Hasta aquí, hemos visto varias tendencias, seremos más, las clases medias aumentarán, y seremos más urbanos. Todo ello tendrá impacto sobre nuestro planeta. Lo estudiaremos primero, a través de un triángulo, compuesto de, energía, agua y alimentos. [AUDIO_EN_BLANCO] Empecemos por la energía, si la población mundial está creciendo y además saliendo de la pobreza extrema, y ascendiendo a la clase media, requerirá más energía, por ejemplo, para iluminar y calentar o enfriar sus casas, o conducir sus coches. Según las previsiones de la Agencia Internacional de Energía en 2017, la demanda energética global crecerá en un 16% para 2030, y casi 30% para 2040. No serán los países más desarrollados los que asuman ese crecimiento, de hecho casi no aumentarán su consumo energético. En algunas regiones como Europa, el consumo, incluso bajará en parte a causa de mejoras en la eficiencia energética, ¿dónde se concentra la nueva demanda entonces? De aquí a 2030, el 95% se dará en las economías emergentes y en desarrollo, Asia, África, Oriente Medio, y América Latina. [AUDIO_EN_BLANCO] Pero, y volviendo a nuestro triángulo, para producir energía hace falta agua. Y esto no solo aplica a la energía hidráulica. La UNESCO ha calculado que el 90% de la generación eléctrica en el mundo, hace un uso intensivo del agua. Aparte de la energía, también aumentará la demanda del agua, tanto de la industria creciente, sobre todo en Asia, como de la agricultura, de la que hablaremos más adelante. Sin embargo, mientras crece la demanda de agua, también se harán cada vez más evidentes los efectos del cambio climático. Veremos por ejemplo, cómo se incrementa las frecuencias de sequías en muchas partes del mundo. Se ha calculado que si las tendencias de consumo y cambio climático siguen, la mitad de la población mundial, podría experimentar estrés hídrico para 2050. [AUDIO_EN_BLANCO] Y vamos ahora con el último punto del triángulo, la alimentación. Y para ellos volveremos a la clase media. Como hemos visto los patrones de consumo de una clase media en expansión, serán distintos, e incluirán por ejemplo, alimentos de mejor calidad. En particular se prevee un mayor consumo de proteínas, como la carne, cuya demanda se duplicará entre 2000 y 2050. Con el impacto medioambiental consiguiente, you que la producción de carne requiere mucha más agua y energía, que la de otros alimentos como los cereales. Al ir al macro, el resultado de las tendencias demográficas que hemos visto antes, es que en 2050, la producción de comida, tendrá que aumentar un 60% para satisfacer los hábitos de consumo. La FAO estima que será posible llegar a esta producción de alimentos a nivel mundial. Pero avisa del impacto ambiental que conllevará, además a nivel local puede ser más difícil, en algunos países, entre ellos, algunos de mayor crecimiento demográfico, existen factores adversos, como la falta de agua para la irrigación, o de tierra cultivable. [AUDIO_EN_BLANCO] Y terminaremos entonces, este apartado, con una mirada a un fenómeno omnipresente, cuando hablamos del triángulo de agua, alimentos y energía. El cambio climático. A la era en la que vivimos, algunas corrientes científicas, han llamado el Antropoceno, por las transformaciones que el ser humano está provocando en su entorno. El cambio climático es un ejemplo claro, estamos cambiando nuestro entorno físico a través del calentamiento global, provocado por las emisiones de gases de efecto invernadero como el CO2. Se estima que en 20 años, la temperatura media en nuestro planeta, será entre 0,3 y 0,7 grados más alta. Puede que no parezca excesivo, pero, para que os hagáis una idea. Desde 1880, hemos observado un aumento de más o menos, de 0,85 grados, y ahora estamos diciendo que en menos de 20 años, se observará un salto no mucho menor al que se observó en más de un siglo. Este calentamiento provocará entre otros, un aumento en el número y la frecuencia de fenómenos meteorológicos extremos, como las sequías e inundaciones, cambios en los regímenes de precipitaciones que sustentan a muchas economías agrícolas, olas de calor, más frecuentes y de mayor duración, y un océano cada vez más caliente y ácido. A causa del deshielo de glaciales y casquetes polares además, subirá el nivel del mar. Países como Bnagladesh, pequeñas islas como Kiribati, o el estado estadounidense de Florida, se verán altamente afectados. La biodiversidad y los delicados ecosistemas del planeta, también sufrirán y cambiarán. Y glaciares enteros en el Himalaya o los Andes, que dan de beber a poblaciones enteras, podrían desparecer o reducirse, [AUDIO_EN_BLANCO] Además, serán sobre todo las poblaciones de países en vías de desarrollo que sufrirán más esos cambios, al ser sus entornos naturales los que más padecerán las alteraciones que hemos descrito. y al tener una menor capacidad de adaptarse a los cambios. No es un panorama especialmente alentador, y la preocupación sobre ello, está aumentando, tanto en los países en desarrollo, como en los desarrollados. Las economías emergentes, en particular, hemos visto en los últimos años, una creciente inquietud por la seguridad alimentaria, la calidad del aire y del agua, y la contaminación del entorno. El reto, es emprender acciones para frenar el fenómeno, y de forma urgente, pero no es sencillo. Una de las mayores problemáticas subyacentes es la cuestión de la responsabilidad. Fueron los países desarrollados los que emitieron gases del efecto invernadero primero, y durante muchos años. Pudieron sustentar su crecimiento económico con el uso de combustibles fósiles, altamente contaminantes. Y ahora es evidente que no se puede seguir con este modelo de crecimiento. Sin embargo, existe el reto de equilibrar las justas aspiraciones de crecimiento y desarrollo económico de los países en vías de desarrollo, algunos de ellos, grandes emisores de gases de efecto invernadero, con las urgencias y retos del cambio climático. Teniendo en cuenta esta complejidad, fue un hito del multilateralismo cuando en diciembre de 2015, los líderes mundiales firmaron el denominado, Acuerdo de París. Se trata del primer acuerdo internacional en el que todos los países del mundo se comprometen a luchar contra el cambio climático. Y para ello se diseñó un sistema de gobernanza híbrida y muy novedosa. Hablaremos más de ello, y de cómo ha seguido la cooperación en el tema desde 2015, en las lecturas. Lo que está claro, es que todos tenemos que actuar, tanto los estados, como las ciudades, empresas y ciudadanos, y además con urgencia. De seguir emitiendo al ritmo actual, la subida en las temperaturas no se limitará a dos grados. Que es el límite necesario para evitar los riesgos más desastrosos del cambio climático, sino que acabaremos a finales del siglo 21, con un aumento de entre 3,7 y 4,8 grados. Según concluyó el panel intergubernamental del cambio climático en 2014. Es hora de buscar alternativas para los combustibles fósiles, de mejorar la eficiencia energética, y adaptarnos para los cambios que se aproximan. Estamos ante un gran reto, la transición hacia un crecimiento mundial basado en una economía con bajas emisiones de carbono. Será difícil, pero es imprescindible. No desesperemos aún, en este curso entraremos en profundidad, en algunos de los desafíos globales que hemos visto hasta ahora, para pensar como gestionarlos, y cómo convertirlos en oportunidades. Pero de momento, me despido de vosotros, y os dejo con los siguientes videos.