[AUDIO_EN_BLANCO] Macondo es la razón por la cual esta novela es absolutamente fundamental. Es la primera vez que nosotros como lectores nos enfrentamos de forma detallada a este espacio. Lo interesante es que hay dos elementos estructurales de la novela que marcan la importancia de Macondo. Número uno, el título, número dos el prólogo. El título es absolutamente fundamental y nos lleva a formular la siguiente pregunta, ¿qué es la hojarasca? La hojarasca tiene muchísimos niveles de significación, sirve para aludir a este gran cambio social, sirve para intentar entender estos cambios económicos pero a la vez es una fuerza mítica y es una especie de fatalidad. Por otro lado vemos el prólogo, el prólogo es sumamente interesante y en él se marca también la importancia de Macondo y la transformación a raíz de la compañía bananera. En el prólogo la hojarasca aparece como avalancha o pestiquero, que arrasa con todo pero también aparece como una gran fatalidad. La forma fundamental para captar la importancia del título y del prólogo, es ver que en el cuerpo de la novela la hojarasca aparece solo en el capítulo seis, es decir hacia la mitad de la novela. Sin embargo, la hojarasca y la transformación de Macondo se siente desde un principio gracias a estos dos elementos estructurales. En la hojarasca vemos como la compañía bananera inserta temporalmente a Macondo dentro de la economía mundial gracias a lo cual llega la abundancia y la prosperidad. ¿Cómo se marca la llegada de esta prosperidad en el prólogo? Mediante el tren, el tren aparece como este grande agente movilizador que todo lo transforma. Lo interesante es que al final este tren no lleva a nadie y les leo una cita lo pues Isabel lo plantea muy claramente. Solo el pito de un tren amarillo y polvoriento que no se lleva a nadie interrumpe el silencio cuatro veces al día. Vemos como la compañía bananera explota todo lo que hay para explotar y deja a Macondo sumido en el mismo estado de aislamiento y de olvido en el que se encontraba al principio y les leo otra cita. Es como si Dios hubiera declarado innecesario a Macondo y lo hubiera echado en el rincón donde están los pueblos que han dejado de prestar servicio a la nación. Entonces nos encontramos con un ciclo que va del aislamiento a la abundancia y luego a la decadencia y el olvido, ciclo que luego se retomará de forma más exacerbada en 100 años de soledad.