Pasamos al siguiente asunto que queríamos tratar en esta sesión, que tiene que ver con el proceso de toma de decisiones en lo tocante a la política exterior ambiental de la Unión Europea. Debo empezar por decir, que las competencias ambientales, o mejor dicho, que los asuntos que se tratan en las negociaciones internacionales sobre el medio ambiente, presentan características que hacen que la toma de decisiones interna sea mucho más complicada de lo que podría parecer en un primer momento. En primer lugar, el medio ambiente es una competencia compartida entre la Unión Europea y los estados miembros y por tanto da lugar a acuerdos mixtos. Pero incluso mucho más allá de esto, las negociaciones ambientales, fíjense aquí por ejemplo en las negociaciones sobre el clima, tienen disposiciones relativas a cualquier asunto que uno pueda imaginarse dentro de las políticas de la Unión Europea y también a asuntos que tienen distribuciones de competencias muy diversas entre los estados y la propia unión. Piénsese en la negociación climática, en la negociación sobre el clima, uno encontrará asuntos relativos a la agricultura, asuntos relativos al comercio, asuntos relativos, quizá incluso a la fiscalidad, asuntos relativos a comercio de emisiones; naturalmente asuntos ambientales; asuntos relativos a la política forestal, a la política territorial. Cada uno de estos distintos temas merecen un tratamiento distinto dentro de los tratados y por tanto en cualquier momento, en cualquier día de las negociaciones ambientales internacionales, uno debe dedicar la mayor parte del tiempo a decidir bajo que proceso, bajo que reglas de toma de decisiones trabaja dentro de la Unión Europea en vez de estar dedicándose a lo que realmente se debe dedicar que es a las propias negociaciones ambientales internacionales. Esto ha dado lugar a la emergencia de un conjunto de mecanismos informales que hacen casi caso omiso de lo que debería ser en cada uno de estos puntos la distribución de la influencia y de las competencias entre distintas instituciones de la unión y entre la unión y los estados miembros y estos mecanismos informales son los que arbitran el funcionamiento de estos procesos. Tomemos por ejemplo las negociaciones internacionales del clima. Lo grueso del proceso tiene lugar dentro del marco del Consejo, pero esto no significa que sean los Ministros, como titulares de este Consejo, quienes hagan el trabajo arduo y duro de redactar, negociar, retocar los textos y llegar a acuerdos. Sabemos que los textos llegan a la mesa del Consejo de Ministros ya muy trabajados y que son los representantes permanentes y sus segundos en el marco del COREPER, en este caso en el marco del COREPER (I), los que deciden si los asuntos están ya lo suficientemente maduros como para llegar a la mesa del Consejo de Ministros. Sin embargo, tampoco son estos representantes permanentes los que hacen el trabajo duro de redactar, negociar y llegar a acuerdos. Quienes lo hacen son, en cambio, los miembros de un grupo de trabajo casi desconocido que se ocupa del trabajo sobre asuntos ambientales internacionales, guión, cambio climático, donde se reúnen los especialistas del clima y decisores de rango medio clave de cada uno de los ministerios nacionales competentes sobre el tema. Para decirlo rápido y de forma simplificada, los distintos directores generales o secretarios de estado sobre clima de cada uno de los Estados miembros, junto con gente que procedente de la Dirección General de Acción por el Clima de la Comisión Europea. Son esta gente que ya en su quehacer diario trabajan sobre asuntos del clima, los que se reúnen con sus contrapartes de los distintos estados miembros, prácticamente una vez al mes en el marco de este grupo de trabajo para avanzar en la toma de decisiones y a la hora de fijar las posiciones de la Unión Europea. A su vez estos delegan una parte importante del trabajo en grupos de expertos, en los que participan funcionarios de los distintos ministerios, que son buenos expertos sobre cada uno de los distintos subtemas de los que se encargan las negociaciones del clima, que hacen un trabajo de preparación del que luego se aprovechará el grupo de trabajo propiamente dicho. Estos mecanismos informales tienen una característica que los hace, desde un punto de vista muy interesantes, que es que van mucho más allá de lo que solemos esperar de los marcos intergubernamentales. Este grupo de trabajo, creado en 1995, es efectivamente un grupo de trabajo intergubernamental del que forman parte, aparte de funcionarios de la comisión, básicamente funcionarios o decisores de rango