[MUSIC] Demos paso a la segunda parte del vídeo, centrado en la cultura y los estudios culturales. En esta segunda parte del vídeo, nos vamos a centrar en la representación de la alteridad. En la primera parte del vídeo vimos qué supone leer desde la cultura e hicimos una serie de reflexiones que giraban en torno a los puntos aquí expuestos. Para esta segunda parte Tenemos también una serie de puntos, que vamos a seguir ordenadamente. El primero de ellos macaría o señalaría un lugar de enunciación, que podríamos identificar. Con el de un sujeto. Que sería el lugar no marcado, este lugar lo veremos a continuación pero avanzo you con los elementos. Se identifica con un lugar masculino, de etnia blanca, de clase alta y de sexualidad heterosexual. Y frente a este lugar de enunciación, digamos no marcado, un lugar de privilegio. Aparecerían, los lugares marcados, las identidades marcadas o el lugar de la alteridad, que giraría cada uno de esos lugares. Frente a un elemento contrario y complementario de los elementos constitutivos del lugar central de privilegio. Es decir, frente a hombre aparecería el lugar marcado mujer, frente a masculino el lugar marcado femenino frente a blanco el lugar marcado negro etc. Lo que quiero decir con eso, es como ese lugar de privilegio, ese lugar no marcado, ese lugar central que se identifica con la universalidad con la neutralidad. Funciona en tanto que o a través de una serie de binomios o pares de opuestos. Cada uno de estos elementos, pongamos el primero, hombre versus mujer, funcionan como elementos contrarios complementarios. Creo que esto you habrá aparecido a lo largo del curso. ¿Qué quiero decir con eso? Quiero decir que, o somos hombre, o somos mujer, tenemos que ser necesariamente una de las dos cosas y en principio pareciera que no podemos ser las dos cosas a la vez. Así pues, ese lugar no marcado frente a las identidades de los lugares marcados se identifica justamente como el lugar del conocimiento. Como el lugar de la civilización, como el lugar de la cultura cómo el lugar de la verdad, como el lugar universal, objetivo y neutro. Ahí está el conocimiento, ahí está al saber, ahí está la primacía de un determinado lugar identitario con. El conocimiento, el saber, la cultura y la neutralidad. Frente a eso, el otro, la alteridad, el lugar marcado queda absolutamente fuera o queda en un afuera constitutivo, ¿qué quiere decir con eso?, que justamente para que exista ese lugar de privilegio, para que exista esa frontera es necesario ese espacio del afuera. Que lo que hace es desde este afuera constitutivo, trazar la frontera, consolidar la frontera que protege la preeminencia de este adentro. Vamos a verlo con más detalle. Pensemos antes en la idea de estereotipo. De qué modo el discurso hegemónico, el discurso de poder, necesita que estos elementos, estos lugares marcados sean inmovilizados. Por un lado necesita que funcionen siempre en forma de par opuesto que tengan sus opuestos. Y que no se entrecrucen. Que nuestro lugar de identidad sea una y cada vez la de uno de estos elementos. Además, hay toda una serie de características atribuidas. A cualquiera de estas identidades o lugares identitarios, que lo convierten en un espacio esencialista, fijo, ahistórico e inmóvil. Todos los prejuicios que giran alrededor de, por ejemplo, alguien de una etnia negra, que son prejuicios absolutamente racistas. Como es que las personas pertenecientes a las etnias negras, son más dotados. Naturalmente están más dotados para el trabajo físico, menos dotados para el trabajo intelectual. Que son seres más cerca de la animalidad, como también, por ejemplo, las mujeres. En principio a causa o gracias, no se sabe muy bien, quiero decir, su maternidad han sido consideradas como seres más alejados del conocimiento de la cultura y de la razón y mucho más cercanos a la naturaleza. Toda una serie de prejuicios que inmovilizan en el estereotipo a todos y cada uno de esos lugares identitarios. Qué decir por ejemplo del homosexual como un sujeto, si estamos pensando en un sujeto homosexual masculino, pues un sujeto afeminado, un sujeto que le gusta la danza y que es sensible al arte. Que le gusta criticar, no, todo ese tipo de prejuicios absurdos, ridículos, patéticos, que de algún