En esta fotografía podéis ver de nuevo el complejo de la T16 desde otra perspectiva y, en ella han sido reconstruidos tanto la súper estructura de la misma T16 cómo los cercados que rodean las diversas tumbas del complejo. Las tumbas que quedan más cerca de la T16 corresponden a enterramientos humanos. En ellas fueron inhumados 39 individuos de edades comprendidas entre los ocho y los 40 años, pero la mayoría de los cuales tenían alrededor de 15 años al morir. Esto ha hecho pensar a los arqueólogos que estos individuos no murieron de muerte natural, sino que fueron sacrificados en el momento del entierro de su jefe o rey para que le sirvieran de séquito en el más allá. Las tumbas que quedan más alejadas de la T16 corresponden a enterramientos animales. En ellas fueron enterrados tanto animales salvajes como: un elefante, un cocodrilo, un hipopótamo, babuinos, como animales domésticos; como por ejemplo: bueyes, vacas, un ternero o perros cuyas tumbas significativamente se encuentran en los límites del complejo, como si los perros tuvieran la función simbólica de vigilar a los demás animales enterrados aquí. Algunos de los animales salvajes, como el elefante o el babuino, eran difíciles de conseguir porque en ese momento no vivían ya en el valle del Nilo y de este modo se convertían en verdaderos bienes de prestigio, que prestigiaban y singularizaban a quien los poseía. Probablemente la tumba que más llama la atención es la que corresponde al elefante. El animal fue enterrado revestido de esteras y de lino, y los arqueólogos han podido documentar lo que ingirió como última comida antes del sacrificio. En concreto, hojas de acacia, plantas nilóticas y cereales. Esto demuestra que estos animales estaban bien mantenidos, precisamente en su condición de auténticos bienes que prestigian a su poseedor y de animales sacrificiales. En la fotografía de la derecha podéis ver la tumba de un babuino. En estas otras dos tumbas podéis ver entierros de animales domésticos; bueyes en la fotografía de la izquierda y una vaca y un ternero en la fotografía de la derecha. Los animales domésticos fueron enterrados sin duda como ofrendas alimentarias. Los animales salvajes, en cambio, lo fueron muy probablemente en tanto que símbolos de las fuerzas de la naturaleza con las que el mismo jefe o rey se identificaba. En efecto, a lo largo de toda la historia de Egipto, los grandes animales salvajes fueron considerados como alter ego del faraón, en virtud precisamente de que tanto unos como otro representaban grandes fuerzas de la naturaleza. En los documentos de la unificación de finales del pre-dinástico, de los que habremos de hablar en un próximo vídeo, el rey es representado no en forma humana, sino en forma precisamente de grandes animales salvajes que embisten enemigos como toros, leones, halcones o escorpiones. Volvemos al plano del cementerio HK 6. Vamos a dejar ya el complejo de la T16 para pasar a conocer el complejo de la T23 situado inmediatamente al sur y fechado de Nagada II AB. En esta diapositiva tenéis algunos consejos bibliográficos y web gráficos por si queréis profundizar en los temas que estamos tratando. La tumba 23 es de mayores dimensiones que la tumba 16, pero responde a la misma estructura. Tenemos por un lado una subestructura excavada en el terreno y por otro lado una súper estructura construida con materiales vegetales, documentada a partir de los hoyos en los cuales estarían clavados los postes que la sostendrían. Igual que la tumba dieciséis, también la tumba 23 estuvo rodeada por una valla y a diferencia de la T16, en este caso los arqueólogos han podido documentar la existencia de una pequeña capilla funeraria situada al este, construida de la misma manera que la superestructura de la tumba. En las inmediaciones de la capilla funeraria se han inhumado una serie de objetos. Tenemos, por ejemplo, objetos tallados en sílex, como armas y pequeñas tallas que representan animales salvajes, como un íbex o un ovino salvaje. Esto hace pensar de nuevo en el tema del dominio del hombre sobre los animales. En la parte superior de la fotografía podéis ver una vértebra humana con claras marcas de decapitación. Esto remite de nuevo a los sacrificios humanos. El objeto que veis a la derecha es probablemente el mango de una maza, que es un objeto sacrificial por excelencia. En las inmediaciones de la capilla funeraria, los arqueólogos recuperaron además alrededor de 600 fragmentos correspondientes a una estatua humana de piedra caliza. Se trata de la estatua humana más antigua documentada de la historia del arte egipcio. Los fragmentos mejor conservados corresponden a la nariz y a las orejas que podéis ver a la izquierda de