Ahora que platicamos ya sobre los impactos nocivos que tiene la ganadería en el medio ambiente, profundicemos un poco más en cómo se dan estas relaciones perjudiciales de degradación ambiental con pérdida de servicios ecosistémicos, pobreza y marginación para las comunidades rurales. Vamos a platicar un poco y profundizar en cómo se dan estas relaciones y cómo constituyen un círculo de pobreza y marginación que tenemos que romper con nuevos esquemas de producción sostenibles. Profundicemos en este círculo perverso de degradación y pobreza que empezamos a platicar. Por una parte, la producción no estabulada o extensiva mal manejada promueve el sobrepastoreo de pastos nativos y recurre al desmonte para sembrar pastos inducidos, es decir, no nativos. Si no se controla la carga animal y el tiempo de pastoreo, los suelos se degradan y se afecta la diversidad biológica. Por ejemplo, los animales se acaban especies vegetales nativas más nutritivas y palatales que les resultan más sabrosas, quedando especies de menor valor forrajero que se convierten en especies invasoras. El suelo se compacta y se erosiona. Se pierde materia orgánica, disminuyendo la fertilidad y la capacidad de infiltración de agua en el subsuelo. El mal manejo de la ganadería extensiva hace que la productividad de los pastizales se reduzca año con año. Por otro lado, las formas de producción estabulada concentran grandes cantidades de animales en espacios reducidos y, consecuentemente, generan desechos en exceso. A la par, requieren de extensas áreas para producir forrajes y granos para alimentar al ganado. En ambos casos, hay una remoción de la cobertura de la vegetación natural, se introduce un sistema de monocultivo que requiere aplicación de fertilizantes y herbicidas para mantenerlos. Todo esto se traduce en una pérdida de servicios ambientales. Por ejemplo, la reducción en la capacidad de captura de carbono, la afectación de la calidad y disponibilidad del agua, el incremento de la erosión del suelo. En términos generales, el ecosistema pierde su funcionalidad, pues se simplifica la biodiversidad y se afecta su estructura. Para contrarrestar la baja productividad que resulta de un sistema en disturbio o para contar con más áreas de cultivo, los productores utilizan áreas de bosque para el establecimiento de nuevos pastizales. Con este cambio de uso de suelo se continúa la degradación en la que se requieren más insumos para mantener al sistema o se necesita deforestar más o tenemos rendimientos cada vez menores por unidad productiva. Lo importante recordar aquí es que son justamente estos servicios ecosistémicos los que permiten la producción de alimentos en el largo plazo. Necesitamos fertilidad en el suelo, agua, regulación de temperatura, polinizadores para producir, especialmente ante los efectos del cambio climático. Recordemos que ante el cambio climático, la intensidad de tormentas inundaciones y sequías es mayor y los sistemas agropecuarios son más vulnerables y sensibles, hoy más que nunca. De acuerdo al Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático, en América Latina el aumento de temperatura y la disminución de humedad del suelo conducirán al reemplazo gradual de los bosques húmedos tropicales por sabanas en algunas zonas como la región oriental del Amazonas. Podrían presentarse también pérdidas significativas de biodiversidad con la extinción de especies en muchas zonas tropicales en la región. En términos de productividad, el sector pecuario se verá afectado con consecuencias fuertes para la seguridad alimentaria. Los productores más pobres y pequeños son los más vulnerables. En América Latina, la agricultura de pequeña escala representa el 80 por ciento de las fincas y el 35 por ciento de las tierras agrícolas. Además, genera el 64 por ciento del empleo relacionado con la agricultura. Sin embargo, de acuerdo con la Cepal, el 53 por ciento de la población rural en la región sigue siendo pobre. Los productores más pobres y pequeños no cuentan con el acceso a tecnologías, a mercados o financiamiento que les permita adaptarse al cambio climático o competir en una agricultura más industrializada. Bajo estas circunstancias, la agricultura y la ganadería dejan de ser una alternativa para la vida digna de las comunidades rurales y las generaciones jóvenes prefieren migrar a las ciudades ante la falta de oportunidades. La disparidad del ingreso rural urbano, una seguridad alimentaria frágil y la pobreza continúan siendo una amarga realidad en los países latinoamericanos. Después de haber visto esta perspectiva poco alentadora de la ganadería y el desarrollo rural, te invitamos a que te quedes con nosotros para que juntos exploremos cómo un nuevo paradigma de producción es posible, las condiciones que se requieren y alternativas específicas, como los sistemas agrosilvopastoriles para una producción sostenible y rentable. Quédate con nosotros.