[AUDIO_EN_BLANCO] Una vez situada la estructura, volvamos al mandato de Javier Solana, como secretario general de la OTAN. Y a los retos a los que se enfrentó. Por un lado el diálogo con Rusia, y por otro la expansión de la OTAN. Dos procesos separados pero intimamente ligados. Los recelos entre Rusia y la OTAN eran notables. Pero en 1995 cuando Solana accedió al cargo tampoco puede decirse que las relaciones fueran nefastas. En 1991 Rusia se había unido al Consejo de Cooperación del Atlántico Norte. Una especie de foro de debate para los países que habían sido Repúblicas Soviéticas. Y tres años más tarde se unió a la Asociación para la Paz, un programa de la OTAN, destinado a estrechar las relaciones con los miembros con los países del este. En este escenario Solana tenía que establecer nuevas relaciones con Rusia. Al tiempo que acordaba la ampliación hacia países que habían sido parte del Pacto de Varsovia. >> Las negociaciones con Rusia se llevaron a cabo en paralelo >> a la primera ampliación de la alianza. A mi juicio hacerlo de otra manera habría sido un error. Se llegó al consenso dentro de la alianza de que era la mejor forma de proceder. Y nos pusimos a ello. El resultado de esta negociación es el acta fundacional entre la OTAN y Rusia. >> Insistiré una vez más sobre el contexto. Pensad que en una expansión de la OTAN, que incluyera las nuevas democracias surgidas del muro de Berlín, extendería las fronteras de la alianza, dentro de lo que había sido el espacio de influencia soviético. Eso era un asunto muy delicado para Rusia, que veía como sus aliados hacían cola para entrar en la organización que había sido su enemigo declarado durante décadas. No solo eso Rusia también había perdido su posición dominante en otra organización internacional. La Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa, la OSCE, que había sido el canal internacional de seguridad preferido por la Unión Soviética., pues los votos de ambos bloques estaban equilibrados. Cuando la URRSS cayó Rusia perdió muchos votos debido a que los satélites del bloque soviético, se unieron a la esfera de influencia occidental. Era un momento muy delicado para Rusia, que estaba replegándose como perdedor de la guerra fría. Aún así Solana creyó que era importante llegar a un acuerdo con Rusia. La idea inicial consistía en firmar un acuerdo con Rusia cuando la OTAN se hubiera ampliado. A la dificultad evidente de la posición rusa, inicialmente inamovible, se añadía otra complicación, el negociador. Era Primakov, entonces Ministro de Exterior de Yeltsin, y no aceptaba a la OTAN como interlocutor. Quería negociar directamente con los americanos. >> Me llevaba bien con Primakov, pero siempre me decía, yo represento un estado, La Federación Rusa y quiero negociar con otro estado, no quiero negociar con el secretario general de la OTAN que no puede prometer nada. No tengo nada contra él, pero quiero negociar con un estado, capaz de mantener sus promesas. >> El hecho de que Rusia negociara directamente con Estados Unidos, era inaceptable para todos los europeos. Estados Unidos tampoco estaba dispuesto a negociar bilateralmente, porque significaba deslegitimar a la OTAN. Clinton no estaba por la labor porque implicaba seguir con las dinámicas de guerra fría y los americanos insistieron en que el negociador debía ser Solana. y no los Estados Unidos. >> Finalmente tuve un encuentro con Primakov en la embajada rusa de Viena, y le dije lo que importa es que la alianza, los Estados Unidos >> y Rusia lleguen a un acuerdo, pero teneís que entender que ese acuerdo no puede conseguirse solo entre vosotros, Rusia y los Estados Unidos. >> Se trataba de distinguir bien entre las personas y los temas a discutir. Había que entender los intereses respectivos y despues de este primer encuentro Primakov aceptó a Solana como negociador. Hasta aquí vemos como el secretario general de la OTAN, Javier Solana, es capaz de sentarse a negociar con el Ministro de Asuntos Exteriores ruso. Para ello hizo falta que asegurará el apoyo de el estado miembro más poderoso, Estados Unidos, que se negaba a negociar directamente con Rusia. Además él mismo insiste en su intento de negociar con Primakov, separando emociones de intereses. Se olvida de que Primakov lo rechaza en primera instancia y se centra en poder sentarse a negociar con él. [AUDIO_EN_BLANCO] ¿Qué países podrían entrar al regazo de la OTAN después de la caída del muro? Polonia, Hungría, República Checa y Rumanía apuntaban maneras. También querían unirse otros países pero estaban verdes para incorporarse, pues no podían garantizar el cumplimiento del artículo cinco del tratado. Francia quería incluir a Rumanía para tener un candidato de la esfera cultural latina. Pero no cumplía el requisito dela defensa mutua y era improbable que lo hiciera pronto. Los países europeos sintieron la obligación de aceptar a los otros tres candidatos. En buena medida porque les pesaba haberlos abandonado cuando tuvieron lugar las ocupasiones Nazi y soviética. Polonia, Hungría y la República Checa cumplían los requisitos, sus ejércitos estaban democratizados y sus transformaciones políticas y sus procesos socio económicos estaban orientados a occidente. En pocas palabras, las condiciones eran óptimas. Solo faltaba seducir a Rusia. Con este escenario de partida arrancaron las negociaciones entre la delegación de la OTAN y la