[MÚSICA] Hola a todos y a todas. Les presentamos a continuación la entrevista realizada a la doctora Zafra. Remedios Zafra es escritora y Profesora de arte, estudios del género y cultura digital en la Universidad de Sevilla. Orienta su trabajo ensayístico y de investigación en el estudio de la cultura contemporánea del feminismo y los estudios sobre identidad en las redes. Tiene publicada numerosa obra ensayística y literaria, entre las cuales destaca Un cuarto propio conectado, publicado en 2010, y su última publicación, Ojos y capital, de 2015. A continuación, les dejamos con la entrevista. Generalmente, cuando se habla de un ciberfeminismo, se piensa en un feminismo virtual o en la red, y, desde luego, el manifiesto ciberfeminista se define por lo que no es. ¿Podrías describir a grandes rasgos en qué consiste el ciberfeminismo y qué lo diferencia de otros feminismos? >> Considero que el ciberfeminismo es un plural, y que puede ser definido y apropiado de muchas maneras. Entenderlo como un feminismo orientado al mundo digital es una de ellas, pero no orientado exclusivamente a Internet como medio, sino también al territorio donde se piensa, cuestiona y construye Internet, desde la educación a la industria tecnológica y a todos aquellos espacios donde de alguna manera se da la pregunta feminista por cómo, en este caso Internet, repite o transforma formas de desigualdad. En este sentido, lo que diferencia al ciberfeminismo de otros feminismos, en su visión más amplia, solo sería el contexto al que, como feminismo, interpela, es decir, su orientación al mundo digital y en red, o a lo que muchos han denominado ciberespacio. En este sentido, algunas teóricas identificaban que esa unión de ciberespacio y feminismo, diferente a la del tecnofeminismo por ejemplo, no era baladí, y que la afectación de ambos conceptos era mutua. El ciberespacio estaba interviniendo o significando al feminismo, y el feminismo al ciberespacio. Esa interacción se pretendía que fuera mutua. En este sentido, quisiera comentar algunas características, me centraré en cuatro características del ciberfeminismo. En primer lugar, quisiera diferenciar lo que hoy podemos considerar ciberfeminismo como plural, desde su vertiente más social, más activista, más artística, apropiada por muchas personas, a lo que fue el ciberfeminismo en los años 90 o a lo que podemos considerar un feminismo con historia y por tanto, también, con un contexto, el contexto de los años 90, años de socialización de Internet, su origen a principios de los años 90 en ámbitos de debate artístico, teórico y activista. Pienso que identificar el ciberfeminismo como ese feminismo de los años 90 que generó multitud de debates en relación a Internet, muchos de ellos paralelos a los debates en torno al net.art, o la práctica artística de Internet, también simultánea a los debates sobre el ciberfeminismo, ha hecho que muchas personas consideren que el ciberfeminismo es un fue, es decir, que es un pasado. Yo personalmente no estoy de acuerdo con la afirmación que ve el ciberfeminismo como algo del pasado, y creo que es más fruto de esa tendencia de época a hacer caducar rápidamente lo nuevo, convirtiéndolo en producto y de alguna manera despojándolo de su potencia, y creo que la potencia del ciberfeminismo sigue existiendo y estuvo, especialmente en los años 90, como punto de entrada a las demandas del feminismo frente a la complejidad de un mundo digital y conectado. En segundo lugar, quisiera resaltar una idea que surgió en estos debates del ciberfeminismo de los años 90 y que considero todavía inspiración del ciberfeminismo. A mi modo de ver, sería una de las bases conceptuales del ciberfeminismo. Me refiero a la premisa básica de algunas teóricas y artistas por las que el significado femenino consideraban que iría unido al de digitalización de la sociedad. Esta idea me parece interesante, en tanto establecía una analogía, una metáfora cargada de potencia política. Lo feminizado, que hasta hace poco había estado considerado, y aún hoy muchas personas consideran lo feminizado como algo denostado, como algo vinculado a lo ornamentado, a lo vulnerabilizado, a lo falto de valor, es aquí subvertido, resignificado, posicionado. En lo feminizado se iguala a lo digitalizado, y lo digitalizado se concibe como algo horizontal, como algo desjerarquizado, descentralizado. Esta asociación es una asociación importante, porque habla de una metáfora de un mundo igualitario, de un mundo donde todos tenemos