[AUDIO EN BLANCO] Hola de nuevo. Aprovecho este momento, a mitad del bloque, para animaros a seguir participando en el foro de discusión. Es una de las herramientas más enriquecedoras del MOOC y un gran modo de compartir conocimiento en peer to peer, así que sed bienvenidos a seguir participando y planteando preguntas. Para seguir con este bloque de riesgos globales abandonaremos la vertiente económica para centrarnos en temas de seguridad. Son varios los ámbitos en los que pueden surgir riesgos a nivel internacional. Algunos de los más importantes son, conflictos y estados fallidos, la lucha por los recursos y la energía, el crimen organizado, la proliferación de armas de destrucción masiva, el terrorismo global y el cibercrimen. De estos seis riesgos, el tema de los conflictos será tratado con mayor profundidad por Javier Solana en su bloque de seguridad global. El segundo gran riesgo, la lucha por los recursos y la energía, ha quedado esbozado en la primera parte de este MOOC dedicado a las tendencias, así que aquí me gustaría centrarme en los últimos. El crimen organizado, la proliferación de armas de destrucción masiva, el terrorismo y sobre todo el que es quizás el más novedoso y también más interesante, el cibercrimen. Empecemos con el riesgo cibernético. Un riesgo al que, a escala global, la humanidad se enfrenta por primera vez en su historia. Nos encontramos en un momento en el que el desarrollo de la digitalización y las redes informáticas va por delante de nuestra capacidad para gestionarlas o legislarlas. Además, nuestra dependencia de sistemas informáticos empieza a ser casi absoluta. Por tanto, parece obvio que los fallos y ataques tecnológicos puedan ser un factor importante de vulnerabilidad para individuos, empresas y estados. Imaginemos por un momento qué pasaría en caso de un fallo tecnológico masivo. Afectaría a tu teléfono, a tu conexión a internet y a tus comunicaciones. A escala individual, pueden parecer problemas de entidad menor pero a escala global, afectaría a los sistemas de gestión de infraestructuras críticas. Podríamos encontrarnos con accidentes aéreos, no funcionarían los transportes, o se originarían pánicos financieros con la alteración de la negociación automatizada de alta frecuencia en los mercados bursátiles, y el impacto en los bancos, donde la mayoría de ciudadanos tenemos nuestros ahorros. El peligro de lo que se ha venido a llamar un cibergeddon a escala planetaria es escasa, sin embargo, ya estamos viviendo los efectos de los ciberataques, limitados, pero de un impacto muy significativo ¿Recordáis el caso de JP Morgan Chase en el verano de 2014? Afectó a 83 millones de cuentas bancarias. Si queréis más información, la encontrareis en la lectura relacionada. O el caso de Sony Pictures, fue el ataque cibernético más profundo sufrido por una empresa estadounidense. Paralizó los sistemas informáticos de la compañía y generó grandes filtraciones de datos registros financieros y correos electrónicos privados de ejecutivos de Hollywood. Y se sospecha, aunque sin confirmación, que el ataque vino de los servicios secretos de Corea del Norte ante el estreno de la película de Interview. Una comedia sobre un plan de la CIA para matar al líder norcoreano Kim Jong-un. Y recientemente hemos tenido noticias de una penetración masiva en los datos de empleados federales en Estados Unidos. Estos son solo algunos ejemplos pero nos muestran que el riesgo es real. Actores no estatales y también estatales con cada vez mayor acceso a tecnologías, podrían propiciar fallos sistémicos. Según James Clapper, el director de inteligencia nacional de Estados Unidos, los ciberataques son hoy en día la mayor amenaza a la seguridad estadounidense. Aunque no solo es una amenaza para Estados Unidos. También una herramienta ofensiva para ellos, como demostró el ataque al programa nuclear iraní, bajo el nombre de operación Stuxnet, científicos estadounidenses e israelíes, en colaboración con otras agencias de inteligencia, diseñaron un programa espía que penetró el sistema informático de la planta iraní de Natanz para recopilar datos. Con la información extraída, los programadores de Washington crearon un virus que se introdujo en el control de