Buenas. Vamos a abordar a continuación las personas, identidades y culturas invisibles en las ciencias sociales. Para empezar, me gustaría que se fijaran en esta fotografía. ¿Cuántas personas hay en el parque? Estaremos de acuerdo que mirando lo que hay en la fotografía, podemos ver a tres personas, pero no hay tres personas en el parque. Sabemos que, como mínimo, hay alguien más que está tomando la fotografía. Así que, al menos hay cuatro personas en el parque. Pero yendo un poco más allá, ¿cuántas más personas no vemos? ¿Cuántas más personas puede haber fuera de la fotografía? Así, estaremos de acuerdo en que no sabemos cuántas personas hay en el parque. Un mínimo de cuatro, sí, ¿pero cuántas más no vemos? ¿Una, dos, centenares? Esto es lo que nos lleva a preguntarnos por las personas, por aquellas que están y por aquellas que no aparecen, de la misma manera que lo hacía Bertolt Brecht cuando se preguntaba: "Tebas, la de las siete puertas, ¿quién la construyó? ¿Arrastraron los reyes todas las piedras? César venció en las Galias. ¿No llevaba siquiera un cocinero?". Cuando nos preguntamos por las personas, podemos empezar a hablar de invisibles: aquellas personas que no están, que no aparecen. Desde la teoría crítica, entendemos que el currículum es un órgano ideológico que perpetúa los intereses de unas clases dominantes. Asimismo, esas mismas clases dominantes son las que se ponen de protagonistas de estos mismos contenidos. Así podemos ver que en los contenidos de ciencias sociales escolares hay protagonistas invisibles porque hay unos otros que responden a esos intereses de la clase dominante. Como nos puntúan Miguel Ángel Jara y Antoni Santisteban: "La invisibilidad de personas, identidades y grupos sociales sigue siendo un problema no resuelto en la enseñanza de las ciencias sociales". Pero vamos a intentar entender este concepto de los invisibles. ¿Existen personas invisibles? Yo creo que no. No hay ninguna persona que, como condición, sea invisible. Lo que pasa es que invisibilizamos a las personas cuando no les prestamos atención, cuando no las miramos, cuando no dejamos que se vean. Así, si tomamos la idea de Foucault sobre el poder, vamos a ver que la inclusión o la exclusión de personas es una manera de ejercer el poder. Así, invisibilizar a ciertas personas es una manera de ejercer poder sobre ellas, de la misma manera querer desinvisibilizarlas es una opción política que tenemos. Para ejemplificarlo, miramos a la lista que se presentó sobre las 35.597 personas que murieron migrando por el Mediterráneo. El hecho de ponerles nombres y circunstancias es una opción política de querer visibilizarlas. Cuando hablamos de "invisibles", parece que pudiéramos referir solamente a las personas que no aparecen, pero ahora vamos a ver que hay muchas maneras de invisibilizar a las personas. La más clara y la más flagrante es la de la ausencia: no dar espacio, no dar cabida, no dar lugar a que estas personas aparezcan. Esto, según algunas autoras como Solsona, que son especialistas en coeducación y perspectiva de género, es entendido como una forma de violencia. No darle espacio a las personas es una violencia no física sobre estas personas. Cuando hablamos de ausencia, podemos referir a una ausencia física, pero también a una ausencia de perspectiva. ¿A qué nos referimos con eso? Una ausencia física es aquella en la que no aparecen las personas en su contorno, es decir, no aparecen en las imágenes, no aparecen sus nombres, no aparecen referenciadas, están ausentes. Pero a veces, tenemos personas físicamente presentes, es decir, las incluimos en imágenes, hablamos de sus nombres, hablamos de su colectivo, pero en cambio no introducimos sus perspectivas, es decir, sus opiniones, sus motivaciones, sus preocupaciones. Esta también es una ausencia. Vemos aquí un ejemplo de una reivindicación que se hizo para que las mujeres estuvieran presentes como sujetos históricos, que normalmente o tradicionalmente han estado ausentes en los currículums de historia escolar. Se referenciaba que se buscaba una historia completa. Otras formas de invisibilizar, que quizás no son tan flagrantes como la de ausencia, una es la de la homogeneización, es decir, ocultar las diferencias o las singularidades que puedan darse en un grupo. Asignamos a un grupo unas características y obviamos que en ese mismo grupo hay diferencias y, sobre todo, desigualdades. Podemos verlo con estas noticias, fijémonos en la primera. "Los españoles gastan 121 euros de media en las rebajas". Nuestra imagen es que todos los españoles han gastado 121 euros de media en las rebajas. ¿Seguro? ¿No será quizás que hay alguien que ha gastado 360 y hay dos personas que no han podido o no han querido gastar nada? Las medias aritméticas normalmente invisibilizan muchas desigualdades. En la segunda noticia, podemos ver cómo diferentes periódicos han abordado de manera diferente esta homogeneización. De hecho, uno lo que hace es visibilizar estas desigualdades. "El salario medio de España se sitúa a los 1.658 euros al mes, el más elevado desde que hay datos". Fijémonos, en cambio, cómo lo plantea el siguiente. "El salario medio sube, pero el 30 por ciento de los españoles ni llega a 1.200". Estamos diciendo que una tercera parte de la población no asimila, no llega a este dato. Lo veis, ¿verdad? Otra manera de invisibilizar es la del estigma, es decir, atribuir unas características únicas, asimilar un relato único a unas personas y no salir de esta historia única. Es lo que Chimamanda Adichie llama: "El peligro de la historia única". Es decir, de esta persona solo sabemos un único relato que normalmente será de pobreza, de víctima, de peligro. Esta estigmatización sobre una persona