Adelante. Hola. Hola. Profesor Gabriel, ¿lo puedo interrumpir un momento? Sí, adelante. Tome asiento. Gracias. Permiso. Diga. Yo vine a conversar con usted porque mi hija Camila me comentó lo que ocurrió ayer en clases y algunas apoderadas me han escrito para saber si es que yo sé algo. Me imagino que se refiere a Gabriel. Sí. Fue una situación muy tensa para todos. Gabriel tuvo una crisis epiléptica en el salón. Afortunadamente para él, yo estaba ahí y pude ayudarlo. Ahora bien, es cierto que los niños estaban nerviosos y asustados, pero Gabriel está bien y pudimos mantener a los niños calmados y en una zona segura. ¿Qué más le comentó Camilita? Me comentó que estaban en la actividad de escribir un cuento cuando de repente se escuchó un golpe y se empezaron a escuchar también unos ruidos, unos gritos, y me dijo que ahí apareció usted tratando de calmar la situación para ayudar a Gabriel y me dijo que él estaba sufriendo como un ataque. Me preguntó si es que alguien se podía morir por algo así. No, mire, fue una situación angustiante para todos porque fue sorpresiva y a veces uno se pregunta si lo que hice fue suficiente o no. Entonces, hay que estar preparado para estas situaciones. Ahora bien, no es primera vez que me pasa, por lo que yo estaba preparado. Anteriormente, en el colegio en el que estuve ocurrió algo similar. En ese momento yo no sabía nada, por lo que me prometí que iba a aprender por el bien de los niños, por el bien del curso completo y creo que resultó. En la noche llamé a sus padres y me comentaron que pasó una buena tarde, que hoy no iba a venir al colegio porque tenía que ir al médico, pero ya mañana se va a reintegrar con los demás. Me imagino lo difícil que debe ser para los padres de Gabriel enfrentar una situación así, ver a tu hijo como poseído. Dicen que hay algunos niños hasta que se se orinan. ¡Qué terrible! También me imagino que debe ser complejo para usted como profesor, trabajo extra en todos los sentidos. He escuchado que los niños con epilepsia hay que tratarlos con mucho cuidado, les cuesta aprender un poco más. No, no, no, no. Ahí se equivoca, de ninguna manera. Gabriel, junto a sus padres siguen el tratamiento médico al pie de la letra, va a sus controles, toma sus medicamentos, duerme las horas necesarias para estar bien. Incluso, este año para Gabriel ha sido espectacular, al igual que para sus demás compañeros y para mí esta experiencia ha sido muy gratificante. Me sorprendió mucho la manera comprensiva en la que supieron afrontar esta crisis los niños, además, de que fueron muy respetuosos con Gabriel. Qué bueno, profesor. Me alegro mucho que me comente esto. Yo, la verdad, es que ahora recién me estoy dando cuenta de lo ignorante que soy en el tema. Me pregunto, cómo podemos ayudar a nuestros niños en estas situaciones. No sé, saber más del tema. Me imagino que los otros padres y apoderados tampoco lo saben. Entonces, creo que tenemos un rol importante que hacer con nuestro niños y apoyarlos. Así es. La mayoría de la gente no se imagina la cantidad de personas que tienen epilepsia. En este colegio hay algunos alumnos y un profesor. Francisca, muchas gracias por tu interés. Ahora sí, quiero pedirte que por favor guarde discreción para que el tema no se agrande, por respeto a la familia y al niño. Sí. ¿Sí? De todas maneras, me parece importante lo que tú estás diciendo de que hay que aprender, estar informado para manejar bien las situaciones. Si, esta situación ha causado mucho ruido entre todos los apoderados y algunos me han escrito planteándome sus dudas, sus aprensiones y la verdad es que ya no sé cómo responderles. Sí, me imagino, me imagino. Creo que deberíamos juntarnos a conversar y planificar alguna actividad para que todos estemos informados y preparados ante estas situaciones. ¿Sabes qué? Creo que donde Gabriel se atiende ofrecen algunos talleres educativos y yo, a principio de año, cuando me entrevisté con los padres de Gabriel, me mencionaron que consideraban importante que nosotros tengamos conocimiento del diagnóstico de la enfermedad, del tratamiento de Gabriel para que podamos actuar en diversos casos. Ahora bien, me parece una mejor idea que podamos instaurar en toda la comunidad técnicas simples para que puedan aplicar en caso de que exista alguna crisis epiléptica. Si. Muchas gracias, nos vemos. Pase. Hola. Hola, ¿qué tal? ¿Tienes un minuto? Si. ¿Vamos por un café? Vamos. ¿Por qué había un apoderada en tu oficina? ¿Fue por lo del niño de tu curso? Yo cuando escuché eso me quise morir de terror. No, no, mira. Es verdad que ocurrió algo, un hecho lamentable. Uno de mis alumnos tuvo una crisis de epilepsia, pero yo estaba ahí y pude socorrerlo de una buena manera. Ahora, los niños quedaron un poco asustados porque fue un ataque sorpresivo, entonces