la planta, dejando temporalmente fuera de servicio a unas mil centrifugadoras de las 5000 que Irán estaba utilizando para enriquecer uranio. El ataque causó varias explosiones en la planta y retrasó considerablemente el desarrollo del programa nuclear iraní. Otro caso relevante también se dirimió en la red entre Rusia y Estonia. Estonia, ex República Soviética, decidió en 2007 trasladar una estatua que homenajeaba a los soldados soviéticos que lucharon contra el nazismo se la llevaron del centro de la capital a un cementerio de las afueras. porque para los estonios representaba un símbolo de la ocupación soviética. Como respuesta, activistas rusos desencadenaron una serie de ciberataques contra organismos públicos, bancos y periódicos de Estonia. La Web del gobierno pasó de unas 1500 visitas al día a 1500 visitas por segundo. El sistema colapsó y el gobierno estonio volvió a comunicarse por fax durante unas horas. Es improbable que los ataques no contaran, en mayor o menor medida, con algún tipo de complicidad del gobierno ruso. Fue uno de los primeros ejemplos de ataque cibernético de estado a estado. Aunque fuera de manera encubierta y es solo un anticipo de lo que puede estar por venir. El fenómeno no se ciñe solo a ataques destinados a afectar infraestructuras o procesos. El espionaje cibernético también es una herramienta cada vez más relevante para estados y empresas. China y Estados Unidos son especialmente activos en este terreno. Ya sea directamente desde las agencias de inteligencia o bien a través de las empresas radicadas en los territorios respectivos. Recordad lo que hemos hablado en el bloque anterior sobre la geoeconomía y la utilización de empresas como instrumentos para proyectar los intereses de los estados. Este es un claro ejemplo. Las acusaciones de ciberespionaje entre ambos países son constantes. En mayo de 2014, Estados Unidos acusó formalmente a cinco militares chinos de ciberespionaje industrial Solo unas semanas más tarde, China obligó a todas sus empresas estatales a cortar relaciones comerciales con las consultoras McKinsey y Boston Consulting Group a las que acusó de ceder información confidencial al gobierno de Estados Unidos. La dinámica sigue y seguirá en la medida que el ciberespionaje se ha convertido en un arma muy poderosa y apetecible a la hora de dirimir todo tipo de conflictos encubiertos. Si bien este tipo uso de las capacidades digitales es preocupante en manos de estados y desde luego su riesgo, no es nada comparado con el que suponen herramientas y conocimientos de este tipo en manos de grupos terroristas o criminales. Entre los estados, existe una cierta proporcionalidad en la beligerancia. Pero si se convierte de forma efectiva en una herramienta terrorista los ataques a infraestructuras podrían causar efectos potencialmente devastadores. Vamos ahora con otro gran riesgo de seguridad, el crimen organizado y el terrorismo. El crimen organizado tiene la paradoja de ser una de las amenazas más relevantes pero una de las más subestimadas por la opinión pública. Al tratarse de un mundo opaco a menudo escondido detrás de actividades legales, sin vinculaciones terroristas, también a menudo, lo cierto es que el impacto mediático, y por tanto la opinión pública del problema es baja pero por muchos motivos es un problema mucho más acuciante y serio que el terrorismo. Para empezar por el impacto económico masivo que supone. Si no lo creéis aquí tenéis un par de datos. El crimen organizado mueve alrededor del 10% del equivalente de la riqueza mundial, según datos de Naciones Unidas. Y es responsable de blanqueo de dinero por un valor de entre el 2 y el 5% del PBI mundial. Son cifras verdaderamente serias. Más allá de esto, el crimen organizado tiene un efecto altamente pernicioso en la corrupción de las instituciones públicas y en los negocios, pues, genera economía sumergida y competencia desleal con negocios legítimos. Las tecnologías de la información y el proceso de globalización han rebajado las barreras de acceso al crimen organizado, especialmente la capacidad de blanquear ganancias obtenidas ilegalmente. Según el World Economic Forum, el valor de tráfico de narcóticos se sitúa entre los 750.000 millones de