Y, ¿cómo pensaba Freud que funcionaba la mente? Freud pensaba que lo que motorizaba la mente, el funcionamiento de la mente, eran fuerzas instintivas en conflicto y él consideraba que había tres niveles de conciencia. Un primer nivel de conciencia que responde a lo que es el hablar y el pensar racionalmente. Un segundo nivel de conciencia que se llamaría preconsciente, que es el que responde a la memoria ordinaria. Y un tercer nivel de conciencia que es el inconsciente y que ahí residen los recuerdos y los afectos que son inaceptables para uno mismo y por tanto han sido sepultados. Freud fue un poco más allá en la descripción de la personalidad y postuló que esta, la personalidad, estaba formada entonces por otros tres componentes aparte del inconsciente, preconsciente y consciente. Los componentes se llaman: "Ello", "Yo" y "Superyó". El "Ello" es la única parte de la personalidad que está presente desde el nacimiento e integra a nuestros aspectos más profundos. Tiene la característica de ser inconsciente e incluye los componentes instintivos y primitivos. A esta parte instintiva, a estos instintos, Freud los dividió en: instintos agresivos y de muerte e instintos de supervivencia y sexuales. Inspirado en la mitología griega, Freud llamó a estos impulsos Eros y Thánatos. El "Ello" es impulsado por el principio del placer, ya que intenta satisfacer sus necesidades de forma inmediata, aunque esto no sea siempre posible. El "Yo" es el componente de la personalidad que se encarga de tratar con la realidad. El "Yo" se desarrolla a partir del "Ello" e intenta que las necesidades del "Ello" puedan satisfacerse en el mundo real de una forma adecuada. Así decimos que el "Yo" funciona bajo el principio de realidad y trata de satisfacer los deseos del "Ello" en forma realista y socialmente adecuada. El principio de realidad sopesa los costos y los beneficios sobre una acción para satisfacer los impulsos del "Ello". Muchas veces los impulsos del "Ello" pueden ser satisfechos a través de una postergación de la gratificación. El "Yo" intenta dar lugar a la satisfacción, pero solo en determinado momento o lugar adecuado. Y finalmente, el "Superyó" es el aspecto de la personalidad que incluye a los estándares morales y culturales, a los ideales de nuestros padres, aquello que está bien, aquello que está mal. El ideal del "Yo" incluye normas de buen comportamiento para nuestros padres y la conciencia moral, es decir, aquellas conductas, pensamientos, efectos que fueron aprobados por nuestros padres y por nuestra sociedad. El "Superyó" interviene para civilizar nuestra conducta y se encuadra en normas sociales más que en principios realistas. Por lo tanto, para el psicoanálisis el "Yo" entonces tiene la misión de encontrar la armonía entre las tres instancias y la realidad. Tanto el "Ello" como el "Superyó" son inconscientes, es decir, no tenemos control voluntario sobre ellos. El "Yo" tiene aspectos conscientes que podemos manejar y aspectos inconscientes que se llaman mecanismos de defensa. Para el psicoanálisis la personalidad es como un iceberg. Solo vemos la punta, pero por debajo hay muchos componentes que definen por qué actuamos como actuamos. Pero, ¿qué son los mecanismos de defensa? Los mecanismos de defensa son estrategias de afrontamiento que parten desde el "Yo". Los mecanismos de defensa son inconscientes, como decíamos antes, pero son una función del "Yo". Estas formas de enfrentar las situaciones las hemos ido aprendiendo desde la crianza y desde la cultura y desde ciertos hábitos. Dentro de los mecanismos de defensa tenemos mecanismos de defensa primitivos y maduros. Todos tenemos mecanismos de defensa. La salud está en tener gran cantidad, un abanico y flexibles. La patología es cuando se utiliza siempre el mismo sistema de afrontamiento, es decir, el mismo mecanismo de defensa rígidamente independiente de la situación.