un papel de nodos en una red horizontal. Y la argumentación para esta idea se apoyaba en algo tan sencillo como la crítica al principio de dominación hegemónica y patriarcal, al dominio de unos respecto a otros. Frente a ese modelo patriarcal y hegemónico se posicionaba una nueva forma de un poder, un poder feminizado no you porque las mujeres tuvieran un poder sobre los hombres, sino porque todas las personas en tanto habitantes de un mundo conectado tendríamos una relación horizontal, una relación no jerárquica. La analogía también hacía vincular esta red de nodos con una red de notas a pie, con una red donde esas notas triunfarían frente a la centralidad del cuerpo de texto. Fueron notas que además sugirieron todo tipo de relaciones interesantes con personajes como Ada Lovelace, o Ada Byron, considerada la primera programadora, cuya aportaciones a la historia de la programación y de la informática y también de Internet vinieron dadas por notas a pie de página, no por un cuerpo de texto. El componente metafórico fue también importante en relación a otra cuestión, se advertía cómo el contexto digital era idóneo como medio que permitiría romper el clásico dualismo de género propio de su correspondencia con el sexo y con el código genético, un dualismo que explotaría metafóricamente en la red apoyándose en el código digital de ceros y unos y en sus infinitas combinaciones. Esta lectura fue también relacionada con la potencia de la asociación entre feminización y digitalización. En tercer lugar, una idea que significaría al ciberfeminismo de los años 90 viene dada por que el contexto de su debate y de su gestación fue eminentemente un contexto artístico. No es casual que la Primera Internacional Ciberfeminista tenga lugar en la Documenta de Kassel en el año 97 y que gran parte de las aportaciones vinieran dadas o inspiradas por artistas que habitaban y hacían reflexiva la red. Pienso que el hecho de que algunas ciberfeministas llegaran incluso a identificar el ciberfeminismo no solo como una estrategia política sino también como una práctica artística hablaría de ese poder que el contexto artístico y que la inspiración de esta forma de mirar y de crear tuvo en el ciberfeminismo. El arte no hay que olvidar que es un territorio idóneo para el darnos forma a nosotros y a nosotras mismas. Y esto es importante para el feminismo, cansado especialmente del victimismo y de mirar a un pasado de exclusión Frente a la no nostalgia, la posibilidad de imaginar algo diferente. Por tanto el papel de la fantasía, el papel de la creatividad y la constitución de esas nuevas subjetividades, de esos nuevos sujetos mujer que se imaginaban o sobre los que se especulaba en la red en los años 90. Un espacio también, el artístico, que nos permite hacer convivir las contradicciones de la enunciación, cuando nos rebelamos frente a las identidades estereotipadas que nos han marcado de manera tradicional. Y en cuarto y último lugar, quisiera también compartir una idea importante para el ciberfeminismo, anotada de alguna manera también en la pregunta. El hecho de que el ciberfeminismo de los años 90 quisiera evitar las trampas de la definición y, considerando que la definición es una forma de acotar, de limitar y por tanto de restringir la potencia de algo que estaba naciendo y que se quería libre, que se quería flexible, capaz de ser apropiado por muchas personas, de hecho una de las proclamas del ciberfeminismo animaba a las personas a, crea tu propio ciberfeminismo, porque puede ayudarte a descubrir la verdad sobre el mismo. Esos intentos de no definición culminaron incluso en propuestas tan interesantes como las 100 antítesis de las OBN, en las que el ciberfeminismo se presentaba, no you como lo que era o como lo que quería ser, sino como lo que no era, como lo que no queremos ser. Era, se propuso como un ejercicio paródico donde la escritura era también significativa, donde la forma de presentar el hecho de definirnos mediante antítesis, no era una mera coyuntura sino que estaba cargado de sentido y de significado. >> ¿De dónde surge la necesidad de un ciberfeminismo? >> El ciberfeminismo que surge a principios de los años 90 en contextos artísticos, activistas y teóricos, tiene una clara influencia de otros movimientos, tiene clara influencia del cyberpunk, claras influencias del Manifiesto Cyborg de Donna Haraway >> y la necesidad era clara. El mundo estaba cambiando. Internet parecía ser ese punto de inflexión a partir del cual las cosas