Hasta el momento, hemos revisado los conceptos más importantes sobre la evaluación del y para el aprendizaje y sus características. Ahora es necesario hablar del proceso de evaluación y el vínculo que guarda con los aspectos sociales y políticos. Tradicionalmente, se piensa que mientras más estudios y conocimientos se tengan, mejor es la adaptación del individuo a su medio social. Por ello, la evaluación juega un papel determinante al ofrecer un parámetro sobre el grado de conocimientos, habilidades o competencias que ha alcanzado una persona y qué tan capaces de enfrentarse a los retos y necesidades que la sociedad misma determina. No obstante, el proceso educativo no es un proceso independiente; se encuentra inmerso en un grupo de variables entre las cuales destacan los aspectos históricos, sociales y políticos que determinan su funcionamiento. La evaluación es un proceso que tradicionalmente no nos gusta, pero que tenemos que realizar para determinar si una persona cumple con los criterios establecidos para ingresar a un nivel educativo, obtener un grado de estudios o conseguir un empleo con su consecuente remuneración económica. Los mejores puestos son los mejor pagados y solo son para aquellos que cuentan con x o y características, definidas por un criterio o política educativa organizacional o que la misma entidad ha definido. Pero, si la sociedad y las políticas públicas sobre educación definen el proceso de educación y de evaluación, ¿cómo se determina qué es lo que se debe enseñar y cómo nos aseguramos de evaluar lo que debemos evaluar? Una evaluación mal planteada o que atiende a políticas educativas sin equidad o mal diseñadas, responde a exigencias diferentes a los propósitos de la evaluación del aprendizaje y favorece en algunos grupos perjudicando a otros, ya sea descalificando porque no cubren los criterios o incluyendo a todos, porque los criterios son poco definidos. Por ello, los planes de estudio, temas, objetivos y resultados de aprendizaje deben responder a una realidad social que permita resolver los problemas que se viven cotidianamente. Estos deben ser determinados con claridad por grupos de especialistas de manera consensuada y respondiendo a las necesidades que la misma sociedad plantea. Se deben plasmar fielmente en los temarios para así guiar el trabajo del docente y el proceso de evaluación, a la vez que permiten la creación de políticas educativas más acordes con la realidad que vive una comunidad. En estas acciones, se define lo que el docente debe de enseñar y, por ende, cómo evaluar correctamente el aprendizaje. La evaluación del aprendizaje debe ser equitativa y justa, por lo que es también indispensable revisar sus implicaciones éticas. En estos tiempos de avance tecnológico y de redes sociales, es posible comunicar prácticamente cualquier cosa en cuestión de segundos. Estados de ánimo, opiniones y noticias son de los temas a los que accedemos varias veces en un día. Sin embargo, junto con esa información, es cada vez más fácil que datos personales o considerados sensibles estén al alcance de todos. En muchos países existen leyes de protección de datos personales que fomentan el resguardo y adecuado manejo de la información. Sin embargo, es común que después de adquirir un producto o servicio, nos demos cuenta de que algunas instituciones tienen nuestros datos personales como nuestro teléfono y nos ofertan créditos, productos y otros servicios acordes con nuestros perfiles. Nuestra información académica corre la misma suerte. Los piratas informáticos se las ingenian para conseguir los exámenes, reactivos, temarios y mucha de la información relacionada con las evaluaciones. El número de créditos, las calificaciones de un ciclo escolar y las materias aprobadas y las no aprobadas constituyen información sensible asociada con el alumno y que solo él debe conocer y cada vez más está en riesgo. Si las evaluaciones son de altas consecuencias, difundir el contenido de las mismas o los resultados de los aspirantes por las vías no oficiales genera caos que solo contribuye a desconfiar de las políticas educativas o de los criterios empleados en las evaluaciones. Se deben proteger los datos que permitan identificar a un aspirante o alumna en particular. Datos como el nombre, dirección, teléfono, número de cuenta o matrícula, grupo o número de créditos deben protegerse y son considerados por la ley, en muchos países, como información reservada. El profesor en el aula también debe proteger la identidad y la privacidad de sus alumnos, con la finalidad de evitar descalificaciones públicas, humillaciones o, simplemente, faltas de respeto que vulneren de alguna u otra forma la integridad de los alumnos. La protección de los datos personales y el acceso a la información comienza en el salón de clases. Recordemos algo muy importante: es esencial respetar la dignidad del estudiante. Finalmente, queda por discutir un aspecto legal: las consecuencias del examen. Estas consecuencias, sobre todo en los exámenes de alto impacto, deben estar sustentadas por toda la evidencia de validez posible desde la construcción del instrumento de medición. Mientras más evidencia de validez exista, más podemos confiar en las inferencias y las decisiones que se tomen con los resultados del examen. Es importante que las reglas sean definidas desde un principio y que el estudiante conozca las consecuencias de aprobar o reprobar, con todo el fundamento teórico y metodológico necesario para que, una vez que los resultados sean emitidos, la decisión sea irrevocable. No deben existir dudas y, si es el caso, las excepciones deben ser claras en su clasificación y aplicación. Si se cuenta con la evidencia suficiente de validez, también sus resultados pueden ser aplicados en otros espacios. Por ejemplo, si el constructo es claro, se tendrá una definición precisa de lo que se pretende evaluar. Si esta definición es también consensuada, puede ser aplicada en otras entidades. Esto favorece que se puedan ofrecer instancias de intercambio académico y que profesionales de muchas disciplinas puedan ejercer en otros países. En algunos casos, es necesario hacer ajustes. Sin embargo, si el proceso está bien estructurado, los cambios serán mínimos. Como hemos visto, el proceso de evaluación del y para el aprendizaje es de altas consecuencias. Por ello siempre debe planearse de forma sistemática, incluyendo los elementos que vimos a lo largo del curso. Después de este tema, podemos tener claro que, como estudiante, debes respetar y respetarte durante el proceso de educación, apegarte a las normas y seguir los lineamientos. Como profesor, además, debes cuidar la evaluación. Sin tu participación, sea cual sea tu papel, el proceso no tendrá los resultados que esperas.