medio de los distintos estados miembros, y por tanto, es un grupo intergubernamental. Sin embargo, no encontramos en sus resultados nada que tenga en absoluto que ver con el tipo de asuntos que esperamos de los marcos intergubernamentales. Ni negociaciones en las que es imposible llegar a acuerdos, ni reducción continua de la ambición, al contrario, la Unión Europea ha sido, entre los actores del norte, el actor claramente más ambicioso en las instituciones internacionales del clima, ni nada por el estilo. Esto es así porque se dan, dentro de este grupo de trabajo, dinámicas que escapan de la definición que los manuales nos dan de lo que podemos esperar del intergubernamentalismo. Efectivamente, las decisiones se toman por consenso, pero los participantes de este grupo de trabajo, tienen un interés en aparecer ante los demás participantes como socios confiables, como buenos compañeros de trabajo y por tanto, se cuidan mucho de quedarse aislado. Uno no quiere acumular derrotas en este tipo de entornos y quiere acumular, en cambio, no derrotas, sino buena voluntad, una reserva de buena voluntad por parte del resto de socios participantes para que pueda utilizarse en el momento en que uno realmente crea que tiene un interés o una preferencia nacional que debe realmente defender. Se da, por tanto, una cierta economía, un cierto ahorro de este veto. Los distintos participantes forman parte de un mismo mundo. Casi todos ellos han formado sus carreras en torno a los asuntos climáticos, y por tanto, han desarrollado una cierta cultura experta que delimita qué argumentos son presentables y qué argumentos no son presentables en el marco del grupo de trabajo. Además desarrollan procesos de socialización que les informan y les hacen internalizar ciertas reglas del juego sobre qué es presentable y que no es presentable. De forma que en muchas ocasiones decimos que estos participantes tienen una situación de contextualización múltiple. Efectivamente, ellos forman parte de su ministerio nacional y son los representantes del ministerio nacional ante este grupo de trabajo, pero al revés también. Son también los representantes del grupo de trabajo ante su ministerio nacional. Y se dan aquí dinámicas muy interesantes, por no decir casi muy curiosas, pero que además se dan en otros grupos de trabajo también, mucho más allá del clima y mucho más allá de lo ambiental. En el que los participantes se ayudan los unos a los otros en formas diversas para facilitar el traslado de las opiniones del grupo de trabajo a los ministerios nacionales, particularmente aquellos más reticentes. Finalmente, naturalmente, los directores generales del clima o los directores de oficina sobre el clima, tienen todos ellos un mismo interés burocrático, por así decirlo, que es el de convertir el tema en un asunto muy importante en la agenda gubernamental. De forma que todos ellos tienen también el interés en que la Unión Europea siga siendo un actor ambicioso y relevante en las negociaciones internacionales del clima. De todo esto se deduce que en la realidad, en este mecanismo de toma de decisiones, está ya inscrita de alguna forma una tendencia, un sesgo favorable o una posición ambiciosa de la Unión Europea en este particular. Estos mecanismos informales, como decía, nos facilitan el acuerdo mucho más allá de lo esperable en un marco intergubernamental, pero hay que decir también y con esto terminaremos nuestra sesión, que son frágiles. Son frágiles porque pueden romperse en cualquier momento. Estos intereses burocráticos, estas culturas expertas, estas economías del veto, son todos ellos normas informales, que no estando formalizadas, pueden desaparecer de la misma forma en que la práctica las hizo aparecer, pueden desaparecer por la propia práctica. Y sabemos que este es el caso, la erosión de alguna de estas prácticas, de alguna de estas normas procedimentales, está dándose también en otros grupos de trabajo del Consejo relativos a acción exterior o a política exterior. En todo caso nos queda la lección analítica, académica, si uno quiere, más allá de lo político, que también es relevante, de entender que la dicotomía muy habitual entre supranacionalismo e intergubernamentalismo tiene límites y que incluso en un marco intergubernamental uno puede encontrar dinámicas que esperaría de entornos de carácter más supranacional. Y puede ser esta quizás la idea, que incluso más allá de lo puramente climático o de lo puramente ambiental, es decir, incluso más allá de la dimensión exterior de las políticas ambientales de la Unión Europea, tenga interés en esta sesión. Muchas gracias.