¿Alguna vez te has preguntado cómo escuchas? Sí, por supuesto que hay una enorme diferencia entre oír y escuchar. Oír es el proceso biológico. Escuchar ya es un proceso neurobiológico, le estoy poniendo atención a lo que estoy oyendo, lo estoy analizando y, a partir de que lo estoy analizando, entonces, se convierte en escuchar. Ahí ya hay un proceso racional. ¿Alguna vez te has puesto a pensar qué tan bueno eres para escuchar? La verdad es que los seres humanos en este ámbito relacional, siempre las relaciones ocurren desde las conversaciones y, para conversar, hay que hablar y hay que escuchar y, usualmente, los seres humanos somos bastante malos para expresar nuestros mensajes, para comunicar claramente y, también, somos bastante malos para escuchar. No sabemos escuchar. Y te quiero compartir varios niveles de escucha. Primer nivel de escucha: le pongo la misma atención a mi interlocutor que al ruido ambiente, y eso significa que todo el ruido que hay a mi alrededor me distrae. Entonces, estoy escuchando a esa persona, pero hay un ruido y me distraigo y hay otro ruido y me distraigo y hay otro ruido y me distraigo, y entonces, esa escucha es súper pobre y esa es una escucha de primer nivel. Hay un escucha de segundo nivel y en esta incurrimos muchos, también. Es una escucha pobre y esta escucha de segundo nivel, ¿qué es? Estoy escuchando a la persona, sin embargo, mi diálogo interno no para. Ya sé lo que me está diciendo. No estoy de acuerdo con lo que me está diciendo. Estoy preparando mi respuesta. Lo que me dijo me remitió a pensar o imaginar y me fui a otro lado. Entonces, este segundo nivel de escucha lo que implica es que el diálogo interno no para y, realmente, nos estamos perdiendo de muchísima información, porque, entonces, le estamos poniendo más atención a nuestro diálogo interno que a nuestro interlocutor. Y luego, existe un tercer nivel de escucha. Este tercer nivel de escucha es una escucha activa, es una escucha profunda, es un escucha transformacional. Y, ¿esto qué es? Estoy escuchando a la persona que esta frente a mí, paro el diálogo interno y, además, estoy aprovechando para escanear la corporalidad y la emocionalidad de la persona que está frente a mí. Esto me va a ayudar, realmente, a verificar si lo que me está diciendo es coherente, si lo que me está diciendo su cuerpo está en sintonía. Y lo veremos en algunas otras herramientas, cuando hablemos, justamente, de la integración del ser: emocionalidad, corporalidad y lingüística. Y entonces, ¿qué ocurre si estoy escuchando atentamente a la persona que está frente a mí y una cosa es lo que me dice, pero su corporalidad, su gestualidad, me dice otra cosa? Entonces, soy capaz de poderle decir: "oye, tu cara no me está diciendo lo mismo que me está diciendo tu voz". Me estás diciendo que estás de acuerdo, pero que tienes cara de enojado, tienes cara de molesto, o no te parece, o estás triste y me dices que estás alegre. Y eso me permite verificar si lo que estoy escuchando es correcto o es incorrecto. ¿Cuántas veces te ha ocurrido que llegas a la oficina de tu jefe y está en el ordenador y, entonces, te dice: "te escucho", mientras está trabajando? Eso es una falta de respeto, porque no te está poniendo atención. Y no solo eso, sino no es capaz de entender cuál es tu corporalidad, tu emocionalidad y no está escuchándote de tiempo completo. Esta escucha activa es importante. Esta escucha activa, requerimos ponerla en práctica con nuestros padres, con nuestros hijos, con nuestra pareja. Cambiaría tu vida si fueras capaz de parar tu diálogo interno y escuchar al otro profunda y atentamente.