serían distintas. La cercanía con el final del siglo, el final del milenio, dibujaban también un escenario de transformación tecnológica y social que venía inspirando, de muchas maneras, la imaginación de todo tipo de visiones utópicas y también distópicas, sobretodo distópicas en la ciencia ficción de los años 80. Creo que, para el feminismo, internet era un territorio cargado de, cargado de utopía en un primer momento, en tanto se imaginaba o imaginábamos un mundo donde no repetir el mundo de afuera, el mundo outline. Esa tendencia o ese sueño de no repetición era yo creo que uno de los grandes incentivos en, del feminismo en el mundo digital. Por otra parte, también, la necesidad de imaginar ese mundo en ciernes, lo que entonces era un ideal, internet y de sentirnos agentes activos, agentes implicados en aquello que estaba surgiendo, hacía que las artistas, las feministas, que todas aquellas personas implicadas con la construcción de un mundo igualitario quisieran tener un papel central, no you en la construcción, o no you solamente en la construcción, sino también en la imaginación de lo que estamos creando. El interés del ciberfeminismo y la necesidad del ciberfeminismo, no creo que fuera tanto dar respuestas sobre lo que podía el mundo digital o el mundo online, sino, sobre todo, convertir el hecho de que el ciberfeminismo convirtiera internet en un medio reflexivo, en un medio pensativo y desmontara por tanto las posibilidades de repetir, de copiar el mundo de afuera, que era un mundo que no nos gustaba. Especular sobre las relaciones y sobre la construcción subjetiva fue un acicate, y esta especulación, no cabe olvidar, que aconteció en un territorio que podemos llamar o que entonces también llamábamos territorio post cuerpo, un territorio donde el cuerpo queda aplazado y las relaciones son mediadas por la pantalla y, por tanto, potencialmente constituidas a través de otro tipo de mediadores o a través de otro tipo de imaginación, no limitadas a la realidad y a la materialidad del cuerpo y de sus máscaras sociales. Por otro lado, la necesidad también viene de un mundo tecnológico muy masculinizado, y la clara necesidad en ese sentido, de enfrentar una tecnología donde las mujeres habían sido, habían tenido un acceso muy limitado como mediadoras, como tecleadoras, secretarias, a veces como maquiladoras y engranajes de las cadenas de producción, vinculadas a la llamada baja tecnología, pero siempre en los niveles no creativos de producción tecnológica. Cabe, por tanto, pensar que incluso siendo un medio obviamente no neutral y cargado de herencias, la posibilidad de constituir un escenario distinto como era el escenario online, hacía necesaria la implicación feminista y hace todavía urgente y, sin duda, necesaria la implicación feminista en el contexto online. >> Para muchos usuarios de la red, la identidad virtual no está relacionada con su identidad outline, como si fueran 2 esferas distintas, en la que la virtual se asocia con una máscara. ¿Cómo se podría plantear una visión distinta de esta idea? >> A mí me interesa, especialmente, las lecturas de la máscara que pueden vincularse con una mirada política y con una mirada que hable sobre la potencia de internet para una construcción identitaria y subjetiva >> libre. En este sentido no estoy del todo de acuerdo con esa asociación o correspondencia que hacemos, a menudo de manera espontánea entre la realidad y el mundo outline, identificando, identificándolos con la materialidad, con el mundo material frente al mundo virtual, que a menudo no consideramos como real y que forma parte you de esa nueva realidad que habitamos y el mundo virtual que consideramos caracterizado por la máscara. Pero, yo creo que la idea de la máscara como algo que se superpone, como algo que nos permite ser otros, no es la que predomina en internet hoy en día. Es más un ejercicio de deshacernos de las máscaras sociales, de liberarnos de la máscara cotidiana, lo que predomina, lo que caracteriza nuestra vida en internet. No obstante, creo que el juego de identidades será más o menos coincidente con nuestro mundo material, atendiendo no solamente al mayor o menor grado de fantasía que podamos aportar, sino muy especialmente al contexto que habitemos y que, cada vez más, condiciona nuestras formas de mostrarnos en internet. Sin embargo, en todo caso es un, la identidad online opera you como un constante juego de autoficción donde tienen lugar 2 escenarios particularmente interesantes, el