En este vídeo, vamos a analizar una de las obras más conocidas de la plástica argentina, "Manifestación", actualmente en la colección del Malba, en la que confluye el momento histórico, social, político y artístico. Su autor, Antonio Berni, es uno de los artistas fundamentales de la historia del arte en Argentina. Nació en Rosario en 1905. En esa ciudad, comenzó su formación artística y se destacó, tempranamente, recibiendo una beca del Jockey Club que le permitió viajar a Europa entre 1925 y 1930. Allí visitó España y París, donde estudió con Othon Friesz. París, en la década del 20, era el lugar de reunión de artistas de todo el mundo, donde se mostraban y discutían las últimas tendencias. A su vuelta a Argentina, Berni realizaba una pintura más cercana al surrealismo que se caracteriza por la yuxtaposición de elementos inconexos, las desproporciones y los contextos inusuales. En 1933, David Alfaro Siqueiros estuvo de visita en Buenos Aires, donde realizó varias conferencias para difundir sus ideas sobre el arte mural y su función social. Recordemos que Siqueiros es, junto a Diego Rivera y José Clemente Orozco, uno de los artistas más destacados del movimiento muralista que se organizó en México desde 1922. En Buenos Aires, Siqueiros recibió el encargo de realizar un mural en la quinta de Natalio Botana en Don Torcuato. Para la realización de ese mural se conformó el equipo poligráfico del que formó parte Antonio Berni, Lino Enea Spilimbergo, Juan Carlos Castagnino y Enrique Lázaro. El contacto con Siqueiros provocó un cambio fundamental en la obra de Antonio Berni, aprendió la importancia de dar al arte una finalidad social y la trascendencia del mural como una obra que queda a disposición del público, a diferencia del cuadro de caballete, que era entendido como una obra de consumo burgués porque tiene una circulación más limitada y su destino es la casa de un particular. "Manifestación" es una obra que Berni pinta en 1934, un lienzo de enormes dimensiones donde Berni compone con cientos de rostros una escena de denuncia social. Una de las lecciones que Berni aprendió de Siqueiros era la importancia de realizar murales. Sin embargo, a diferencia de lo que sucedió en México, que el Estado fue quien organizó la producción y cedió las paredes, en Argentina era muy poco probable, por no decir imposible, que esto sucediera, más pensando en murales cuyo objetivo fuera la denuncia social. Para subsanar esta situación, Berni realiza lo que podríamos denominar un mural portante, una gran pintura exenta de la pared, pero que, por sus grandes dimensiones, hace referencia al muralismo. La composición se organiza con un horizonte muy alto sobre el cual se observa una ciudad moderna, contemporánea y un cielo muy simple, azul claro y plano. Sobre una diagonal, que proviene de derecha a izquierda, avanza un collage de rostros que se aprietan en el primer plano, ocupando tres cuartos del alto de la composición en ese primer plano, muy cercano al espectador. Los rostros monumentales se aproximan reforzando la idea del movimiento en esta manifestación. Sin embargo, todo está quieto. Observemos esa ciudad. Las casas son típicas de la época, pero todo está cerrado, resuelto de forma sencilla y los colores aplicados de forma plana, las sombras rigurosas. Este tipo de paisaje urbano es muy común en la pintura de esta época que denominamos Realismo de nuevo cuño. Hay una situación de soledad e inmovilidad en el ambiente que produce una sensación de inquietud y desasosiego. Lo mismo sucede con los rostros, no se observan gestos de gritos, bombos. Al fondo, se esbozan los rostros completando toda la calle. Esta manifestación no tiene fin. Las caras que Berni utilizó en su obra provienen de fotos que él mismo sacaba por la calle o en manifestaciones de la época. Muy probablemente, esa sea la razón por la cual todas las caras tienen un punto de vista distinto. De los tres hombres en la primera fila de abajo, los dos de los extremos están vistos desde abajo hacia arriba, mientras que el del centro está visto desde arriba hacia abajo. Son rostros monumentales que casi no le dan descanso al ojo mientras los observa. Produce lo que se denomina horror vacui u horror al vacío. Cuando hay una proliferación de elementos en la composición que resulta abarrotada, sin un espacio libre. La composición, en la comprensión del primer plano, se organiza en torno a un triángulo, siendo el extremo superior la cabeza del niño, el inferior izquierdo, el hombre de camisa rayada y el inferior derecho, el hombre de camisa roja. El triángulo es la forma geométrica de construcción básica en el Renacimiento. Es una forma estable que permite una lectura clara de la obra. Recordemos que un artista como Berni es un gran admirador de los artistas más importantes de la historia del arte, ha estudiado sus obras. Este realismo de los 20 busca volver a estudiar la pintura como un saber fáctico y la composición basada en la matemática y en la geometría. En el centro de este triángulo vemos un puño, típico símbolo de la lucha. No es extraño que el rostro del único niño de la obra sea el extremo superior de este triángulo. Los niños son las víctimas inocentes de toda la situación de pobreza por la que esta gente reclama. La paleta elegida por Berni es reducida con una alternancia muy bien elegida entre rojos, azules, amarillos y verdes, para que nuestro ojos circule y la composición resulte equilibrada. En los rostros dominan los colores tierras, cuaternarios, sucios. Es una paleta restringida que también es una característica del Realismo de nuevo cuño, utilizada para crear un clima extrañado. Toda la manifestación lleva una sola pancarta y un solo reclamo: pan y trabajo. Esa proclama nos hace pensar, inmediatamente, en la primera obra de arte social de la historia del arte argentino, "Sin pan y sin trabajo", de Ernesto De la Cárcova, pintada en 1894. Ambas obras fueron pintadas en el contexto de una crisis económica grave, de la de De la Cárcova, la crisis del 90; de la de Berni, la crisis derivada del crac del 29. La profunda crisis de los 30 llevó a la triste consecuencia de que se fundara la primera villa miseria en Buenos Aires, Villa Desocupación. La obra de Berni es una obra de denuncia que da visibilidad a un grupo social que de a poco empezaba a ganar protagonismo en la plástica de nuestro país. Esta obra fue pintada para ser expuesta junto a Desocupados que se encuentran en una colección privada y Chacareros que está expuesta en el Museo Sívori. Las tres comparten la particularidad de haber sido pintadas sobre bolsas de azúcar de arpillera, que fue cosida, artesanalmente, por Paule, la esposa de Berni. La elección del soporte no es para nada casual. Berni podía comprar lienzo, pero decide pintar en esa tela porque tenía que ver con la denuncia social que estaba exponiendo en sus obras. Recordemos que quien inspira a Berni para pintar estas obras monumentales es Siqueiros y que el referente son los murales públicos de México. Berni no tiene muros, pero elige las bolsas de arpillera porque de esa manera puede hacer referencia a unos de los trabajadores más postergados y sometidos de esa época. Los que trabajaban en la cosecha de la caña de azúcar eran campesinos cruelmente explotados, quienes también reclamaban por sus derechos sin conseguirlo. Esa elección del material adelanta a Berni en elecciones conceptuales que volverá a hacer, treinta años después, con su famosa serie sobre Juanito Laguna.