¿Alguna vez te has puesto a pensar si vas por la vida parándote en la posición de víctima o parándote en la posición de culpable? Imagínate que esto es como un péndulo en la vida, y vamos oscilando en este movimiento pendular; y a veces nos paramos en la posición de víctima y otras veces nos paramos en la posición de culpable. ¿Te suena familiar? ¿Cómo sé que me paro en la posición de víctima? ¿Cuántas veces te has puesto a pensar y dices: "Tengo que hacer esto, me siento forzado, obligado por terceros a hacer algo que no quiero hacer"? ¿Cómo sé que estoy parado en esa posición? Pues empieza a ponerle atención a tus declaraciones. ¿Qué es lo que dice una persona cuando se para en la posición de víctima? Pues lo dije hace un momento, y si pusiste atención, seguramente lo recordarás: "Tengo que..." Yo no te estoy diciendo que nunca en tu vida vuelvas a decir "tengo que", pero lo que sí te estoy diciendo es: "la próxima vez que digas tengo que, pon atención", y ve si te estás sintiendo incómodo a la hora que lo dices, porque eso es lo que asume una persona que se para en la posición de víctima. Te pregunto, ¿ahí hay una genuina y auténtica aceptación? Por supuesto que no, ¿verdad? No, ahí no hay aceptación. ¿Qué hay ahí? Y si te pones a analizarlo y revisarlo, te vas a dar cuenta de que lo que hay ahí, entonces es resignación. ¿Qué es la resignación? No me parece, no me gusta, no es lo que quiero, pero no me queda de otra. Los seres humanos tendemos a confundir aceptación con resignación. En la aceptación no hay una emoción, en la aceptación hay paz, hay armonía, hay tranquilidad. En la resignación nos quedamos enganchados emocionalmente. Y entonces, cuando no estás parado en la posición de víctima, pues fácilmente te vas al otro extremo del movimiento pendular, y te vas a la posición de culpable. ¿Cómo sé que estoy parado en la posición de culpable? Pues porque digo: "Claro, es que yo tenía que haber puesto límites, pero como no puse límites, entonces sí soy víctima de terceros; pero si yo hubiera puesto un límite, entonces yo tengo que hacerme cargo. No, no tengo que hacerme cargo, yo lo que debía de haber hecho..." Entonces, entramos en el espacio del deber ser. Lo que digo es lo que yo debo de; tengo que: víctima; debo de: culpable, y esa es la única manera de ir por la vida. Sin embargo, cuando me paro en la posición de culpable, por supuesto que, ahí no hay ni aceptación ni hay resignación. Y lo que te puedo decir es que no nos gusta sentirnos culpables, y entonces lo que buscamos es salirnos de ahí lo más rápido posible, y a eso le llamamos evasión. Víctima: resignación. Culpable: evasión; y esa es la única manera de vivir. ¿Solo me puedo parar en la posición de culpable o solo en la posición de víctima?¿Pero qué requiero para salirme de este movimiento pendular? Pues lo primero que requiero es estar consciente del momento más importante: "Este es el momento más importante". Lo que requiero es darme cuenta, elevar mi nivel de consciencia. Si me doy cuenta y estoy dispuesto a hacerme cargo, entonces voy a salirme de la posición de víctima o de la posición de culpable y voy a asumir una nueva posición. ¿Cómo podemos bautizar a este espacio? Si no soy ni víctima ni culpable, entonces puedo ser responsable. Y si soy responsable, entonces no tengo que hacer las cosas, ni debo de hacer las cosas, me doy permiso, y si me doy permiso, entonces elijo, decido, puedo, quiero. Y ahí estoy parado en un espacio emocional muy diferente; ahí no hay ni resignación ni evasión, ahí sí hay genuina y auténtica aceptación. Así que te invito, deja de pararte en la posición de víctima, deja de pararte en la posición de culpable, hazte cargo y a partir de que te das cuenta y te haces cargo "sé responsable". Elige, decide porque puedes, porque te das permiso, y ahí sí hay genuina y auténtica aceptación.