Llegó la hora de presentar un resumen de los puntos principales de los temas que abordamos a lo largo del curso. En el inicio del curso analizamos varios conceptos importantes, el riesgo, la amenaza, la exposición, la vulnerabilidad. Estos conceptos se articulan entre sí y son la base para los elementos que abordamos posteriormente. Posteriormente, abordamos la gestión integral de riesgos, que se puede resumir así. La gestión integral de riesgo de desastres se puede articular con la evaluación del riesgo de desastres, la reducción del riesgo de desastres y la gestión compensatoria. No olvidemos que la reducción del riesgo de desastres incluye la gestión correctiva y la gestión prospectiva. Asimismo, la gestión compensatoria incluye a la gestión reactiva y a la transferencia y la financiación del riesgo. Este esquema, que seguramente recordarás, está enmarcado en la gestión del desarrollo e incluye otros riesgos que pueden ser gestionados desde el Estado, así como otros enfoques como la cosmovisión indígena y el conocimiento ancestral. No perdamos de vista que, desde el Estado, la evaluación del riesgo tiene una perspectiva que se relaciona con la forma en que el Estado se organiza. Así, el riesgo en temas de salud pública, el riesgo asociado a erupciones volcánicas o inundaciones se diferencia del riesgo asociado a la seguridad ciudadana. Esa división que es, además, diversa, implica para el Estado que se subdivide el estudio de riesgo y la evaluación del riesgo. Por el contrario y, en contraste desde el nivel local, desde las comunidades, el riesgo no se subdivide en esa manera. El riesgo se jerarquiza dependiendo de otros factores, como la percepción del riesgo, que ya abordamos también al inicio de este curso. Podemos decir, en complemento y cuidando no caer en generalizaciones, que la visión del riesgo desde lo local puede incorporar diferentes problemáticas y, en ese sentido, es importante mencionar que algunas problemáticas para la comunidad pueden ser muy importantes y pueden estar vinculadas a demandas sociales, a protestas, a controversia. Es decir, desde lo local hay problemas serios cotidianos que se entrelazan con el riesgo. Esa visión integrada es muy importante y debe ser considerada desde el ámbito institucional, que se orienta a reducir riesgos específicos cuando en la comunidad, a veces, el problema es mucho más amplio, integral e incorpora otras problemáticas. El riesgo, incluso los desastres, tienen una dimensión política. De esa cuenta, en una sociedad democrática es importante poder articular las demandas ciudadanas, los problemas que la gente plantea, con las prioridades institucionales, con los mandatos y las competencias. Por ejemplo, un sistema de protección civil o una institución científica que desean hacer incidencia en la reducción de un riesgo particular volcánico o un riesgo antrópico, como la contaminación de cuerpos de agua, deberían entonces acercarse a las instancias de organización ciudadana para que las propuestas de intervención sean consensuadas, sean legítimas, sean democráticas. Este es otro ámbito importante que deberíamos considerar antes de pasar a un modelo que nos ayude a integrar una propuesta de intervención. Recordemos que existen diferentes tipos de gestión, la evaluación del riesgo de desastres, la reducción del riesgo de desastres, la gestión compensatoria y otros enfoques para la gestión de riesgos. Recuerda que en vídeos anteriores también abordamos aspectos relativos a la planeación del territorio y aspectos políticos que se relacionan con la gestión del riesgo. En el curso, además de la evaluación del riesgo, también abordamos la construcción de escenarios. La misma puede realizarse con diferentes técnicas y presentamos una que parte de la amenaza y que se construye combinando amenazas, vulnerabilidades y eligiendo un impacto dado que permita tomar decisiones, ya sea para la preparación, para la respuesta o para otros usos en la gestión de riesgos. Ahora es el momento de hablar un poco acerca de las propuestas de intervención. Pero, ¿cómo hacer para que una propuesta de intervención sea viable, sea legítima, sea técnicamente estructurada y que pueda resolver problemas desde el ámbito institucional y problemas que percibe la gente? El primer recurso es contar con una adecuada evaluación del riesgo, pero no perdamos de vista que esa evaluación se debe articular, debe ser coherente con las perspectivas, con la visión del riesgo desde el nivel local. ¿Cuáles son, entonces, los elementos mínimos para una propuesta de intervención? Naturalmente, la respuesta depende del contexto y, si se trata de un ámbito municipal, por citar un ejemplo, deberíamos considerar por lo menos lo siguiente. Selección del ámbito espacial y temporal, es decir, identificar si la propuesta de intervención tiene alcances nacionales, estatales, municipales, locales o el alcance que corresponda según la división político-administrativa de cada país. Asimismo, se sugiere hacer un mapeo de actores que incluya a instituciones públicas y privadas, asociaciones civiles o grupos de interés que deben ser incorporados por su función técnica, científica, política y operativa. Es preciso contemplar los miembros y líderes comunitarios, así como también a los miembros de los pueblos originarios, según corresponda el ámbito territorial seleccionado. Esta integración permite lograr una sinergia y que los procesos de intervención que se desarrollen sean participativos, inclusivos, interinstitucionales y sectoriales. Naturalmente, la forma de la propuesta dependerá del contexto, de los instrumentos disponibles, del marco jurídico y normativo, de las políticas de Estado que existan, de los planes que pudieran ser prioritarios, es decir, cada contexto va a ser diferente y, en algunos casos, la propuesta será muy específica, en otros casos, la propuesta puede ser amplia. Es recomendable hacer énfasis en la vulnerabilidad. Como mencionamos en otro momento del curso, la resiliencia es importante, pero no hay que invisibilizar los problemas. Del mismo modo, es necesario que los grupos más vulnerables por condiciones especiales sean visibles desde el inicio de la propuesta y, con esto, podemos hacer referencia a mujeres, niñas, niños, personas que viven con discapacidad y cualquier otro grupo que sea especialmente vulnerable gracias a su condición. En este punto es necesario decidir si vamos a utilizar escenarios para articularlos con la propuesta. No perdamos de vista que la evaluación del riesgo es una disciplina amplia que puede producir información organizada de formas diversas. Los escenarios, en específico, constituyen un instrumento para establecer un nivel de impacto probable y, sobre ese nivel de impacto que es visible, tomar algunas decisiones. La técnica para construir los escenarios puede variar. En este curso presentamos una, pero hay otros procesos desde el nivel comunitario y desde la modelación con sistemas de información geográfica que también pueden ser útiles. Otro elemento que también debemos considerar es el balance entre el abordaje del riesgo intensivo y el riesgo extensivo. Puede ser que una propuesta integral incorpore ambos o puede ser que se concentre, por citar un ejemplo, en el riesgo intensivo asociado a eventos sísmicos en una ciudad altamente poblada.