Cada vez nuestro mundo está más conectado. Esto ha traído muchos beneficios, pero también varias consecuencias no deseadas. La pandemia de COVID-19 es un ejemplo. Se propagó por todo el mundo en pocas semanas. Más aún, la ausencia de pensamiento sistémico ha empeorado la situación en varios países. Al no estar conscientes de las interacciones entre personas y entre sistemas, muchas decisiones, que tanto ciudadanos como gobiernos han tomado, han distado de ser las más apropiadas. Tomemos como ejemplo el uso del cubrebocas. Ha habido amplios debates que parecen más basados en las creencias que en las evidencias. Se sabe que reducen considerablemente el riesgo de contagio de COVID y también de otras enfermedades respiratorias, pero para detener la pandemia, todos debemos usarlo en lugares públicos. No tanto porque ayude a que yo no me contagie, aunque sí ayuda, más bien previene que si yo estoy enfermo y no me he dado cuenta, propague la enfermedad. Usamos el cubrebocas no tanto para no enfermarnos, sino para no contagiar a los demás, pero para que esto funcione, todos debemos de hacerlo. Es difícil entenderlo para las personas sin un pensamiento sistémico. ¿Por qué quieren limitar mi libertad? Se les olvida que nuestras libertades terminan donde afectan los derechos de los demás. Así como no tenemos la libertad de asesinar porque limitamos el derecho a la vida de las víctimas, el no usar cubrebocas durante esta pandemia, limita el derecho a la salud de los demás. Estamos todos conectados y esto se vuelve más evidente en situaciones como la que vivimos actualmente. Cuando empiecen a llegar las vacunas tendremos el mismo problema. Mucha gente se negará a vacunarse porque asume que el riesgo de contagiarse es mínimo, pero al ser una enfermedad contagiosa, el riesgo de que yo me infecte depende no solo de las medidas que yo tome, sino las medidas que tomemos todos. La probabilidad de contagio depende también de qué tantas y qué tan seguras sean nuestras interacciones. Hemos logrado reducir las interacciones con cuarentenas y podemos hacerlas más seguras con cubrebocas, otras medidas de higiene y vacunas. Mientras más reaperturas haya, habrá más contactos, por lo que la seguridad de nuestras interacciones se volverá mucho más relevante. Ya hemos presenciado rebrotes de distintas intensidades en distintos países. Podemos esperar que seguirá habiendo y también de otras enfermedades en años futuros. Es claro que para limitar sus efectos negativos lo más posible, requerimos de pensamiento sistémico ya que nos ayuda a enfrentar los problemas globales y locales que tenemos y que tendremos, el pensamiento sistémico debería de ser mucho más común.