[MÚSICA] [MÚSICA] Por otra parte, parecía interesante que hagamos una parada también en la tumba de Tutmósis IV o KV 43, puesto que, en esta tumba podemos ver como hay una disposición de las cámaras que sigue bastante la de sus predecesores, salvando, evidentemente, precisamente, la forma oval de la cámara sepulcral, pero por contra, podemos ver como presenta varias innovaciones, por un lado presenta, es la primera tumba que presenta evidencia de nichos mágicos, pero por otra, a pesar de que no hemos conservado el programa iconográfico pintado, no hemos conservado decoración alguna en la cámara sepulcral, sí que lo hemos conservado, tanto en la antecámara como en el pozo. Y este programa desarrollado en varios de los muros de estos habitáculos, realmente presenta un punto y a parte con respecto a la iconografía anterior. Vemos como en los diseños monocromos y jeroglíficos vistos en las tumbas de Tutmósis III, Amenhotep II o incluso que intuíamos que estarían también en Tutmósis I, han dejado paso a una representación mucho más coloreada, una representación, una policromía viva, aunque es cierto que es bastante sencilla y con un diseño austero incluso, pero es un cambio muy, muy destacado y además, todos estos personajes, estas deidades y monarcas representados con estos mismos colores, lo hacen sobre un fondo ocre claro, amarillento que alude, evidentemente, a la divinidad, a la sacralidad de este reino en el que aparecerían representados. Así pues, vemos como hay un claro cambio en el patrón iconográfico que, además, resultará el inicio de una nueva manera de ornar los muros que you no desaparecerá a lo largo del reino nuevo. Además, en esta tumba podemos observar como se representa al monarca bajo una representación, bajo una disposición que denominamos paradigmática, ¿no? Es una disposición paradigmática, mostrando al rey repetidas veces ante distintas deidades, a las que identificamos fundamentalmente por los epítetos que las acompañan, puesto que, por la mera iconografía no siempre sería fácil de distinguir a qué aspecto de una misma deidad está haciendo alusión. Podemos verlo muy claramente en el caso de la diosa Hathor. Pues bien, esta disposición paradigmática es una disposición característica de algunas de las tumbas reales y volveremos sobre ella cuando comentemos el programa iconográfico del sucesor de Tutmósis IV, el gran Amenhotep III. Otro de los temas especialmente interesantes, es el de los sarcófagos de esta primera mitad, llamémosla así, de la dinastía décima octava. En este caso, merece la pena empezar por la explicación o por el comentario de uno de los sepulcros que más ríos de tinta han hecho verter, como es la KV 20, en especialmente, la cámara sepulcral, la supuesta, la que sería la supuesta tumba de Hatshepsut y que presentaba en el momento de su hallazgo dos sarcófagos bastante impresionantes de cuarcita que complementarían un tercer, en este caso, además, sería el primero en orden cronológico. Sarcófago que halló en su momento Howard Carter en la zona sur de Deir el-Bahari. Estos sarcófagos fueron estudiados y con el paso del tiempo se ha podido concretar y parece haber cierto consenso, bastante consenso en ello, en que en su momento, el primero de ellos, el denominado por los egiptólogos como sarcófago C, originalmente tenía que acoger, debía acoger los restos de Hatshepsut, pero esta monarca decidió readaptarlo para que acogiese los restos de su padre, Tutmósis I, cuando la monarca decidió trasladar la tumba de Tutmósis I a su propia sepultura. En este caso, el sarcófago que fue readaptado para Tutmósis I se conserva actualmente en el Museo de Fine Arts de Boston, mientras que el denominado sarcófago D que parecería haber sido el definitivo para Hatshepsut, se conserva actualmente en el Museo de El Cairo y presenta un aspecto muy parecido, pese a que tiene alguna, una innovación con respecto a la anterior, como por ejemplo, la presencia de la diosa Nut en su tapa y que jugaría con la representación interna, grabada de la diosa Nut que you aparecía en el sepulcro anterior, ¿no? Además, podemos observar como en los muros de estos dos sarcófagos aparecen en las distintas caras las deidades y genios necesarios para la resurrección del difunto, como por ejemplo, un par de formas del dios Anubis y la representación de algunos elementos clave, como los Ojos Udyat o los genios canopos, estos cuatro hijos de Horus que protegerían los distintos elementos fundamentales para esta momificación, como serían los órganos principales conservados, ¿no? Podemos ver, además, como en este cuadro extraído de un artículo célebre, escrito por el doctor De Manuelian hace you unos años, en los que comenta un poco esta suerte de