modo giran alrededor de los objetos marcados. En cualquier paso me parece muchísimo más interesante. Como estrategia política de resistencia romper, no sólo con esa inmovilidad del estereotipo, sino con la misma lógica de pureza que sostiene las dinámicas de los binomios. Es decir, que de alguna manera esa lógica de pureza garantiza la existencia infranqueable de esta barra de separación de dos entidades puras. De modo que, para desde la hegemonía garantizar la pureza, por ejemplo del par heterosexual / homosexual, la jerarquía hegemónica del heterosexual, se garantiza o se sostiene a través de colocar del otro lado de la barra cualquier elemento. Cualquier práctica, cualquier identidad que no sea pura claramente heterosexual la dominante, la heterosexual. Así bajo digamos la etiqueta comodín homosexual se agrupan hombres afeminados, gays, mujeres masculinizadas. Tipo marimacho, lesbianas, cualquier tipo de pervertido, pervertida, pederastas, zoofílicos, exhibicionistas y raritos varios ¿Queers no? Personas queer. Lo que quiero subrayar, lo que quiero que quede muy claro, es como muchas veces la operación de atrincherarse bajo. La etiqueta identitaria homosexual en este caso. Preservando también aquí una pureza. No genera otra cosa que la consolidación de la barra. Personalmente creo que es muchísimo más interesante ver cómo pasamos del modelo de binomio. Este que tienen aquí. A un modelo de continuo. Les pongo aquí otro par. ¿Qué quiere decir eso?. Quiere decir dejar de entender hombre y mujer como un par de conceptos contrarios y complementarios. Y pasar a entender hombre y mujer como dos conceptos que se ubican. En el extremo de un continuo. De modo que en función también del contexto en el que estemos, en ese continuo se trazará una frontera entre lo que sería hombre mujer. Pero que esa frontera es variable. De hecho se desplaza. Y se pone en lugares diferentes. Para decirlo con un ejemplo. En un contexto Occidental Europeo, probablemente mi cuerpo se lee como un cuerpo sexuado en femenino o de una mujer. Mucho más central que, en según que contextos culturales donde, antropológicos u otros contextos culturales y antropológicos, donde las mujeres, por ejemplo. Raramente pueden vestir los pantalones que ustedes no ven pero yo sí estoy vistiendo ahora o contextos en los que ser mujer implica llevar un atuendo más marcado. Con lo cual yo misma, con mi propio cuerpo tal y como estoy ahora en esos contextos estaría mucho más cerca de la frontera. O sea, estaría mucho más cerca de una masculinización. Con lo cual quiere decir que mi dimensión de mujer. La posibilidad de ser leída como mujer. Es algo que no está inscrito en mi cuerpo de forma aislada sino que es algo contextual. En cualquier caso. Lo que me interesa es colocar estos dos conceptos. Y todos los conceptos que constituyen los binomios que antes you han aparecido. No en tanto que contrarios y complementarios sino en un continuo. Donde en realidad lo que hacemos. Más que pertenecer a uno de los dos, lo que hacemos es participar en grados diferentes de esos dos conceptos. Les traigo un ejemplo muy reciente de un uso estratégico y político de algunos de los aspectos que hemos visto hasta ahora, dentro de un marco cultural. La imagen que tienen ustedes a la derecha, es muy reciente. Y está extraída del spot publicitario del festival Fire, que es un festival de cine gay, lésbico, queer, trans. Que tendrá lugar en Barcelona en fechas muy próximas. En esta imagen ven a Elena Anaya, que está, en principio digamos, una actriz conocida, reconocida y leída como mujer biológica. Que está caracterizada o está performando. Justamente un cuerpo que no es otro, o que no quiere ser otro que, o no quiere recoger otro cuerpo que el de David Bowie en el videoclip de su canción Life on Mars, una canción de 1971. Fíjense de qué modo En el diálogo entre estas dos imágenes. En el homenaje a Bowie, un ser que como saben, una de las cosas que cultivó a parte o conjuntamente con su música fue una ambigüedad sexual remarcable. A partir de este homenaje a Bowie, lo que se está haciendo justamente es cruzar, por un lado la frontera hombre o mujer desde la performatividad Queer. Y, por otro lado, reconocer una deuda, establecer e inscribir en el spot de Fire