escenario de lo simbólico y de lo imaginario. El simbólico que nos permitiría identificarnos con esas identidades sociales que, en un contexto sociocultural determinado, se nos muestran como modelos a ser, y el imaginario como ese lugar de la fantasía que nos permite crear algo diferente, que nos permite darnos forma de otra manera. Estos 2 escenarios a mí siempre me recuerdan mucho A, a una idea de Deleuze, o a un a una referencia que hace Deleuze cuando habla de los ropajes en relación a, a la obra de Espinoza y de la idea del pliegue, del pliegue de aire frente a la idea del pliegue de agua. Él define un pliegue de aire como ese pliegue que nos permitiría hablar, de alguna manera, de disfraz, como ese pliegue que puede disfrazar, ese ropaje que superponemos, frente al pliegue de agua como esa tela mojada que permitiría mostrar el cuerpo y la desnudez mejor que, que incluso la propia evidencia de, de, de, de mostrar un cuerpo desnudo. Creo que, que esos, eh, juegos de máscaras que hablan de esos matices, de deshacernos de máscaras cotidianas y de crear otros, como esos pliegues de aire, eh, es una constante en internet, o lo era, al menos, cuando internet era un erial, cuando internet era un espacio por hacer, y lo es menos ahora cuando internet you viene muy condicionado en las formas identitarias que nos propone por los espacios que hoy territorializa, o colonializa, de muchas formas eh, internet. Eh, considero que el, la predominancia de ese liberarnos de, de las identidades, de las máscaras cotidianas, eh, tiene también lugar en internet por una razón interesante, y es que internet, eh, nos viene dada a través de, de las pantallas, eh, que nos hablan de un nuevo escenario biopolítico. Este nuevo escenario biopolítico es un escenario conformado por todo tipo de dispositivos y máquinas pensadas de manera unipersonal, habitualmente, para unos ojos que miran y para unas manos que teclean, y este asunto no es, eh, superficial, porque este asunto, eh, nos hablaría del contexto en el que eh, acontecen estos juegos de, de máscaras, eh, frente a pantallas que acentúan nuestra concentración frente a este fantástico parque de atracciones que, que, en el que se ha convertido internet, que acentúan también la sensación de anonimato, de que no nos están viendo, que cambian la idea, también de intimidad, eh, la sensación de estar a solas, que podamos ser miles de personas las que estamos conectadas, o las que nos están viendo o escuchando en este momento, finalmente somos miles de personas solas detrás de nuestra pantalla. Ese aislamiento y esas nuevas condiciones de de relación con los otros marcan un hábitat diferente para la máscara y para la identidad. Claro que internet es un marco de fantasía. Yo creo que esta, esto resumiría, eh, la potencia de internet para eh, las identidades, en tanto marco que nos dificulta el tener garantías sobre lo que estamos viendo. Siempre nos genera la duda de si lo que vemos corresponde al mundo material o si, si es una representación, si es una eh, creación, la pantalla en tanto, eh, elemento agente facticio artificial nos permite, eh, darnos, eh, forma eh, mientras dejamos el cuerpo aplazado, y por tanto es el, es un fascinante agente identitario. Puede que la pregunta sobre cómo podríamos plantear, entonces, un un juego de máscaras, eh, políticamente valioso en este marco de fantasía en el que siempre nos queda la duda, como en los museos, si aquello que vemos es así o es de otra manera, y finalmente tenemos que actuar conforme al contexto nos marca o nos sugiere, para dar sentido a lo que estamos viendo, ¿no? De ahí que, a menudo, hayamos delegado el sentido de lo que vemos en el contexto y, especialmente, las industrias identitarias y redes sociales que hoy, eh, condicionan nuestra nuestra forma de, de hablar y de estar con los otros. Creo que, que ese juego de máscara llevado a una lectura política nos hablaría de 2 retos necesarios en, sobre el tema. En primer lugar, eh, la pregunta sobre, eh, o el reto que tiene que ver eh, con cuánto de nosotros hay en, en las identidades, y cuánto del contexto. Es decir, qué margen de libertad tenemos para esa construcción identitaria. Y, por tanto, desafío, eh, nos, nos interpela, porque nos reclama identificar los mecanismos de opresión simbólica de los que hoy se vale, los espacios que colonializa y territorializa internet, eh, para empujarnos, de alguna manera, a repetir mundo y a seguir perpetuando las mismas identidades sociales o si, por el