Regular las respuestas emocionales es quizás uno de los grandes retos de los seres humanos, pero para poder lograrlo es necesario conocer las principales emociones y las formas en las cuales estas expresan. Las llamadas emociones básicas son: la ira, el miedo, la sorpresa, el asco y la felicidad. De allí se desprenden todas las otras emociones. ¿Qué nos va a ayudar "mindfulness"? Nos va a permitir hacer que las emociones jueguen a nuestro favor y no en nuestra contra, porque cuando experimentamos determinadas emociones, todas estas van acompañadas de una respuesta fisiológica, una cantidad de pensamientos que necesitamos aprender a identificar. Las respuestas del cuerpo antes de reaccionar es el momento clave para aplicar el "mindfulness" y para que logremos obtener una adecuada regulación emocional; el cuerpo grita lo que la boca calla. Para lograr pasar de reaccionar, que es actuar desde el impulso, a responder, que es actuar basado en la racionalidad, en lo que estamos viendo y lo que sentimos, lo más importante es la conciencia; es esa fracción de segundos antes de que la emoción que estás experimentando explote. Si yo te preguntara, ¿qué emoción sientes en este momento? ¿Cuál sería tu respuesta? Así que, ¿qué quiero? Que pares un segundo y percibas tu clima emocional. Eso es perfecto con la analogía del tiempo: hay días en que estamos soleados, otros más o menos, parcialmente nublados y otros que somos una tormenta emocional. ¿Qué busca "mindfulness"? No busca cambiar la emoción que tú sientes, sino que nos responsabilicemos de la respuesta que tenemos, de la conducta que llevamos a cabo. En el momento en el que nos damos espacio para identificar la experiencia interna y decimos: "Estoy sintiendo ira, pienso que es difícil manejarla y me siento tenso", en ese instante dejamos de querer destruirla. Nos damos cuenta de que es un mensajero que llegó a decirnos: "Usted está sintiendo eso en este momento". Hay un ejemplo que es el de los monos en las islas del Pacífico que aprendieron a cazarlos con un jarrón de boca estrecha. Entonces, a ellos les ponían una banana, los monos metían la mano, cogían la banana y no la soltaban por nada en el mundo. Entonces, se llevaban arrastrando el jarrón hasta que los cazadores los cogían y se los comían. Eso mismo nos pasa a los seres humanos ante una emoción, ante una idea, ante un pensamiento, ante una creencia, nos aferramos con tanta fuerza que esto hace que caigamos presa de nosotros mismos; que no seamos capaces de disfrutar muchas situaciones porque seguimos rumiando el pensamiento y seguimos sintiendo intensamente esa idea. ¿Qué busca "mindfulness"? Que seamos capaces de soltar, de dejar ir, de identificar las señales que nos dicen que estamos tensos, estamos iracundos, tenemos miedo, y la primera es la respiración. Cuando tenemos miedo se corta la respiración, los músculos se tensan, los latidos del corazón se aceleran y la señal que el cerebro nos manda al resto del cuerpo es: "Hay peligro". Se libera adrenalina, noradrenalina y cortisol, que es la hormona del estrés, porque, ¿para qué nos prepara? Para luchar, para huir de ese lugar. Así como la mente nos da "feedback", el cuerpo también le da "feedback" a la mente. La manera en que nos tensionamos, en que nos sentamos, en que respiramos, incide en las respuestas que el cerebro nos va a enviar. Cuando la respiración es lenta, pausada, es una señal de calma, de que nos sentimos tranquilos. Entonces, cada vez que sientas que te vas a alterar, recupera la calma porque esto, ¿a qué te va a ayudar? A entrenar la mente como si fuera un músculo, a generar una mayor fortaleza emocional y a tener una buena regulación emocional. Practicando constantemente vamos a poder pasar del estado alterado de la mente a un estado relajado, enfocado, en el que vamos a poder permanecer razonablemente en estados de equilibrio. ¿Qué vamos a poder hacer? Podemos contar las respiraciones hasta diez. Hay un mito que nos enseñaron y nos dijeron: "Cuente hasta diez y relájese". No, no funciona. Cuando las emociones son muy intensas hay que pararnos, estirarnos y respirar profundo, al menos 21 veces. ¿Qué quiere decir esto? Si tú cuentas 21 veces las respiraciones que estás haciendo logras bajar la intensidad. No te juzgues si no lo haces bien al primer intento, recuerda que estás recableando tu cerebro; aprendiendo de una manera diferente, más evolucionada, de afrontar las emociones. Para eso hay que ir un paso a la vez. En este momento, ¿qué quiero? Que sientas el cuerpo, las sensaciones, que observes los pensamientos, pero que también seas capaz de irte entrenando en la manera en la que estás expresando las emociones. En este instante, ¿cómo te ves? ¿Cómo está tu rostro? ¿Qué pensamientos surgen? Y, ¿cuál es el diálogo mental que estás alimentando? Porque muchas veces alimentamos diálogos de ira, de ansiedad, de tensión. Cuando eres capaz de parar y darte cuenta de ese diálogo, de qué te está hablando; es una manifestación de la mente, no es lo que tú eres. Y cómo, cuando nos identificamos con esos pensamientos, magnificamos emociones negativas. Cuando somos capaces de verlos como transitorio, percibe ahora la emoción sin aferrarte a ella, sin querer transformarla. Mírala como se observa un atardecer, como un simple espectador ante una experiencia misma de la naturaleza humana. Quiero que percibas esa emoción describiéndola: "En este momento siento ira porque mi pareja no me llamó, cuando dijo que lo haría. Pienso que es injusto lo que está sucediendo". Empezar a describir estos pensamientos nos ayuda a entender que las emociones son transitorias, que tienen un comienzo, un pico, un valle y un final. Así como esta emoción llegó, también se va a ir cuando dejas de alimentarla. Esa exploración de las emociones te genera una gran libertad al saber que tú puedes elegir cómo sentirte y que siempre existe la posibilidad de regresar al estado de calma, que es tu propia naturaleza. No tienes que reaccionar ni reprimir tus emociones, puedes generar un espacio para conocerlas, para sentirlas y tener una mente abierta para que te des cuenta de que lo que estás sintiendo en este momento no es eterno, es transitorio; sin juzgar, estando presente en este instante. ¿Qué funciona muy bien? Cuando comienzas a sentir las señales interoceptivas, las señales que nos manda el cuerpo: la tensión, el acelere en el pulso, el deseo de hablar de más; para y ánclate en la respiración. Respira lenta y profundamente. Cuando empiezas a sentir que el cuerpo está cambiando es que la emoción ya ha menguado, que ya estás preparado para dar una respuesta que sea racional y que sea efectiva. Recuerda, esto es un entrenamiento, estás generando un músculo emocional. ¿Qué estás haciendo? Que cada vez tu capacidad de afrontamiento sea mayor. Entonces, no te exijas hacerlo muy rápido, sino que atrévete a ir probando cada ejercicio con mentalidad de niño, con ojos nuevos, viendo cuál te resulta mejor e identificando dónde te lleva cada uno de los ejercicios.