toda una genealogía puesto que como acabo de decir la canción de Bowie es de los 70, de los inicios de la década de los 70. Y por tanto se reconoce toda una trayectoria digamos de los cuerpos Queer y de las representaciones sexuales. De géneros y sexualidades digamos Queer en esta trayectoria, en este cambio. Veíamos en el vídeo anterior de qué modo estos análisis contextuales dentro de la cultura implican una labor arqueológica. Esta labor arqueológica va acompañada de una serie de operaciones que, de algún modo condenso bajo la enunciación de elogio del prefijo re. Esta labor arqueológica implica, por un lado, recuperar toda una serie de textos que están olvidados, que no se conocen, que están muchas veces desaparecidos, que se han perdido y que a veces, incluso, solo se pueden recuperar parcialmente. Por un lado ir a buscar esos textos que existen, pero no son visibles. Reordenarlos y, muchas veces, en esta reordenación implica una contaminación del relato histórico, reordenarlos, hacerlos presentes en el relato histórico. Muchas veces trazando como you veíamos en el vídeo anterior, una genealogía, es decir, una historia en sí misma llena de saltos y de saltos y de discontinuidades. Esta reaparición de textos recuperados que tienen algo que decir y quieren decir algo en los discursos histórico-culturales, socio-histórico-culturales. Implica muchas veces la reformulación ¿Qué quiero decir con eso?. Quiero decir que esos textos muchas veces ponen en evidencia que los mismos instrumentos que tenemos de análisis. Los métodos y los conceptos que usamos para el análisis cultural, son conceptos marcados ideológicamente. Son conceptos muchas veces teñidos de machismo. Son conceptos muchas veces, teñidos de sexismo, son conceptos que funcionan desde un determinado modelo de sexualidad. Y, por tanto, no son ni mucho menos conceptos neutros e inocuos. Todo eso para poner de manifiesto cómo la emergencia de esos textos, la recuperación de esos textos, su presencia, nos invita y nos obliga de algún modo a releer, reinterpretar. Rescribir pues las interpretaciones, las lecturas que de algún modo estaban establecidas a propósito de los textos no solo reaparecidos sino también de los textos you establecidos en el canon o en la historia. Por último, y dado que muchos de esos textos no hegemónicos, no centrales en el discurso cultural se desarrollan en ámbitos de cultura popular. Una de las cosas que ha hecho o hace, o siguen haciendo los estudios culturales, ha sido prestar atención a todo lo que sería los medios de producción de masas. Es decir, todos esos ámbitos que los estudios académicos eruditos solían desatender, desde el cine hasta la novela gráfica pasando por los fanciness y muchas otras formas de lo que sería la cultura popular. La cultura de consumo, o la baja cultura, o la llamada baja cultura. Obviamente, darle atención y centralidad a esos productos culturales implica, al mismo tiempo, desarticular todos estos binomios. Que de algún modo les quitaban el protagonismo que sí les reconocen los estudios culturales. Esto es, después del análisis cultural, central y centrado en estos textos no podemos sostener de ningún modo. Opuestos jerárquicos como alta cultura versus baja cultura, cultura erudita versus cultura popular, cultura elitista frente a cultura de consumo, como si la primera parte de esos binomios fuera la únicamente digna de ser considerada. Y la otra fuera, simplemente, productos sin ningún interés para el análisis cultural. Lo que se ha demostrado de forma repetitiva y reiterada y tajante es que esos binomios son falsos, que como en los mismos binomios que hemos vistos recién entre hombre y mujer, homosexual heterosexual. La alta cultura necesita de un otro externo llamado baja cultura para legitimar su supremacía pero que, en realidad, obedecen a intereses ideológicos. Junto con los productos mass media, los estudios culturales han tenido en cuenta las tecnologías, específicamente la tecnología digital y cibernética, en unos momentos más recientes que va a convertirse en la protagonista de esta unidad. Estos son pues los puntos que hemos seguido para revisar la representación de la alteridad desde las encrucijadas culturales. Y con ello cierro esta primera entrega. Muchas gracias.