baile de sarcófagos. Realmente, constituye una tarea aún hoy en día por acabar de discernir los motivos que llevaron a esta suerte de intercambios, ¿no? Podemos ver como hay hasta seis sarcófagos tutmósidas y podemos ver en esta tabla quién los mandó a realizar, quién era el inquilino que debía ocuparlos, dónde se encontraron y dónde se localizan actualmente. Como decíamos antes, la iconografía de los mismos es bastante específica y además, nos sirve para ver cuáles eran los elementos característicos que aparecerán en futuros sepulcros, ¿no? Podemos ver un poco lo que decíamos, un par de aspectos distintos del dios Anubis, estos genios canopos o hijos de Horus encargados de proteger los órganos momificados. Podemos ver estos ojos que servirán como vía de comunicación entre el difunto y el mundo de los vivos y también podemos ver como en sus lados cortos, en la cabeza y en los pies podemos observar representadas a las dios, a las dos, perdón, diosas fúnebres o relacionadas con el enterramiento por excelencia, que serían las diosas Neftis e Isis. Además, podemos ver, en relación un poco con lo que comentábamos antes, como estas dos diosas están arrodilladas sobre unos enormes signos Nebu, alusivos al oro, pero sostienen y ésto es lo interesante, estos signos Shen que antes hemos comentado y lo podríamos relacionar con la eternidad y un poco asociarlo a esta asociación, a este vínculo con lo solar. Además, you vimos en su momento que por lo menos desde la época de Tutmósis III, en adelante, los sarcófagos parecen adoptar este aspecto de cartucho precisamente, y que por lo menos perdurará hasta el episodio atonista, hasta la subida al trono de Amenhotep IV, y podemos ver, por tanto, cómo hay algunos sepulcros de monarcas incluidos en este lapso de tiempo, que muestran una iconografía semejante. Vemos uno de los considerados más delicados, como sería el sarcófago de Tutmósis IV, en los que aparecen representados los mismos elementos que antes hemos mencionado, aunque aquí con un plus, puesto que están policromados, y además la pintura se conserva en muy buen estado. Podemos ver cómo aparte de los personajes antes mencionados estarían inscritos algunos salmos que ayudarían a la alineación del difunto. Y podemos observar en detalle estas representaciones que aquí no están arrodilladas ni sosteniendo un sinochén, pero estas dos diosas que aparecen siempre en cabeza y pies del sarcófago, y cuya presencia no es en absoluto extraña, puesto que además del papel maternal que you desde los textos de las pirámides del reino antiguo ostentan ambas deidades, además aparecen siempre en los contextos relacionados con el enterramiento del dios Osiris, hermano y esposo de una de ellas, y por tanto, su aspecto o su función como plañideras, como arquetipo de plañideras, justifica plenamente su acompañamiento de los distintos difuntos a través de sus sarcófagos. Por último, quisiera mencionar la tumba de Amenhotep III, la KV 22, puesto que se encuentra en el West Valley, y que a lo largo de los muchos años de excavación, desde las primeras excavaciones de Carter y Davis, hasta las actuales de la Waseda University, han ido hallándose muchos fragmentos, desgraciadamente no se ha encontrado sarcófago entero, sí se ha encontrado la tapa, como podemos ver arriba a la izquierda, del que debió ser un magnífico sepulcro de granito rojo, y junto a éste, en el que puede observarse claramente el aspecto de cartucho antes mencionado, se han encontrado, como decía, muchos elementos del ajuar que han llevado a sostener que el ajuar funerario de Amenhotep III no debió tener mucho que envidiar en su momento al que posteriormente fue encontrado por el célebre Howard Carter, que sería el no menos conocido ajuar de Tutankamón. En este sentido, es verdad que es muy fragmentario la cantidad y sobre todo la conservación de los eventos encontrados, pero podemos observar cómo incluso han quedado restos, por ejemplo aquí, de estos cofres de madera dorada, en la que estaría incluida la momia de Amenhotep III, esta momia que fue encontrada en la KV 35 junto a otras momias reales, y que estaría, al igual que Tutankamón, como colocada uno dentro del otro, como si fuesen de estas cajitas que se encierran unas a otras, estos distintos sarcófagos. Y que incluso en el interior, en su momento, pudo haber albergado una máscara en funeraria de oro macizo a juzgar por los fragmentos que se han conservado, por ejemplo un trocito de un ojo de una cobra con incrustaciones de, pequeñas incrustaciones de lapizlázuli, y siendo esta cabeza de oro también, y por tanto, se ha pensado que, como decía, podía haber sido un ajuar a la altura del glorioso reinado de Amenhotep III. Gracias. [AUDIO_EN_BLANCO]