Buenos días, buenas tardes, buenas noches. Donde quiera que estén, sean bienvenidos a un capítulo más del Máster Online de Humanidades Digitales. Hoy hablaremos de arte digital. En un principio podríamos pensar que el arte digital es simplemente arte hecho con ordenadores, pero eso sería una definición inútil. Casi cualquier producto cultural que uno pueda consumir, a la actualidad, ha sido procesado en algún momento a través de tecnologías digitales. Consideren, por ejemplo, una canción del cantante de éxito Bruno Mars. Todo allí es digital, grabación, edición, distribución, incluso su voz ha sido probablemente filtrada por un software especial que evita que el cantante desafine por mucho que se esfuerce, pero no diríamos que Bruno Mars hace arte digital. El arte digital es más bien un estado mental, una forma de relacionarse con la tecnología, una exploración de sus posibilidades y sus problemas, independientemente de la tecnología que usemos, que hasta puede ser analógico o desfasada. Entenderemos mejor esta cuestión, si hacemos un breve repaso a la historia del arte digital. El arte digital empezó explorando la idea de la virtualidad. Es decir, la posibilidad de construir mundos paralelos, alternativos en los que fuéramos más allá de nuestro cuerpo y nuestras limitaciones humanas. En los años 80 diversos artistas del Body Art empezaron a explorar estas premisas. El más conocido seguramente es Stelarc. Con la aparición de la World Wide Web a mediados de los 90, el arte digital empieza a explorar los modelos metalingüísticos, analiza los códigos de generación de las páginas web para mostrar sus implicaciones. Lo que tienen aquí en pantalla es el famoso proyecto de los artistas Jodi, en el que vemos cómo una imagen aparentemente incomprensible toma sentido cuando en lugar de ver la página generada observamos el código que la genera. O esta pieza, My Boyfriend Came Back from the War de Olia Lialina donde se construye una historia de forma no secuencial, aprovechando las características de las páginas web. Afortunadamente, a mediados de la década del 2000 empezamos a entender que el objetivo central de las tecnologías digitales, ya no es crear realidades artificiales, sino establecer sistemas de colaboración para hacer que nuestra vida real sea más libre, placentera o simplemente efectiva. Esta visión ya fue avanzada por los artistas digitales que predijeron la web colaborativa, la web 2.0 con proyectos como Communimage, que tienen aquí en pantalla; en el que los artistas ya no son creadores de imágenes sino que devienen productores y ofrecen un lienzo en blanco en el que el público es el verdadero artista. Ahora con las redes sociales, Instagram, estamos muy acostumbrados a esta idea de compartir fotos, pero en su momento fue una propuesta eminentemente rompedora. En paralelo, según entrábamos en el nuevo milenio, los artistas comprendieron que su modo de vida entraba en crisis y el arte se limitaba a ver páginas web y también se perdía la experiencia orática de visitar un museo y enfrentarse con un objeto único. De manera que el arte digital ha ido evolucionando a la construcción de instalaciones interactivas en los que hay un uso abundante de tecnologías digitales que permiten al público desarrollar fascinantes interacciones con un medio artístico. Uno de los primeros artistas en trabajar la potencialidad de la instalación es Rafael Lozano Hemmer. Uno de sus primeros proyectos de instalación interactiva es este espectacular alzado vectorial, en el que el público controla desde internet unos enormes focos de luz que trazan sus propios diseños y los pueden ver en una plaza pública. O ésta fascinante y más intimista Pulse Room de Rafael Lozano Hemmer en el que 100 bombillas se encienden y se apagan siguiendo el ritmo de los latidos del corazón del público. Los artistas digitales siempre trabajan al límite, explorando las tendencias más radicales de las últimas tecnologías. Así, no es de extrañar que ahora cada vez más artistas desarrollen proyectos con las últimas propuestas de Google, por ejemplo. Tenemos Mario Santamaría, que en su blog The Camera in the Mirror le da una vuelta a los experimentos metalingüísticos de los 90, buscando la cámara de Google que fotografíe museos reflejada en los espejos del Hermitage o el Prado. ¿Quién es el artista en estos proyectos? la inteligencia artificial también es un campo en que los artistas experimentan. Uno de los ejemplos más comentados que tienen aquí es Aaron, una inteligencia artificial que controla un robot que pinta cuadros. Aaron ha desarrollado un estilo propio, bien diferente al de su creador a partir de complejos algoritmos de inteligencia artificial. En fin, podríamos estar horas describiendo proyectos artísticos pero espero que con esta breve presentación conozcan un poco mejor el arte digital y se animen a explorar la red en busca de más proyectos. Buenos días, buenas tardes, buenas noches y hasta la próxima sesión. Gracias.