rusa, con Solana y Primakov al frente. Fue en Rusia, enero del 97, en una hermosa dacha, una casa de campo a las afueras de Moscú. Nos lo cuenta Solana de primera mano. >> Primakov me recibió en su dacha, me dejó hablar primero. Yo había memorizado un par de frases cordiales en ruso, que traducidas podían ser más o menos: Iremos tan lejos como acordemos. No tenemos límites siempre que estemos de acuerdo. Después de los discursos de uno y otro y algún que otro brindis tomamos el postre. Y Primakov me escribió que nos fueramos a dar un paseo fuera de la dacha. Estaba nevando, nos abrigamos bien, y estuvimos dos horas paseando entre la nieve. Me dió unas claves dejandome ver lo que podían ser sus límites y lo que él esperaba conseguir, fue muy franco y yo me comporte con él de la misma manera. Fue una conversación utilísima. [AUDIO_EN_BLANCO] Primakov me dijo que ya habían aceptado a Alemania reunificada en la alianza, que podrían aceptar a Polonia en la OTAN. Pero ninguno de los países que fueron miembros de la Unión Soviética podrían entrar en la alianza, esa era una línea roja para él. Yo le respondí que no podía aceptar que Rusia pusiera condiciones a una nación soberana a unirse a la alianza o cualquier otro grupo militar. Insistí que el concepto de las zonas de influencia deberiamos superarlo. >> En esa dacha se cimentaron los principios >> de la negociación y tras varios meses de conversaciones entre una y otra delegación se firmó el acta fundacional el 27 de mayo de 1997 en París. El texto establecía que las dos partes dejaban de verse como adversarios y ofrecían compromiso político para cooperar y crear una paz duradera e inclusiva en el área euro atlántica. >> Fue una ceremonia interesantísima y llena de anécdotas divertidas, se celebró en el Elisio de París y para la ocasión se uso una mesa redonda para evitar la necesidad de que alguien tuviera que presidirla. Javier Solana, a la vez que crea una relación de confianza con Primakov, crea un espacio para tratar los límites de cada cual y explorar las posibilidades de llegar a un acuerdo. Un tema irreconciliable es la expansión de la OTAN a antiguas repúblicas soviéticas. Ambas partes lo reconocen y visto que la expansión no iba a cubrir a antiguas repúblicas soviéticas, deciden no posicionarse sobre este punto. El acta fundacional con Rusia había allanado el camino, para que la expansión de la OTAN hacía el este fuera una realidad sin generar un grave conflicto diplomático. Solo quedaba formalizar la expansión y sucedió un mes después, en la cumbre de Madrid de 1997. Ahí se reunieron todos los presidentes y primeros ministros de los miembros de la OTAN. Para debatir la integración de los cuatro candidatos Hungría. República Checa, Rumanía y Polonia. Solana nos cuenta como fueron. >> Los debates se alargaron >> mucho, casi demasiado. Francia e Italia querían que Rumanía entrara en la OTAN, en la primera ampliación. Porque no les gustaba mucho la idea de que solo se unieran los países de la Europa central. >> Al final Solana decidió acabar con el debate. >> Bueno, al final les dije, en dos minutos voy a hacer una propuesta y será definitiva. No voy a permitir que haya más debates. Leí la resolución de la cumbre que ya estaba acordada, por la cual solo se aceptaba la admisión de Hungría, República Checa y Polonia. Y en dos minutos concluí, se acepta la propuesta. Esta es la historia que Clinton me recordó con afecto cuando nos volvimos a encontrar. >> La desición, claramente era arriesgada, porque podía generar rechazo de Italia y Francia. Pero seguía siendo la mejor decisión posible. Si Solana hubiera presentado dos opciones hubiera dividido al grupo, en cambio si antepones la opción mayoritaria y nadie te contradice tienes un acuerdo. En una desición así el liderazgo exige ver donde se encuentra el consenso. Solana tuvo que sopesar cuan fuerte era la oposición y las repercusiones de proponer una resolución en su contra. Con su gesto los que se resistían podían ver que no había nada que pudieran hacer porque el asunto ya se había zanjado. Y porque Clinton había descartado conversaciones bilaterales. Era el resultado más lógico y el único equilibrio viable. [AUDIO_EN_BLANCO] Javier Solana, en este caso nos muestra varias lecciones. En cuanto a política internacional nos enseña como los acuerdos simbólicos, en este caso mostrar una deferencia hacia Rusia, debilitada y herida son importantes. De hecho la siguiente ampliación de 2004 se hizo ninguneando a Rusia y el malestar fue profundo. En cuanto a negociación, Solana nos muestra como hay que ser franco en relación a los intereses de uno y creativo para buscar soluciones efectivas. Y como se deben separar las emociones de los intereses. Finalmente también nos muestra cómo liderar organismos internacionales creados por múltiples miembros soberanos. Javier Solana busca el apoyo del estado miembro más poderoso, Estados Unidos. Deja las voces discordantes, en este caso Italia y Francia, que señalen sus posiciones no alineadas con la mayoría pero no da la oportunidad a que la desición sea binaria ni de confrontación. De hecho facilitar a los discolos minoritarios a airear su disconformidad, le otorga la legitimidad suficiente para cerrar la discusión, sin votación, a favor de la desición mayoritaria. Así termina la historia de cómo la OTAN se expandió hacia el este, con estas tres primeras incorporaciones.