Desde hace un tiempo que la psicología ha ido otorgándole cada vez más importancia a la empatía. En el psicoanálisis este concepto lo retoma Heinz Kohut desde la fenomenología y lo revaloriza señalando la importancia de la empatía en el vínculo paterno filial. A lo largo de la historia se realizaron investigaciones que permitieron establecer una relación entre la empatía y las distintas partes del cerebro. Es así que una de las áreas neurales que mayor implicada está en el circuito de la empatía es la corteza prefrontal medial. La función de esta es procesar información social para poder hacer una comparación entre las perspectivas de uno mismo y la de otro individuo. El Sistema de Neuronas Espejo, uno de los hallazgos más importantes de las neurociencias en los últimos años, ha permitido comprender varios aspectos de la empatía. Se sabe que las neuronas espejo permiten corporizar las acciones, sensaciones y emociones de los demás. Corporizarlas, es decir, hacerlas propias mediante la mimetización y el contagio social. Permiten ponerse en el lugar del otro, así como también anticiparse infiriendo las intenciones de los demás sin necesidad de presenciar la acción, alcanzando solo con la representación mental. La empatía se ha descubierto en los últimos tiempos que desempeña un papel muy importante en todo lo que tiene que ver con las patologías del desarrollo. Se ha observado que gran parte de lo que le ocurre a estos sujetos en términos de dificultad en los vínculos, en términos de déficit en las habilidades sociales, es debido a dificultades en la capacidad de empatía. Un ejemplo de esto en el autismo. Esta es la razón por la cual muchas patologías del desarrollo, como el autismo, se caracterizan por una torpeza o inadecuación social. Podríamos decir entonces que la empatía es la capacidad de ponerse en lugar del otro, pero como recurso. Es una habilidad tanto cognitiva como emocional o afectiva del individuo, en la cual este es capaz de ponerse en la situación emocional de otro. Es una capacidad que se logra en el proceso de maduración o desarrollo, pero no todos la adquieren o la poseen. Es lo que nos permite ser adecuados en una entrevista de trabajo, caerles bien a los padres de nuestra pareja el primer día que vamos a comer a su casa y ser oportunos en un comentario o una crítica a un amigo. En aquellos sujetos donde esta capacidad se ve interferida existen tratamientos donde pueden ayudarlos con estrategias para desarrollar recursos o bien, habilidades sociales.