dólares al billón de dólares. La venta de productos falsificados suma 650.000 millones de dólares a nivel mundial. Los delitos ambientales de 20.000 a 40.000 millones. La trata de personas suma casi 20.000 millones de dólares. Incluido el blanqueo de dinero, la cifra global aumenta hasta los 3 billones de dólares que contrasta con el valor del comercio mundial legítimo que se sitúa alrededor de los 10, 12 billones de dólares. La estimación es que el impacto negativo para la economía mundial Es de entre el 8 y el 15% del PIB. Como vemos, es un efecto realmente disruptivo. El impacto del crimen organizado y las mafias no es solo económico, también tiene una terrible dimensión humana, como estamos viendo por ejemplo con el tráfico de inmigrantes en el Mediterráneo en los últimos meses, o el tráfico de seres humanos con fines de explotación sexual. Y es uno de los riesgos verdaderamente transnacionales, porque opera a través de fronteras, y requiere por ello la colaboración de las autoridades de seguridad de varios países para hacerle frente. En cuanto a terrorismo, según los datos de los que disponemos, se sitúa sistemáticamente como uno de los temores principales de la población. Lo curioso especialmente respecto al crimen organizado, es que el impacto del terrorismo es a nivel global menos nocivo; en buena medida, porque hay mucha más gente dedicada al crimen organizado que al terrorismo, pero el impacto mediático de este último es mucho mayor que el del primero. El terrorismo exige exhibición, mientras el crimen demanda secretismo. De ahí, en buena medida, las diferencias entre un problema y el otro en términos de conciencia colectiva. Con esto no queremos decir que el terrorismo no sea una amenaza de primer orden. En primer lugar, puede tener un impacto económico disruptivo, también puede afectar en el, significativamente en aquellos países que tienen instituciones democráticas débiles. Y hay dos escenarios en el que puede tener un impacto global por supuesto. El primero, es cuando genera una reacción importante en aquellos países afectados; mucha gente considera que las guerras de Irán o Afganistán no hubieran ocurrido de no tener lugar los ataques en Nueva York del 11 de septiembre. Y hay otro escenario en el que el terrorismo sí que podría tener un enorme impacto disruptivo global, y ese escenario sería si algún grupo terrorista especialmente algunos que han demostrado su tendencia nihilista, obtuviese armas de destrucción masiva. La posibilidad de que un grupo terrorista pueda estrellar un avión con un arma nuclear química o biológica obtenida en el mercado negro, es una de las peores pesadillas de los servicios de inteligencia de cualquier estado. De ahí la importancia de mantener controlada la proliferación de armas de destrucción masiva, y especialmente la nuclear, que es otro de los riesgos que hemos mencionado al principio. Existen tratados internacionales que hasta ahora han sido más o menos efectivos en este campo, en lo que se refiere a los estados soberanos; pero hay dos riesgos en horizonte importantes en este ámbito. Primero, que tras la obtención de armas nucleares por países como Pakistán y Corea del Norte, y el riesgo ahora de que Irán también la desarrolle a medio o largo plazo, se produzca una nueva carrera armamentística nuclear en Asia y Oriente Medio. El segundo riesgo es la proliferación de estas armas en el mercado negro. Tanto el crimen organizado como el terrorismo están relacionados con la gobernanza nacional eficiente y la estabilidad política y económica. La corrupción, la impunidad, la ausencia de estado de derecho, el extremismo, la fragilidad de las instituciones, y el auge de actores no estatales con vocación disruptiva, son caldos de cultivo para el crimen organizado, el tráfico ilícito, y el terrorismo. De la misma manera, estos riesgos solo pueden ser neutralizados de manera efectiva si disponemos de una arquitectura de gobernanza global efectiva; pues son riesgos que trascienden fronteras, y difícilmente gestionables de manera individual por cada estado. Y como vamos a ver en el siguiente bloque, este es otro factor de preocupación, porque esta necesaria gobernanza global dista de ser todo lo efectiva que debería.