contrario, subvertir, a infiltrarnos, a modificar las formas de construcción identitaria, y, eh, y crear un escenario distinto. Este sería uno de los primeros retos en relación a la máscara desde una lectura política, el identificar esos mecanismos de opresión simbólica en internet. Y, posiblemente, un segundo reto sería, eh, el ser capaces de, de articular nuevos vínculos que no nos diluyan en el individualismo. Y es que esa biopolítica de la que hablaba hace un momento eh, parece acentuar una forma de relación con los otros de la que predomina esa sensación de estar a solas y de aislamiento que no tiene por qué ser negativa, y que hablaría de vínculos ligeros con los otros, que tienen, de hecho, una lectura positiva, frente a esa, esos vínculos fuertes y a esas que hablaban de identidades dogmáticas y que identificaban otras épocas que no queremos revivir. Pero pienso que tienen que seguir evolucionando hacia vínculos que, sin apretar, o arropar demasiado, nos permitan hablar de nuevas formas de nosotras, o de nosotros, que tengan esa potencia política en la que muchas personas todavía seguimos pensando y confiando cuando hablamos de internet. >> ¿Qué sobra y que falta en cuestiones de identidades online? ¿Por qué piensas que es una cuestión que se discute y toma atención desde lo teórico y lo académico? >> Comenzaré por la segunda pregunta, por qué las identidades online son una cuestión que se discute y toma atención desde lo académico y lo teórico. Considero que hablar y reflexionar sobre identidad, en todos los sentidos, es crucial para el contexto académico y teórico, porque es hacerlo sobre lo humano, sobre lo que nos permite constituirnos como sujeto y lo que nos vincula a otras personas. Y esto es lo que en el fondo nos moviliza en nuestra vida cotidiana. Entender hoy cómo la increíble maquinaria identitaria que es internet crea unas, eh, condiciones nuevas para la relación identitaria es un asunto que me parece de máxima urgencia e interés. Eh, lo es socialmente, pero también a nivel político, si hablamos de mejorar mundo, y también a nivel educativo y académico, teniendo en cuenta que el escenario de acceso al conocimiento está, de manera irreversible, you mediado por pantallas en, en red. Por tanto, para el contexto académico y teórico, este debate es necesario. Para quienes se dedican, o nos dedicamos, al pensamiento, hablar sobre, eh, identidades y sobre la construcción subjetiva que se vincula de, de toda reflexión sobre, sobre identidades, es una responsabilidad. Por tanto, yo creo que, que nuestra obligación, o nuestra tarea, mejor dicho, pasa por dar sentido o dotar de sentido, hacer reflexivo, el mundo que vivimos, y ese mundo es, hoy, un mundo que, que, que nos viene dado, por la pátina de ser un mundo mediado por pantallas. Pienso que, además, para el contexto académico, no solamente su responsabilidad, en cuanto agente que articula las prácticas de, de conocimiento, sino también, y muy especialmente, en su responsabilidad educativa Hablar sobre estas cuestiones es asunto necesario. No, no podemos olvidar que cuando hablamos de identidad, hablamos de aquello que la sociedad hace con nosotros y, y de subjetividad como aquello que nosotros hacemos con lo que la sociedad hace con nosotros. Y que, por tanto, crear las condiciones para que los estudiantes, para que las personas desde muy niños puedan construir libre y emancipadoramente su subjetividad, atendiendo no solamente a las identidades sociales que en un contexto cultural determinado vienen propuestas, sino atendiendo a las que pueden crearse. No cabe eh, olvidar que la clave, que toda clave identitaria pasa por entender que la identidad es algo facticio, que es algo artificial, es algo eh, convenido, y por tanto es modificable. Esta eh, responsabilidad eh, hace que, que cuestiones identitarias estén explícita o implícitamente presentes en esos dos eh, mundos que, que apuntas el académico y el teórico. En mi opinión, no de manera suficiente, puesto que no, no siempre se crean las, las condiciones para, ni para este debate, ni para generar un escenario de libertad en la construcción subjetiva de, de las personas. Eh, en este sentido, creo que, que incluso cuando se habla de identidades online o, o de identidades en internet, a menudo se, la lectura es superficial, incluso frívola ¿no? Nos quedamos exclusivamente con la idea de que internet opera como, como una máscara posible, eh, olvidando o, o, obviando mejor dicho, las potencias eh, que, que, que