[MÚSICA] [AUDIO_EN_BLANCO] Inicio esta clase con una advertencia: la ciencia política, los cientistas políticos, realmente tenemos instrumentos muy endebles para analizar la realidad del poder. Es ciencia en la medida en que pretende llegar a explicaciones, a conclusiones, basadas en el método científico, pero tenemos una serie de conceptos, todos mal definidos. Entonces, lo que podemos hacer en el mejor de los casos son aproximaciones. Lo que voy a insistir en estos programas es una visión mía, que no necesariamente es compartida por otros colegas politólogos, y acepto que hay otras explicaciones. Yo nada más le propongo una, ustedes son libres y necesitan formular la propia. En el México en que estamos en este momento haciendo el programa, el partido en el gobierno es el Partido Revolucionario Institucional, el PRI. Este es un partido que nació en 1929, nace de una crisis, el asesinato del presidente electo, Álvaro Obregón, y ha pasado por una serie de transformaciones, pero tiene una característica importante, que de 1929 hasta el año 2000 mantuvo el control de la presidencia y el control de la mayoría de los estados de la república, del ejecutivo estatal, eso no se ve mucho en el siglo XX, son muy pocos los partidos que tienen esa historia. En el año 2000 la oposición logra por fin llegar a la presidencia. La oposición está encabezada por el Partido Acción Nacional, durante 12 años se queda en esa posición, pero en el 2012, en las elecciones del 2012, el PRI vuelve a la presidencia. Hay un politólogo francés, Maurice Duverger, que tiene una afirmación muy categórica: que todo partido político nace con un sello y no lo pierde nunca hasta su desaparición. Ustedes sabrán si es cierta esta afirmación, pero en caso de serlo, entonces el partido que hoy está en el poder nació y se desarrolló en una etapa en que la democracia política, tal y como la conocemos en el siglo XX, no funcionaba. Tiene esa característica. Se ha visto obligado, obligado a entrar en una etapa en donde tiene que competir con otros partidos. En México, como en todo el mundo moderno, tenemos a un partido de derecha que sería el Partido Acción Nacional, aunque a ellos a veces no les gusta esa definición; tenemos varios partidos a la izquierda, el Partido de la Revolución Democrática es el de más contundente hasta este momento, pero también está ya Morena, y hay otros partidos más pequeños, el Partido del Trabajo; y hay una, digamos, un conjunto en la izquierda y hay otros que navegan sin una clara ideología, sin una clara identificación. Pero bueno, esto le da a la política mexicana el carácter de pluralista que es la esencia de la democracia. Sin embargo, con la llegada del PRI, tenemos que el grupo en particular, el grupo en el poder, está identificado con dos estados, el estado de México y el estado de Hidalgo, en donde todavía no se experimenta cambio de partido desde 1929. Esta es la parte de herencia autoritaria que tenemos. La política mexicana ahora sí está dirigida por el presidente, la figura presidencial es el centro del sistema, a diferencia de los sistemas parlamentarios, éste, el mexicano, es presidencial desde el principio de su construcción, pero tiene que lidiar con un congreso en donde el PRI tiene ahora el control con sus aliados, pero ya está siendo, es rutina cuestionarlo. En el pasado había un control desde la presidencia de los medios de comunicación, de este, el que estamos usando ahora, la televisión, la radio, los periódicos, ahora hay una cierta pluralidad. Hay momentos en los cuales se sigue ejerciendo la censura, pero son cada vez menores, pero existe. El problema, bueno, hay muchos problemas en nuestro sistema político, pero uno es que su legitimidad ahora tiene que surgir, tiene que surgir, lo subrayo, de las elecciones. Pero este proceso electoral mexicano carga con una herencia terrible, una herencia de incredulidad, porque durante mucho tiempo las elecciones no decidieron nada, todo estaba decidido antes de que la elección se hiciera, y la elección simplemente ratificaba lo que you se había decidido en las cúpulas, sobre todo, en la presidencia. Para hacerla creíble a la elección en el México actual, se creó un instituto, un instituto enorme, que no crean que tiene paralelos en otras partes, es muy mexicano, el Instituto Federal Electoral que ahora se ha transformado el Instituto Nacional Electoral. Tiene una estructura que abarca todo el país, una burocracia enorme, y además hay un tribunal electoral del poder judicial de la federación para mantener también el ojo sobre las decisiones de el IFE o INE ahora. Sin embargo, pese a todo eso, las elecciones mexicanas siguen estando en duda, y no es que yo lo diga, pueden ustedes recurrir a las encuestas de opinión, hay una encuesta hecha por una institución donde yo estuve muchos años, el Colegio de México, patrocinada justamente por el IFE antes de que se transformara en INE, y allí están en cifras concretitas, que el ciudadano mexicano tiene dudas sobre la naturaleza de las elecciones. Ese es uno de los problemas a resolver, uno de los problemas urgentes del sistema político mexicano, que su legitimidad nazca realmente de elecciones creíbles. Si ese origen de la legitimidad está resuelto, se podrán resolver de mejor manera muchos de los problemas políticos que tiene México. Bueno, voy a concluir. No me tomen en serio esto de que se resolverán los problemas. Los problemas políticos en realidad rara vez se resuelven; se administran, se administran y se le quitan las aristas más filosas, pero vuelven a salir. La política es Sísifo, nunca queda nada resuelto de manera definitiva. Pero tenemos que llevar esta carga de la mejor manera, con una buena legitimidad en su sistema político, yo creo que podemos avanzar mucho. [MÚSICA] [MÚSICA] [MÚSICA]