Hay otros dos riesgos económicos de carácter global que son particularmente serios, el persistente riesgo de crisis financieras sistémicas y la débil gobernanza económica y financiera global. Por lo pronto, un titular: el sistema financiero global, por si alguien tenía dudas, sigue siendo bastante vulnerable. La volatilidad ha ido creciendo en paralelo al proceso de globalización y la creciente interdependencia económica y financiera. La consecuencia es obvia, las crisis financieras locales son más susceptibles de propagarse rápidamente, pudiendo llegar a convertirse en sistémicas, como vimos en el 2007 y 2008 cuando una crisis de origen local en Estados Unidos, acabó convirtiéndose en una crisis global. Pero como vimos en esa crisis, los reguladores van a rebufo de la innovación financiera. Y a pesar de ciertos avances logrados en los últimos años, todavía no se han establecido cortafuegos eficaces contra la propagación de riesgos al sistema financiero mundial. Los estados, los reguladores y las entidades financieras, se han mostrado incapaces de dotarse de un mecanismo de resolución de crisis eficaz y sistémico, a pesar del incremento de la regulación. Y no sólo no se han corregido determinados desequilibrios, sino que algunos se han agravado. Algunas entidades financieras sistémicas son más grandes, el sistema bancario en la sombra, escasamente regulado, es cada vez mayor, y las heterodoxas iniciativas de los bancos centrales han inundado el mercado de liquidez, incrementando el riesgo de burbujas de créditos, generando un aumento de precios de los activos y distorsionando el papel de los tipos de interés como mecanismo de identificación del riesgo. Ante un riesgo fundamental como éste, el segundo problema es que no contamos con las herramientas adecuadas para hacerle frente. La gobernanza económica y financiera global no es lo suficientemente efectiva, y va siempre por detrás de un mercado financiero globalizado e integrado, donde los movimientos de capital son muy difíciles de monitorizar y regular adecuadamente. Nuevas instituciones de gobernanza económica están creciendo en importancia y legitimidad, como el Asian Infrastructure Investment Bank, Eurasian Development Bank, el Área de Desarrollo de la Ruta de la Seda o el New Development Bank, constituido por los BRICS en 2014 y que reúne en su consejo a Brasil, Rusia, China, India y Sudáfrica. Esto abrió una institución menor de gobernanza económica, pero con un potencial importante tanto en términos económicos, ya que han acordado un primer fondo de 100 millones de dólares, como geopolíticos. Todas estas instituciones financieras constituyen un contrapoder importante al dominio occidental de la gobernanza económica, y no sólo eso, también constituyen un ejemplo de cómo legitimar una organización internacional de este tipo. A diferencia del Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional en el New Development Bank, cada estado tiene un voto y ninguno tendrá derecho a veto. Más allá del reajuste institucional que está viviendo el modelo de gobernanza económica y financiera global, las divergencias entre las políticas estadounidenses, japonesas y europeas son cada vez mayores por la divergencia de intereses y necesidades. Los actores clásicos de gobierno económico mundial, es decir, las grandes áreas económicas de la segunda mitad del siglo XX, viven actualmente dinámicas muy distintas que las conducen a políticas económicas también diferentes. Es especialmente preocupante la situación de la Unión Europea y de Japón, que se enfrentan a un posible estancamiento secular de su economía, que podría llevarles a tendencias deflacionarias, acumulan una deuda elevadísima, tanto pública como privada, su población envejece rápidamente y la productividad está estancada. Para que os hagáis una idea, mientras Estados Unidos seguirá ganando población, de aquí a 2025, en el mismo período Alemania perderá seis millones y medio de trabajadores, cifra equivalente a la fuerza laboral de toda Baviera, su motor regional más relevante. Para 2030, su relación entre población activa e inactiva será del 20 por ciento, por lo que necesitará un flujo inmigratorio constante. Para que lo entendáis, el crecimiento económico es función de los factores de producción, uno de los más importantes es la población y si, estructuralmente, estamos en una era en países como Japón o la Unión Europea de decrecimiento demográfico, eso inevitablemente tendrá un impacto sobre el crecimiento. Estas divergencias ya se aprecian también en política monetaria. Mientras en Estados Unidos, la Reserva Federal ya ha puesto en marcha políticas de reducción de liquidez, lo que se viene en llamar "Tapering", Europa y Japón van en la dirección opuesta por necesidad. La Unión Europea acaba de comenzar su plan formal de expansión cuantitativa, con el que el Banco Central Europeo está inyectando liquidez para evitar que la economía europea caiga en una anemia crónica. Por su parte, Japón prosigue con una política muy agresiva de estímulos, siguiendo las tres directrices de lo que ya se conoce como "Abenomics", por el primer ministro Shinzo Abe. Y estas tres son: el estímulo fiscal masivo, una flexibilización monetaria por parte del Banco de Japón, y reformas estructurales que impulsen la competitividad. El objetivo es el mismo que en Europa, intentar por todos los medios posibles estimular un crecimiento que se resiste. A todo esto hay que añadir otro factor que está frenando la convergencia hacia una gobernanza económica y financiera global, la creciente dependencia de bancos centrales que, como hemos visto, van en direcciones opuestas. En Europa, el Banco Central está, como hemos dicho, inmerso en una activa política de expansión monetaria. La teoría es la siguiente, el Banco Central crea dinero para comprar bonos de instituciones financieras, lo cual provoca una rebaja de los tipos de interés que permite a empresas y hogares gastar y/o invertir más, lo que a su vez genera más gasto y empleo consiguiendo, en principio, el repunte de la economía. Sin embargo, como hemos visto, en Estados Unidos el proceso actual es el opuesto, intentar restringir la liquidez que se ha estado creando durante todos estos años. De hecho, hay un amplio debate sobre la efectividad de estas medidas de expansión cuantitativa. Para muchos, su adopción es lo que ha permitido a Estados Unidos evitar otra Gran Depresión. Y el estancamiento europeo viene, precisamente, por no haberse dotado antes de este tipo de política monetaria más laxa y haberse extendido en las políticas de austeridad. Sin embargo, otros piensan que estamos resolviendo, con esta política monetaria tan laxa, el problema de una enorme deuda con más deuda, y creando desequilibrios que en algún momento se desbocarán. En todo caso, lo que está claro es que vivimos en tiempos de incertidumbre económica. Hasta aquí, algunos de los riesgos económicos a los que nos enfrentamos. Hay, por supuesto, muchos más, pero me parece que estos es importante que los entendáis. Os espero en la siguiente lección, en la que hablaremos de riesgos económicos. Hasta ahora.