esconde internet como, como nuevo agente para la, para la subjetividad. Limitarnos a hablar de internet como una herramienta sin darle el carácter de espacio y de hábitat que tiene, creo que, que resta eficacia al debate que podamos generar. Respecto a la pregunta sobre qué sobra y qué falta en internet. Pienso que sobra especialmente repetición de mundo, y en este sentido, conformismo; sobra eh, ese conformismo a pensar que hemos de ser obedientes eh, respecto a las propuestas, hacer que nos brindan hoy en día los mundos online. Y creo que, que sobra esa, esa repetición de mundo, es decir esa repetición de identidades posibles como alternativas a hacer. Eh, sobra también inercia, la inercia de, de actuar sin tomar conciencia de lo que estamos haciendo. Y creo que en esta inercia tiene que ver una de las eh, peculiaridades del, del mundo online contemporáneo que sería la, la velocidad. La velocidad siempre se argumenta como razón de, de, de la falta de atención eh, que hoy caracteriza el mundo contemporáneo. Pero es también yo creo que una razón para, que dificulta la toma de conciencia y el distanciamiento crítico frente a, a un mundo que se nos carga de eh, tareas, propuestas desfasadas de afectividad en nuestras redes sociales, nuestras relaciones con los otros a través de, de la pantalla; eh, eh, en este sentido, eh, dificultando eh, la toma de conciencia a la, a la que aludía. Y creo que, que lo dificulta porque al apoyarse en la, en la velocidad tiende a sustentarse también en ideas preconcebidas que son en las que se apoyan las identidades estereotipadas, y las identidades clásicas, aquellas que repiten mundo; y, y dificultando formas más eh, creativas de imaginarnos. Eh, tiene que ver también el hecho de que se promueva una vida en presente continuo, y que las cosas que hicimos ayer sean cosas que, que han quedado desfasadas, y que constantemente eh, se nos interpele con demandas de, de participación, de posicionamiento, y de intervención en un mundo, pero de una manera eh, excesivamente superficial y habitualmente afectiva, que es la que favorece ese ritmo, esa inercia eh, de comunicación. Por tanto, creo que sobraría, yo creo que, que sobra tendencia a repetir mundo, y que sobra dejarnos llevar por esa inercia. Y en cuanto a cuestiones que falten en relación a las identidades online, eh, en, en la contemporaneidad, pienso que falta, ante todo faltan personas. Porque si concebimos internet como un medio revolucionario, lo sería realmente si estuviera a disposición de cualquier persona, en tanto que acceder a las redes es una forma de acceder al conocimiento, acceder al mundo, acceder a otro tipo de, de vida que te permite no, una no restricción al, al contexto físico y a los lastres materiales que tenemos. Hay una, eh, grandísima exclusión de, de personas en la red, no solamente en, de otros lugares del planeta que, que a menudo olvidamos, sino de contextos de la periferia, de la periferia social, de la, eh, contextos generacionales, personas que, que por edad, por habitar en el mundo rural, por eh, habitar en, en determinados lugares, no tienen un acceso a la red. Yo considero que esta es la principal falta. Internet debiera ser, debiera estar accesible a, a cualquier ser humano, yo apuesto por, por una internet universal y, y gratuita. Eh, y en segundo lugar, creo que también falta eh, sentirnos implicados en la construcción de un mundo conectado, y la construcción de un mundo en general, pero tal vez cuando hablamos de internet en tanto agente artificial, facticio, de manera tan explícita, sentirnos agentes implicados en su eh, construcción y en su imaginación, me parece que es un asunto relevante, porque solo así no delegaremos eh, lo que queremos en las industrias que hoy en día domina eh, internet; sino que sentirnos agentes implicados nos obligará a pensar lo que queremos, a comprometernos en una construcción, colectiva de internet, y a crear otro tipo de vínculo con los demás. Unos vínculos que como comentaba anteriormente, parecen desarticulados, o parecen articularse de maneras ligeras en un sentido positivo, en tanto nos alejan de vínculos más, más dogmáticos que en el pasado eh, eh, no, no nos dieron buen resultado, pero que, como si fuera un efecto rebote, parecen derivarnos ahora hacia un individualismo que dificulta la posibilidad de, de hablar, de nosotras y de nosotros potencialmente, eh, revolucionarios potencialmente, sujeto político en, en internet. >> Muchísimas gracias. [AUDIO EN BLANCO]