible. Los derechos humanos también fijan las paredes y el techo de la casa, pues dan el marco de garantías para hacer posible la formación de un debate democrático, generando las condiciones para que la participación del pueblo sea efectiva y no solamente cosmética. El derecho a la libertad de expresión, nos da la oportunidad a emitir y recibir información libremente sin la cual no puede existir un debate democrático significativo. A su vez la libertad de asociación permite la formación de partidos políticos y otros movimientos sociales que son por supuesto claves para una democracia. Esas eran garantías que estaban ausentes en el caso de Sudáfrica, donde las personas de color veían restringidas su libertad de expresarse libremente, de asociarse o de acceder a la información. Por ese motivo aún si hubiesen tenido derecho al voto que no lo tenían, su participación en el proceso democrático habría sido poco efectiva. Finalmente, los derechos humanos crean ciertas protecciones especiales a las minorías que abren a todos, particularmente a los más débiles, la puerta de esa casa que es la democracia. En algunos países de América Latina por ejemplo, se han creado escaños especiales en el congreso que solo pueden ser ocupados por partidos indígenas o de afrodescendientes. De esa forma se busca contrarrestar los efectos de una larga historia de exclusión de minorías a través del reconocimiento de derechos especiales de participación en el proceso democrático. Como vemos, los derechos humanos crean las condiciones básicas para que exista una verdadera democracia. Y en la misma forma, un sistema de gobierno democrático establece un contexto favorable para la protección de los derechos humanos. El hecho que el Estado deba reflejar la voluntad popular en sus decisiones, hace que sea más probable al menos en principio que los derechos humanos sean protegidos. Y de igual forma sabemos que, en sistemas no democráticos como las dictaduras en América Latina durante los años 70 y 80 las violaciones de derechos humanos son mucho más comunes. Ahora bien, esa complementariedad profunda entre democracia y derechos humanos no está libre de ciertas tensiones. Uno de los desafíos centrales radica en el poder de las mayorías en una democracia. Parte de la esencia del proceso de toma de decisiones democrático es que en principio se respeta la regla de las mayorías. Si la mayor parte de la población respalda una decisión, a veces se dice que esa decisión es democrática. Pero al mismo tiempo, parte de la esencia de los derechos humanos es la protección de las minorías, es decir, aún si la mayoría de la población considera que una decisión es correcta, esa decisión aún puede ser violatoria a los derechos de una minoría. Así por ejemplo, aún si la mayoría de la población considera que las parejas del mismo sexo no deberían tener los mismos derechos que las parejas heterosexuales, este apoyo mayoritario no quiere decir que esa decisión no viole los derechos de la población LGBTI. No son por lo tanto antidemocráticas las cortes que cuestionan decisiones de las mayorías para defender los derechos humanos y proteger las minorías, por ejemplo ordenando que se reconozca el matrimonio igualitario. Las tensiones que hay entre democracia y derechos humanos, generan algunas problemáticas que son particularmente interesantes en América Latina. Por ese motivo le preguntamos a Manuel José Cepeda para que nos explicara la relación entre democracia, derechos humanos y el rol del poder judicial en América Latina. Veamos. >> Yo creo que esa crítica debe ser tomada en serio, pero debe ser colocada en contexto. El primer elemento del contexto de esa crítica es su origen. En realidad esa crítica viene de los debates norteamericanos sobre el carácter anti mayoritario de la corte suprema de justicia en Estados Unidos, y segundo, viene de un momento en la evolución de la historia de Francia sobre la desconfianza hacia los jueces. En Estados Unidos está el tema de las diferentes visiones de la democracia y el hecho de que la corte suprema de los Estados Unidos es vitalicia, que la constitución no puede ser reformada fácilmente y por lo tanto, lo que dicen los jueces es en últimas lo que termina diciendo la constitución sin ninguna posibilidad de reacción efectiva, transformativa de lo que dijeron los jueces por el proceso político. En América Latina la posibilidad de reformar la constitución es usualmente fácil, digamos no tenemos constituciones tan rígidas. Entonces la intervención del poder judicial no cierra el proceso democrático. Es una voz más en el proceso democrático y es una voz que habla desde una perspectiva necesaria en una democracia, que es la perspectiva de los principios. ¿Cuál es el principio que debe ser tenido en cuenta en una controversia determinada? Y ese principio usualmente está reflejado en la protección de un derecho. La idea de que el poder judicial bloquea el proceso político o lo frustra no es muy cierto. En América Latina el poder judicial dinamiza el proceso político en un sentido o en otro, depende del país, depende las coyunturas políticas. El segundo elemento muy importante es que en América Latina la democracia es más sustantiva. Nosotros tenemos una concepción de la democracia donde los derechos pesan mucho más. De tal forma que el argumento que se esgrime en el sentido de que proteger los derechos es antidemocrático no cuadra en América Latina, al contrario en América Latina proteger los derechos es esencial para que la democracia funcione. Ahí hay una segunda diferencia muy importante. La tercera tiene que ver con el funcionamiento de los proceso políticos y los procesos democráticos. Hemos visto fallas enormes en los procesos políticos en Estados Unidos, en Europa, pero usualmente esos países de referencia donde este debate ha sido importante son países que funcionan bien, ¿no cierto? El proceso político como que produce lo que se supone que debe producir. Es decir, oye a la gente, responde las necesidades, hay debates importantes sobre los temas de controversia relevantes para la mayoría. En América Latina no es así y usualmente no es así. Es decir, los procesos políticos democráticos en elecciones, en las negociaciones entre ejecutivo y congreso dejan por fuera temas de enorme relevancia para la protección de los derechos y para mayorías. Es decir, es difícil decir en América Latina que porque hay elecciones tenemos un gobierno de las mayorías. Entonces ese otro factor no pesa tanto en el contexto de América Latina. Finalmente hay un problema enorme de legitimidad. La desconfianza es grande, la legitimidad democrática es frágil y por lo tanto, para el funcionamiento adecuado del sistema político a veces la intervención de los jueces es fundamental para ponerle un sello de legitimidad a una decisión. Entonces el proceso político toma una decisión en un sentido, eso no genera aceptación por las diferentes fuerzas políticas que deberían aceptarlo sino que fracciona, divide, viene una controversia judicial, los jueces intervienen y dicen, sí, está bien, es compatible con la constitución. Eso reviste de mayor legitimidad a la decisión. O al revés, el juez interviene, controla y dice está mal. Entonces se reabre el juego político, los que estaban por fuera no pudieron participar de alguna manera o su voz no fue suficientemente escuchada, tienen una nueva oportunidad para que el proceso político funcione democráticamente de forma deliberativa, participativa e incluyente. >> En resumen, la protección de los derechos incluídos los derechos de las minorías es una condición de la democracia. No su negación. Debemos aprender que la regla de las mayorías no es siempre equivalente a la democracia. En ocasiones una verdadera democracia debe limitar el poder de las mayorías para proteger los derechos de las minorías. [MÚSICA] [MÚSICA] [MÚSICA] [MÚSICA] [MÚSICA]