la diapositiva. A partir de estos fragmentos, los arqueólogos han podido deducir que se trataría de una estatua de tamaño casi natural. Piensan, además, que probablemente sería la estatua de culto funerario del rey enterrado en la T23. El área arqueológica de la T23 no comprende solamente tumbas, sino también otras grandes estructuras que en esta fotografía podéis ver sigladas con las siglas de 907OE8. Vamos a ver con más detalle una de estas estructuras, la estructura 07. Como podéis ver, no se trata de una tumba porque no hay subestructura. En cambio, la superficie se caracteriza por la presencia de los consabidos huecos para postes. Están organizados en seis filas de cuatro postes cada una. El edificio mediría aproximadamente unos 15 por 10 metros. Y se trata, como podéis ver, de la primera sala hipóstila o edificio hipóstilo documentado en toda la historia de la arquitectura egipcia. En el interior los arqueólogos han podido recuperar una serie de objetos; el más importante de los cuales es la estatuilla que podéis ver en la fotografía inferior derecha. Se trata de la estatua, se trata de una estatuilla de malaquita de un halcón. Esto es importante porque Hierakompolis es el nombre que los griegos dieron a la ciudad egipcia de Nehem y significa la ciudad del Halcón. En efecto, en Hierakompolis se adoró a lo largo de toda la historia egipcia al dios halcón Horus. Pues bien, esta asociación entre el Dios Halcón y Hierakompolis se remonta, como podéis ver, a los orígenes mismos de la ciudad. En esta diapositiva tenemos a la izquierda una planta del área arqueológica de la T23 con sus sucesivas fases constructivas, y a la derecha una reconstrucción de la estructura 07 con sus muros estucado y pintados de vivos colores. Los arqueólogos han reconstruido este aspecto del edificio a partir de fragmentos de estuco recuperados en las excavaciones. En cuanto a la función de la estructura 07, se piensa que debió ser una capilla funeraria dedicada al culto a los reyes enterrados en el cementerio. Abandonamos momentáneamente el cementerio HK6 para trasladarnos a otra localidad del área arqueológica de Hierakompolis, la localidad HK29A situada próxima a la zona cultivada. En esta localidad los arqueólogos han excavado un santuario fechado en Nagada 2 B.D. y por tanto, en parte contemporáneo a la tumba 23. Puesto que no se trata de una zona de enterramientos, este santuario debió estar dedicado a una divinidad que no conocemos pero que bien pudo ser el dios halcón Horus. El santuario consiste en un gran patio a cielo abierto en forma de parábola de unos 40 metros de longitud, cercado con una valla y con edificios tanto en el interior como en el exterior. El edificio más importante viene enmarcado por cuatro grandes hoyos que se distinguen perfectamente a la derecha de la planta. Los arqueólogos han propuesto reconstruir este edificio como una gran capilla en forma de elefante en la parte superior de cuyos postes de la fachada se habrían colocado colmillos de este animal. Ésta es la forma que tiene la capilla simbólica del Alto Egipto desde finales del pre-dinástico y a lo largo de toda la historia faraónica. Y de ahí que los arqueólogos hayan reconstruido así este edificio. Dentro del patio fueron recuperados una serie de objetos entre los que destaca un fragmento de cerámica, que podéis ver en la fotografía superior, que tiene grabada en su superficie nuevamente la imagen de la cabeza de la diosa Bat. Esto redunda una vez más en la estrecha asociación entre esta divinidad y la Hierakompolis de los orígenes. Regresamos por última vez al cementerio HK6 para conocer las últimas tumbas construidas en él. Estamos a principios de Nagada III, en Nagada III AB. La tumba 23 data como sabemos de Nagada II AB. En efecto, en la etapa de Nagada II CD, la élite de Hierakompolis, por razones que desconocemos, abandona el cementerio HK6 y pasa a integrarse en otra localidad, la localidad HK31, próxima a la zona cultivada, donde a principios del siglo XX se excavó la famosa tumba 100 de Hierakompolis, de la que hablaremos en un próximo vídeo. A principios de Nagada III, todo el alto Egipto está unificado en un único reino con capital en Abidos, en Hierakompolis sin embargo, sigue habiendo una élite local importante que vuelve a enterrarse en el cementerio de sus antepasados. Las tumbas de esta época tienen la misma estructura que la T23 o la T16, pero ahora la subestructura está construida en adobe, lo cual permite aumentar las dimensiones de la tumba. En esta diapositiva podemos ver la subestructura de la tumba uno, la más importante de esta época, y dos dibujos con su reconstrucción en el inferior junto a las demás tumbas que la acompañan.