tuve que contenerlos. Ahora él se encuentra muy bien y no hay ningún problema. Menos mal. Aunque ahora hay que tomar ciertos resguardos con él, va a haber que eximirlo de deporte y no puede tener un taller de atletismo así, ¿o no? Además, yo creo que cuando sea alumno mío, por ejemplo, yo no sé nada, no sé nada de esto, además, me pongo nervioso, me da terror. ¿Qué voy a hacer? Yo lo único que escuché por ahí, porque, además, en la universidad no te dicen nada, es que se les pone como un pañuelo en la boca, pero eso me parece raro igual, ¿es correcto o no? No, claro que no es correcto. No deberíamos ponerle un paño en la boca, ¿sí? Y sobre lo otro, él no tiene ningún problema con hacer deporte. Yo hablé con sus padres y el médico le dio el visto bueno. Ahora, lo que sí creo necesario es que debemos realizar algún taller para la comunidad, para nosotros, para así poder capacitarlos. ¿Qué te parece? Porque eso es lo que yo estaba hablando con la apoderada anteriormente. Pienso, pobre niño, pobre familia. No sé. Seguramente, ahora él va a bajar sus notas porque este tipo de niños tiene problemas de rendimiento, así que vamos a tener que ayudar. Quizás, recomendarle a la familia alguna escuela diferencial. Aquí no tenemos ni siquiera enfermera para contener al niño. Además, aquí va a haber que tomar medidas en computación, porque estar frente a una pantalla, un par de horas le puede provocar otra crisis, no sé. No te preocupes por eso que yo lo gestiono, voy a gestionar lo del taller y todo esto, porque es lógico que cada uno tengamos preguntas y no sepamos qué hacer en cada o cuál caso. ¿Sí?, pero ahora déjamelo a mí. No te preocupes que todo va a funcionar muy bien. Para no caer en discriminaciones. Claro, no tomar acciones discriminatorias o dando alguna recomendación que pueda ir en contra de lo que nosotros queremos hacer. Claro, va a haber que informar entonces como colegio. Como comunidad. Si, a las apoderadas, los apoderados, las niñas, los niños. En el Consejo de Profesores podríamos hablarlo. Sí, es una muy buena idea. ¿Sabes qué? Lo voy a anotar en la agenda. Vamos a anotarlo. La epilepsia es una enfermedad crónica que no deja indiferente a nadie. Tal vez por temor, ignorancia e incluso indiferencia, no hemos sido lo suficientemente empáticos en detenernos a pensar por un momento en aquellas personas que presentan esta condición, en su familia, amigos y en su entorno. En el caso del video que te presentamos, el entorno descrito obedece al contexto escolar, específicamente en un estudiante de primaria llamado Gabriel, quien ha manifestado una crisis epiléptica en su sala de clases. ¿Te has preguntado por qué no aparece Gabriel en el video? Pues porque queremos que pongas tu atención en las reacciones que esta situación provoca, tanto en una apoderada del curso de Gabriel como en sus profesores. La apoderada y el profesor que no estuvo presente durante la crisis epiléptica de Gabriel se muestran preocupados, temerosos y lleno de dudas. Es más, recurren inmediatamente a mitos y creencias incorrectas para tratar de entender en algo la situación de Gabriel, el pañuelo en la boca, prohibirles la práctica de actividades deportivas, el acceso a un computador por la luz de su pantalla o el cuestionamiento intelectual que surge por defecto. Lamentablemente, esta situación sigue estando fuertemente presente en nuestra sociedad. Ahora, no debes olvidar la necesidad de ser empáticos también con aquel que desconoce la epilepsia, ya que para quien no está familiarizado, una crisis puede impresionar y generar desconcierto y, por supuesto, una serie de interrogantes. Lo importante aquí es el diálogo. ¿Recuerdas la actitud del profesor de Gabriel? Pues bien, él mismo reconoce la necesidad de contar con ayuda y mayores orientaciones y, aún así, su rol fue muy importante, sobre todo si consideras que fue capaz de asistir a Gabriel, de transmitir seguridad al resto de sus alumnos y de comunicar a la comunidad educativa la necesidad de comprender, aceptar y desmitificar la epilepsia. Una actitud como la del profesor de Gabriel es clave para mejorar la calidad de vida de las personas con epilepsia y si sumamos algunos conocimientos básicos, como por ejemplo, conocer los factores protectores y precipitantes de crisis, podemos confiar en que para la mayoría de las personas con epilepsia hacer una vida normal es una meta posible de alcanzar. La Liga Chilena contra la Epilepsia, a través de su equipo de voluntarios y profesionales, ha logrado crear una red de apoyo para las personas con epilepsia, sus familias, cuidadores y su entorno laboral y escolar, entre otros; entregando tratamiento médico y psicosocial, además, de educación, capacitación y rehabilitación. Avanzar juntos hacia una sociedad más inclusiva es tarea de todos.