o sobre un colectivo se ha utilizado muchas veces como base de los discursos del odio, que ya veremos en otros videos. Para ejemplificarlo, me gustaría que nos fijáramos en las imágenes que tenemos aquí. Por un lado, queríamos referenciar que la población africana es de las menos presentes en los currículums y que normalmente, cuando aparecen, lo hacen bajo las ideas de pobreza, de enfermedad o incluso de necesidad de protección. No se hace, en cambio, referencia a sus artistas, a sus movimientos sociales, a sus actividades o a su cultura. Este estigma es una forma de invisibilizar a las poblaciones africanas. Por otro lado, nos fijamos en el estigma que cae sobre las personas con diversidad funcional o con algún tipo de minusvalía o discapacidad, siempre desde la visión de la víctima, de la necesidad de protección. Últimamente, estos colectivos se han reivindicado mucho con la necesidad de mostrar su activismo, su sexualidad, su vida más allá del ser, de responder al estigma de la víctima. Fijémonos también en el mapa que presentamos a continuación. Quizás esto nos descuadra un poco de los otros ejemplos, pero queríamos reivindicar que la imagen de ciertos espacios también puede estigmatizarlos cuando mostramos a unos más grandes de lo que son y a otros más pequeños de lo que son. Las imágenes, más allá de los relatos, también estigmatizan. Finalmente, queríamos referir a palabras que ayudan a deshumanizar y a invisibilizar a las personas. Muchas palabras, muchas veces algunas palabras, siglas o números, lo que hacen es quitar la identidad humana a las personas o a los grupos a los que refieren. Atribuir números a personas, convertirlas en números sin referenciar sus nombres, sus procedencias, sus circunstancias, es una forma de invisibilizarlas. Fijémonos, por ejemplo, en estas dos noticias. "Mueren más de un centenar de migrantes". "Mueren 150 personas". Normalmente, las poblaciones migrantes o refugiadas han sido de las más invisibilizadas y sobre las que se han atribuido estas palabras que deshumanizan. De la misma manera que "mena", que es una sigla que hace referencia a jóvenes no acompañados, que son menores de edad y que llegan sin supervisión de un adulto, también está etiquetando y deshumanizando a estas personas. Ahora que ya tenemos algunos términos claros, vamos a ver cómo identificamos a los colectivos, las personas y a las identidades que han quedado invisibilizadas en el aprendizaje de las ciencias sociales. Los diferentes estudios que se han hecho identifican algunos colectivos que normalmente son invisibilizados. Tenemos que puntualizar que en cada contexto esto cambiará, igual que cambian los currículums en cada escuela, en cada centro, en cada comunidad, en cada país. Pero sí que hay algunos colectivos que constantemente son invisibilizados en los contenidos. Uno de los más flagrantes es el de las mujeres. Obviar a las mujeres como sujeto social histórico es flagrante porque, de repente, parte por la mitad a la sociedad. Es decir, dejamos de tener en cuenta el 50 por ciento de toda una sociedad. Pero no solo las mujeres, niñas y niños, personas esclavizadas, personas de minorías étnicas, personas ancianas, personas que sufren enfermedades. Todas esas han sido identificadas en algún momento como personas invisibilizadas en la enseñanza. De la mano de estas personas invisibilizadas, encontramos también las temáticas y sus problemáticas: la pobreza, la diversidad funcional, la precariedad, las resistencias, el exilio, las enfermedades. Muchas veces son obviadas, son invisibilizadas como temáticas en los contenidos. ¿Cómo podemos ayudarnos a entender estas invisibilidades y, de hecho, después a poder revertirlas? Nos interesan de manera muy especial los aportes de la interseccionalidad para entender cómo se clasifican y cómo se organizan esas invisibilidades. Nos interesan los enfoques de la interseccionalidad por dos motivos. En primer lugar, porque reivindica la esfera multidimensional de las identidades. Es decir, nadie tiene una sola identidad. Diferentes ejes identitarios, diferentes características que refieren a la cultura, a lo biológico y a lo social, interaccionan y hacen que cada persona sea única en su identidad en el momento en que aglutina diferentes ejes identitarios. Estos ejes identitarios, como podemos ver que pueden ser el género, la clase social, la edad, etcétera, configuran las identidades personales, pero no son neutras. El segundo punto que nos interesa de la interseccionalidad es que se sitúa en una jerarquía social. Es decir, pone los ejes identitarios bajo a relaciones de poder. No es lo mismo ser mujer que ser hombre. No es lo mismo ser adulto que ser niño. No es lo mismo estar sano que ser enfermo, ni ser de una clase social alta que de una clase social baja. Si nos fijamos en la imagen que nos proyecta la interseccionalidad, vamos a ver que los ejes identitarios que están en situación de opresión o resistencia son aquellos que normalmente han sido invisibilizados de los currículums. Y, para ejemplificarlo, vamos a mirar esta fotografía del G20. ¿Quién aparece? ¿Quién no aparece? Pensemos en estos ejes identitarios de los que hemos hablado. Seguramente, quizá, el que más nos puede llamar la atención es el del género y vamos a ver que hay solo cuatro mujeres entre todo este arsenal de hombres. Pero si nos fijamos en otros ejes identitarios, vamos a ver también que a nivel de cultura, la gran mayoría tiene vestimentas occidentales. Podríamos preguntarnos también por las edades. Podríamos preguntarnos también por la clase social. Me gustaría que hicierais una prueba. Quizás podemos enseñar esta fotografía a compañeros y compañeros, y a ver qué es aquello que los sorprende.